Vamos a bajar un poco las temperaturas veraniegas hablando de un vídeo que Greenpeace publicó el 19 de junio de 2016 por su campaña ‘Save the Arctic‘ (Salvemos el Ártico).
Se trata de un vídeo tremendamente original, no solo por la manera de concienciarnos sobre el deshielo en el Ártico y la necesidad de proteger este gran espacio, sino también porque para hacerlo crearon una performance con la naturaleza en su más absoluta belleza en decadencia como maravilloso fondo visual y sonoro. El compositor y pianista italiano Ludovico Einaudi fue el encargado de interpretar en un piano Steinway sobre una plataforma flotante -la cual simula un iceberg porque cuando llegaron a esa zona comprobaron que no había hielo y tuvieron que modificar la idea original que consistía en tocar sobre un bloque de hielo- la obra que compuso para tal ocasión, esto es, Elegy for the Arctic (Elegía por el Ártico), frente al glaciar Wahlenbergbreen (en Svalbard, Noruega).
El efecto conseguido es extraordinario, sobre todo si tenemos en cuenta las condiciones en las que se realizó la grabación, lo que incluye la dificultad de interpretar una obra con semejante frío y el probable acondicionamiento también del piano para soportar tales temperaturas. Aun así, el sonido es bastante bueno, gracias al piano que dota a la interpretación de un timbre extraordinario pero en gran parte es debido a la acústica proporcionada por el glaciar.
La obra en sí no entraña una gran dificultad en su ejecución pero consigue el objetivo perseguido: dotar a este vídeo de una banda sonora emotiva incrementada por el tempo de la obra y el ostinato que además le otorga un efecto reflexivo que se ve incrementado por los primeros planos de grandes bloques de hielo, sobre todo cuando en el desarrollo de la composición se ve y se escucha cómo un trozo de glaciar cae al agua y es tal el estruendo que produce que el pianista tiene que parar de tocar porque no se escucha la música, aunque continúa después de esto, dotándolo de esta manera de un efecto sobrecogedor.
Al finalizar, Einaudi realiza algo que es necesario cuando se termina de interpretar una obra: el gesto de deslizar los dedos sobre el teclado lentamente hasta las piernas en un acto de recogimiento donde el silencio se hace imprescindible. Ese tipo de momentos después de tocar son de absoluta quietud, los cuales sirven para asimilar y recapacitar sobre lo que se acaba de escuchar, momento que aquí es aprovechado para aumentar el volumen del sonido del agua que choca contra la plataforma y para que aparezca el mensaje de Greenpeace para salvar el Ártico.
Se trata de una manera más de utilizar la música, en este caso la música clásica, en un lugar único y espectacular en pos de una causa que conciencie tanto a la población como a organismos internacionales -baste recordar el concierto realizado hace tan solo unas semanas por la orquesta sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo en el teatro romano de Palmira (Siria)- donde el paisaje sonoro aparece representado en todo su esplendor pero a su vez, como en esta singular interpretación, en toda su decadencia, lo que causa un efecto sobrecogedor en el espectador que escucha cómo la naturaleza se está descomponiendo en ese preciso instante.
La pregunta que cabe plantearnos es ¿cuál será la siguiente performance en plena naturaleza?