Orientarse, disponerse, girarse, situarse y asentarse.

Callarse. Asilenciarse. Adentrarse y, sobre todo(s), ESCUCHARse.

Crujirse, romperse, desmoronarse, caerse y de repente arraigarse. Sentirse y habitarse. Excavarse y penetrarse. Ahondarse y ajondarse. Decrecerse y menguarse. Extraerse, no extractivizarse. Plantarse y animalarse.

Insectarse, oscurecerse, opacarse y ocultarse. Agrillarse. Enmarañarse. Ovillarse. Observarse, auscultarse y apre(he)nderse. Aduendarse. Agusanarse, despojarse y desposeerse.  

Anfibiarse, arranarse, arri(t)marse. Arrastrarse y enfangarse. Enlodarse, mezclarse. Encharcarse y empantanarse. Contaminarse y contagiarse. Aguachinnarse. Descomponerse, aguarse y al final diluirse. Desaparecerse.

Levantarse e irse.

Pero también quedarse. Persistirse y encararse. Soportarse,

convivirse, oírse y (re)componerse.

Con Miguel y con Bruno

inapropiarse, afronterarse y aforarse.

Alterarse y arrebatarse.

No enajenarse.

Enfriarse, acurrucarse, amadrugarse, amurmurarse y arroparse. Sentirse, tentarse, palparse y erizarse.

ABRAZARSE. Angelarse. Acalorarse.

Amanecerse, asolarse y asolearse; aclararse; aCordobarse. Abuganvillarse y ageraniarse.

Acascabullarse, abellotarse, adehesarse.

Acamparse y naturalizarse. Pacificarse, aquietarse.

Armonizarse y acompasarse.

Ralentizarse.

Vibrarse.

Resonarse.

Asusanarse. aSusanarse. asuSANARse. asusanARTE.

(Tras la escucha de Cascabullos (2025).

A Susana Jiménez Carmona, in memoriam)

Nunca pensé que escribiría esta reseña que no es una reseña pero que al fin y al cabo sí que lo es tal y como la estoy escribiendo, Susana. Es la primera vez que redacto un texto sobre algo salido de ti y tú ya no estás. Mira si voy a destiempo.

El pasado viernes 24 se estrenó Cascabullos, un inmenso paisaje sonoro en cuatro estampas -o así lo percibí yo- resultado de tu viva e intensa residencia en la Fundación Campo Cerrado como parte del proyecto Dos lugares / dos escuchas -dentro del Colecciona 2024– que compartiste con Carlos Suárez, aunque a él le correspondió trabajar en la Isla de San Simón de Vigo. Y se estrenó en el marco de Exploratorio. Meditaciones en torno a lo foráneo, un ciclo que Bruno Dozza y Miguel Álvarez-Fernández han comisariado para el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía -posiblemente el lugar más idóneo en todo nuestro país para realizarlo-.

 Tu pieza cerraba una sesión abierta con Cricketmusic (1970) de Péter Eötvös, fallecido también en 2024 pero con ochenta años -nunca entenderé por qué se lamenta la muerte de alguien cuando ya ha superado su octava década de vida ¡si debería celebrarse como todo un logro!- y que también incluyó el estreno de Voces del agua, de tu compañero residente Carlos Suárez. Si, como dice Morton Feldman, escuchar es suspender nuestras propias convicciones, el pasado viernes 23 tuvimos más de una hora para hacerlo honestamente y aprovechar la generosidad de tres artistas que han dedicado y dedican su vida a mostrarnos aquello que no se ve ni se oye a simple vista y que, por eso mismos, nos obliga a orientarnos, disponernos y adentrarnos en lo pequeño, lo aparentemente insignificante y lo co(i)mplicado.

Si la pieza de Eötvös nos acercó a una armonía espacial de grillos constituida a partir de su trabajo de campo realizado en Japón, las Voces de Carlos Suárez nos mostraron la vida sonora del agua en la ría de Vigo, donde habitan los crustáceos y hablan las corrientes marinas junto con los grandes buques y la contaminación acústica de la acción humana. Recordé durante la pieza esa escucha profunda de Jacob Kirkegaard y el mareaje sonoro de Jana Winderen y me apenó que no se extendiera más allá de los seis minutos que duró. 

Pero sin duda, la conmoción surgió en mí durante tu Cascabullos. Sensaciones, recuerdos y emociones muy diversas emergieron a lo largo de esos cuatro pasajes a los que he intentado responder con una suerte de poema/ensayo/tiento inicial. No se me ha ocurrido otra manera mejor -de hecho ha sido la única que me ha venido al cuerpo- para agradecer y replicar tu obra, exuberante, generosa y humilde, como lo han sido tus creaciones “pegada” a la oveja Bea o ligada al canto de las cigarras y tu reflexión acercando al presente el pensamiento y las músicas de Luigi Nono.

Ya te echamos de menos, Susana. Tu ausencia es irreparable.