Como ya comentamos en la crónica del Otello de Rossini representado en el mismo Liceu, este título se ha convertido en maldito para el teatro. A la cancelación del tenor Aleksandr Antonenko se sumó la de la soprano Carmen Giannattasio. Para sustituirlos se confió en José Cura y Carl Tanner para el rol de Otello, y en Ermonela Jaho y Maria Katzarava para el de Desdemona. Ninguno de ellos, aunque cada uno por diversas razones, ha resultado una elección acertada para los roles respectivos. Aquí nos limitaremos a comentar las prestaciones de Carl Tanner y Maria Katzarava, que fueron los interpretes de la función a la que asistimos.
El tenor americano llegó sano y salvo al final de la función, pero no tiene ni la voz ni el dominio del personaje necesario para encarnar a Otello. El volumen resultaba insuficiente en algunos momentos y el sufrimiento psicológico del personaje no encontró reflejo en el canto de Tanner, que resulto monótono y falto de autoridad, al igual que su actuación escénica. A su lado, Katzarava lució un instrumento más interesante, con una voz bella y mejor controlada. Su concepción del personaje es bastante superficial, algo que puede mejorar fácilmente con el tiempo. Tampoco el Yago vulgar y gritón de Marco Vratogna logró convencer. Muy correctos el resto de interpretes en los papeles de menor relevancia.
Bien los coros, tanto el del Liceu como el coro infantil Amics de la Unió, a pesar de que la particular escenografía, consistente en dos paredes repletas de literas desde las que cantaba el coro, les complicó la emisión. La Orquesta sonó muy bien bajo la batuta de Philippe Auguin, quien a pesar de una dirección más bien rutinaria logró buenos momentos. En todo caso, el balance musical fue negativo, puesto que un Otello sin unos protagonistas dignos no puede funcionar.
Pero el mayor despropósito es la producción de la Deutsche Oper de Berlin. Si en el caso del Otello de Rossini el libreto es tan malo que se agradece la representación en formato concierto, con el de Verdi sucede todo lo contrario. El libreto de Arrigo Boito (también compositor) hace justicia a la tragedia de Shakespeare, adaptándola para darle el ritmo adecuado pero sin alterar su esencia. Sin duda se trata de una de las mejores adaptaciones de Shakespeare y de uno de los mejores libretos de la ópera italiana, que fue destrozada por la propuesta escénica de Andreas Kriegenburg que traslada la acción a un campo de refugiados. La historia de Otello es intemporal, así como los temas que trata (celos, violencia de género, manipulación, desconfianza…), pero Kriegenburg desaprovecha las innumerables posibilidades que ofrece la obra y se queda en la superficie, centrándose en el entorno bélico. Según sus propias palabras, «en Otello, la cuestión principal es si le es posible, a un soldado, un general en este caso, que tiene el poder de decidir la vida y la muerte de otras persona sin experimentar la menor emoción, abrir su vida privada a los otros». Es cierto que un tema crucial de la obra es la confianza en los otros y la facilidad con la que la mentira, en boca de un hábil manipulador como Yago, llega a resultar más convincente que la verdad. Pero eso es un tema mucho más general y profundo que el desarrollado por Kriegenburg, y no se aplica solo a soldados. Las relaciones de poder definidas por Shakespeare entre sus personajes se pueden encontrar de forma idéntica en muchas situaciones con una estructura jerárquica que permita poner en marcha conspiraciones basadas en la ambición y el odio, como hace Yago. No solo funciona con capitanes y tenientes, también podríamos imaginar una gran multinacional, con sus directores, jefes de departamento, etc; una universidad, con los catedráticos, profesores titulares, becarios, etc; o incluso una orquesta, con el concertino, los jefes de cuerda, los solistas, los asistentes…Podríamos trasladar la trama de Otello a cualquiera de estas situaciones sin ningún problema, y algunas incluso funcionarían mejor que la solución de Kriegenburg, ya que situando a los protagonistas constantemente en medio de los refugiados neutraliza la intimidad que algunas escenas requieren sin aportar nada a cambio.
Por Elio Ronco i Bonvehí
FICHA
Giuseppe Verdi: Otello
Gran Teatre del Liceu, Barcelona, 4 de febrero de 2016.
Otello – Carl Tanner
Desdemona – Maria Katzarava
Yago – Marco Vratogna
Cassio – Alexey Dolgov
Roderigo – Vicenç Esteve Madrid
Lodovico – Roman Ialcic
Montano – Damián del Castillo
Un heraldo – Ivo Mischev
Emilia – Olesya Petrova
Orquesta y Coro del Gran Teatre del Liceu
Cor Infantil Amics de la Unió
Dirección musical – Philippe Auguin
Dirección del coro – Conxita Garcia
Dirección del coro infantil – Josep Vila Jover
Dirección de escena – Andreas Kriegenburg
Escenografia – Harald Thor
Producción – Deutsche Oper Berlin
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