Tengo que confesar una cosa, aunque esto no sea muy profesional: soy bastante fan de The New Raemon. Que quede claro. Dicho esto, intentaré decir porqué no me a terminado de gustar su nuevo EP, El Yeti.
El Yeti, publicado el pasado 10 de septiembre por su sello habitual, BCore, es un conjunto de temas que fueron descartados para Oh, rompehielos, con excepción de, precisamente, el tema que da nombre al EP, «El Yeti». Es un disco de tirada limitada y de coleccionista. Está dedicado a Rafa Angulo, compañero de Madee. De sus seis temas, tres son de The New Raemon y los otros son versiones de Julio de la Rosa («Maldiciones comunes») -sí, el de la música de La isla mínima-, Mishima («L’estrany») y Love of Lesbian («Los niños del mañana»). No es la primera vez que The New Raemon versiona un tema. De hecho, su versión de «Te debo un baile» de la Nueva Vulcano ha conseguido incluso más fama que la original. Algunos incrédulos no se podían creer que no era de The New Raemon, ya que el catalán y su banda encontraron nuevos recovecos que explotar de la canción (la modificación del tempo y el descargue instrumental parece haber sido clave) y hacerla muy suya. Sin embargo, con «L’estrany», salvo la potencia de las guitarras iniciales, el aumento rítmico y la subida de tono al final no termina de aportar demasiado a la original, que es más intimista y pequeña, en el mejor de los sentidos. Con la versión de «Maldiciones comunes» The New Raemon sigue una estrategia similar a la que llevó a cabo con la canción de la Nueva Vulcano: la relajación rítmica y la conversión del tema en algo más íntimo, como si fuese música hecha en casa, para uno mismo, para ayudar a entender ciertas cosas. La minimización de lo instrumental hace que se pierda la fuerza de la rotundidad del acompañamiento de la original. Pero esto podría ser salvable, es simplemente otra lectura. Lááástima que la de Raemon rompa tan tarde, hacia el minuto 2:29. Eso, que sería una de las mejores aportaciones al original, llega demasiado tarde. «Los niños del mañana», el tema que toma de Love of Lesbian, no me gusta en el original ni en la versión de The New Raemon. Me parece una canción completamente prescindible. Si es una canción que quiere ser graciosa, yo no le veo la gracia por ningún lado. Si quiere ser crítica, su inmediatez le hace un flaco favor. Al menos, The New Raemon le da un giro y mejora sustancialmente la música original. El arreglo está conseguido dentro de que el material original es bastante escueto.
Y ahora le llega al turno a los temas inéditos: «Residencia de ancianos» y «Efecto invernadero». Según palabras de The New Raemon, estos dos temas salieron de Oh Rompehielos por su crudeza y oscuridad, para no desestabilizar el presunto estado de ánimo más positivo -dentro de lo que cabe, en comparación a lo que nos tiene acostumbrados- del LP. Hay algo que creo que nos gusta a todxs los que seguimos a The New Raemon: su capacidad para mezclar cosas de la vida cotidiana, como el pedir comida del chino de abajo, con algunas de las vivencias más dolorosas que se pasan en la vida, y es que ese pollo frito te recuerde a que, de repente, te lo tienes que comer solo, que ya no va a ser nunca más parte del un ritual que empezaba con una cena y terminaba a altas horas de la noche en el dormitorio (Me refiero al hit «Tú, Garfunkel» y no a «Pollo frito», que es una versión de Manos de Topo). Eso está todavía en «El Yeti»: su «es mejor no volver a verse» es tan sencillo y demoledor como «hay que salir de aquí» de «EL refugio de Superman», incluido en su disco Libre asociación (2011). Pero cuidado. Si bien no hay ninguna canción ‘floja’ en Oh Rompehielos, ninguna tiene la fuerza de los discos anteriores. Hay muchas cosas que se repiten. Hay recursos que ya ¡uf! han perdido algo de su fuerza. Hay cosas que no son fáciles de justificar. Lo aparentemente sencillo ha de ser tratado como lo más delicado: si no, en seguida se mancha. Yo esperaba que eso me lo contase El Yeti, pero ese inicio de «Me pagas un bocadillo/el precio es mi corazon», o la historia sin chicha de «Residencia de ancianos», pese a la melodía interesantísima y ese final abrupto no termina de funcionar. Justo al revés pasa con «Efecto invernadero»: la letra podría tener su aquél, pero melódicamente se termina haciendo un tanto pesada y el arreglo es mejorable.
The New Raemon llama a sus discos Tinieblas, por fin (2012-2013) y Libre asociación (2011) los malditos. Y, sin embargo, a mí me parecen los más potentes, pese a su oscuridad. Hay verdaderos temazos en ambos, que superan los hits en los que se han convertido (merecidamente, con toda probabilidad) temas de sus discos anteriores. Yo sigo esperando otro discazo como esos dos. En resumen: ¡The New Raemon, danos un poco de The Old Raemon!
¡Por cierto! No te vayas sin pillar la entrada para la nueva cita con The New Raemon, entre otros artistas, en la Sala Apolo. Será el próximo 22 de octubre, y es importante llenar porque el dinero va destinado a ACNUR para labores de asistencia médica, alimentaria e higiénica de refugiados sirios. Gracias a al música #SomosRefugio