Escribo este artículo, reflexión, comentario o quién sabe cómo definirlo, después de realizar una residencia de mediación cultural en el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte durante aproximadamente dos meses. Por empezar desde algún sitio, me gustaría concretar que el proyecto que he podido desarrollar con la ayuda de Paula Celaya, una artista y sobre todo una muy buena amiga, se ha basado en anteriores trabajos de diferentes artistas. Por ello, podríamos decir que es un espacio de convergencia y diálogo entre ideas ajenas, y otras propias, por supuesto. Esto último me recuerda a que hace poco pude hacer un taller de escritura de poesía con Alejandra Martínez de Miguel y nos pidió que definiéramos nuestro estilo de escritura siendo conocedora de la complicación que esto implica. Yo dije que era tan referencial como cronista, y parece que esta residencia ha sido más de lo mismo. Al final le dije a Alejandra que me pusieron el nombre de una santa en mi idioma materno, y que no sabía si había sido para venerarme o martirizarme 13 veces. Con esta residencia me ha pasado igual.

Mi idea principal, y la que me movía a llevar a cabo este trabajo, era crear un mapa alejado de las concepciones coloniales que presenta la disciplina de la cartografía y aprovechar la situación geográfica de Uharte.

Sobre todo teniendo en cuenta que la traducción del nombre es “isla” en euskera porque está rodeado de ríos, y manteniendo esta idea presente construir un mapa popular e intervenido. Por otra parte, en los meses entre septiembre y noviembre he participado en proyectos ajenos que he llegado a sentir propios, he escuchado voces nuevas, he observado espacios de trabajo que no se parecían en nada a lo que me habían hecho creer que deberían serlo. También escribí sobre la cebolla, el gentilicio de Uharte es cebollerx y me observé buscando la raíz de lo que ahora siento propio.

Yo también me tuve que ir para saber que quería quedarme.

En resumidas cuentas, la residencia de mediación me ha permitido seguir pensando el cuerpo y el espacio que ocupa/habita o deja de hacerlo. Y qué cuerpos son los que hablan o mejor dicho a los que se les permite hacerlo. Paula y yo escogimos diferentes emociones que nuestro propio pueblo nos transmitió en un taller participativo en primavera de este mismo año. Así, teniéndolas como eje central del trabajo creamos un fanzine en donde nosotras mismas e incluso nuestra producción se convirtió en mediación cultural. Mediadoras entre las agentes que trasladaron una emoción y entre las que posteriormente plantearon una idea/concepto sobre dicha emoción para producir tanto literatura en mi caso como pintura por parte de Paula.

1En estos dos meses he leído sobre las artes performativas contemporáneas, sobre el sacrificio como acto poético de la mano de Angélica Liddell, sobre la crononormatividad y la ruptura que suponen las disidencias queer en lo relativo a este concepto, sobre los archivos digitales, sobre Popper, after, utopía. Pero también sobre la confección de la mirada en lo relativo al arte visual, sobre cuentos de tradición oral no occidentales, sobre grupos de música navarros, sobre procesiones punkis y un mono al que le daban de fumar y querían beatificar. En realidad, podría decir que la producción me parece interesante pero esto que acabo de comentar mucho más. Creo que todo esto es parte de un proceso de creación, y el haber tenido un espacio en donde han empezado a germinar ideas futuras es esencial para seguir produciendo. Dentro de la poca estabilidad que existe en el ámbito de las residencias artísticas y culturales, a mí personalmente me gustaría seguir presentándome a diversas convocatorias y reivindicando la necesidad de ofrecer estos espacios a nuevas artistas, mediadoras, creadoras que acaban de empezar.

Por último, os dejo un poema que habla del frío, pero creo que sería más justo que vosotras mismas decidierais a que emoción responden estas palabras y que pudieseis empezar a crear nuevas cartobiografías o corpocartobiografías que no entran dentro de las narraciones hegemónicas pero que hablan tanto de lo personal como de lo colectivo.

Mi glaciación sabe a castaña, a aquella que evoca el domingo

y mientras tanto
yo me escondo tras un sauce que no llora

más amargo y funeral,

pero simula reírse al revés.

Desde la lejanía
que ofrece la reclusión te observo naranja,
diría que con la calidez que brinda un despedida que nunca

O tal vez con el peligro de esperar aquello que nunca empezó.

Ocultaste toda mi sangre en la nieve más inmaculada, como si ésta fuese a crear un eco
que te recordase que podrías terminar
adorando a quien me ató

a aquel árbol
esperando que yo me incendiase. Nos debéis siglos de rendición.

Mi frío se cura,
ojalá el tuyo también. Aunque no te soplaré

hasta quedarme sin aire.

termina.

mi último aliento

  1. Título de uno de los fanzines que ha producido Pablo Morón en su residencia y escrito por Danele Sarriugarte ↩︎