Fotografías de de Alfonso Camarero Orive por cortesía de solo-rock
La acogedora sala El Sol de Madrid es posiblemente la que mejor sonido tiene de todas las que he podido visitar en el poco tiempo que llevo en la capital. Su curiosa estructura hace que parezca más pequeña de lo que realmente es -aunque esto también le concede un carisma especial-.Su encanto y la buena selección musical, hacen que me tengan siempre pendiente de los grupos que van allí a tocar.
Idealipsticks nunca ha sido uno de mis grupos de primera fila, pero me parecía lo suficientemente interesante como para disfrutarlos y contaros la experiencia. Y digo “ha sido” porque desde el pasado sábado su posición ha subido varios peldaños en mis listas.
Pero empecemos por el principio, el cual llegó con la banda Árida. Un dúo formado por Sara (guitarra y voz) y Javi (batería). Para ser solo dos suenan bastante potentes y la complicidad entre ambos les hace ganar varios enteros. A pesar de todo, creo que deben acabar de encontrar su sonido saliéndose de sus propias influencias. La guitarra, aunque efectiva, es algo plana, sin personalidad ni riffs que den variación a los temas. El sonido les hizo un flaco favor con la guitarra demasiado alta que hacía casi imposible de entender lo que decía Sara (algo raro en la sala que luego se arregló para el siguiente grupo). Tienen calidad y me gustaría verlos evolucionar, pero quizás les haga falta algún componente más para sonar menos herméticos.
Entonces aparecieron los anfitriones del día, Idealipsticks, un dúo formado por Eva J. Ryjlen y Jave Ryjlen (aunque cuentan con banda para los conciertos) que presentaban nuevo disco Surreal as reality. Los nuevos temas son el resultado de la madurez del grupo y su sonido rock’n roll con momentos glam. Algo más oscuro que sus anteriores trabajos y con demoledores riffs salidos de la guitarra de Jave ya desde el inicio con Supreme machine. Pese a que impera el rock, los Ryjlen pasean por el blues y los guateques como si estuvieran en casa. Un servidor (fabricado en cartón piedra y destrozado de haber estado todo el día dando vueltas) fue incapaz de resistirse a bailar y saltar a lo largo de todo el concierto. Hay que decir que Eva sabe como captar la atención aportando a cada uno de sus movimientos una carga de sensualidad que eleva el espectáculo musical. La complicidad entre todos los músicos es espectacular, tanto, que me gustaría verles tocar en escenario mayor ya que el de El Sol se les quedaba escaso por momentos.
Salí de la sala con una sonrisa tonta, el sentimiento de haberlo pasado muy bien y el conocimiento de que acababa de ver un gran espectáculo que se queda guardado “bajo los huesos” -como dice uno de sus temas-. Cien por cien recomendable.