El web musical bachtrack ha organizado una votación para escoger a las mejores orquestas del mundo. Dieciséis críticos de prensa de todo el mundo han sido los encargados de realizar la votación que situa a la Filarmónica de Berlín como la mejor orquesta del mundo. Los resultados son, por supuesto, subjetivos y polémicos, con algunas sorpresas y ausencias notables.
Lo primero que salta a la vista es la primacía germánica: la mitad son orquestas alemanas (dos de ellas berlinesas), más una austríaca. No podemos más que sentir envidia sana de los alemanes y de su cultura musical, que les permite conseguir tal nivel de excelencia.
En segundo lugar, vemos que las últimas seis opciones están muy igualadas. Sin duda se trata de orquestas de enorme nivel, pero su lugar en el ranking es esencialmente intercambiable. Destacan, en cambio, las tres primeras. Hace unos años, en 2008, la prestigiosa revista Gramophone realizó un sondeo similar y obtuvo el mismo podio con las dos primeras posiciones invertidas: La Royal Concertgebouw a la cabeza seguida de los berlineses y los vieneses.
Está claro que estas tres orquestas destacan por encima de las demás, pero ¿que marca tal diferencia? Por un lado, claro está, el nivel de sus músicos es extraordinario, logrando una calidad de sonido e interpretación excepcionales. Además, las salas en las que actuan y ensayan gozan de una acústica privilegiada que las convierte en un gran aliado de los músicos. Pero una orquesta no solo es un sonido, también es un conjunto de criterios artísticos que determinan la programación y, por lo tanto, en que se usará ese sonido. Una orquesta, igual que cualquier músico, debe ofrecer al público propuestas estimulantes servidas con la máxima calidad posible. Si una formación queda estancada en un repertorio no merece ser considerada entre las mejores por muy bien que lo ejecute. En todo caso, será la mejor de su especialidad. Por eso es incuestionable la permanencia en el podio de la Royal Concertgebouw y la Berliner Philharmoniker: dos orquestas capaces de ofrecer interpretaciones extraordinarias de todo el repertorio, desde Beethoven o Haydn hasta Gubaidulina. Son además orquestas que se renuevan continuamente y cuentan con muchos músicos jóvenes entre sus filas. Todo ello contribuye a mantener el espíritu innovador que las caracteriza. En cambio, es curiosa la permanencia en el tercer puesto de la Wiener Philharmoniker. Su calidad es indudable pero su repertorio excesivamente anclado en el sinfonismo alemán y en el repertorio más clásico. Basta echar un vistazo a su página web para darse cuenta que la innovación no es su prioridad. Su tradición conservadora llegó a ser extremadamente polémica al no permitir a las mujeres ser miembros de pleno derecho de la formación, a pesar de que algunas pudieran tocar en ella. Esto cambió hace bastantes años, en 1997, pero esa pátina de conservadurismo perdura. Otra particularidad de la orquesta es que no tienen director titular, siendo dirigidos siempre por prestigiosos invitados. Esto contribuye a que la orquesta no tenga un proyecto artístico sólido y base su actividad en conciertos y giras que no siempre alcanzan las cotas deseables de calidad y novedad, pero que siempre llenan gracias a su fama casi mítica, a la cual contribuye cada año el famoso -y artísticamente prescindible- concierto de año nuevo en Viena.
A pesar de lo dicho, de los dieciséis programas que la Filarmónica de Viena ofrece en su sede, el Musikverein, cuatro contienen obras de compositores vivos como Thomas Larcher o Olga Neuwirth. Por su parte, la Filarmónica de Berlín interpretará esta próxima temporada del repertorio contemporáneo solo obras de Magnus Lindberg (co-encargo de la orquesta), Pierre Boulez y Edgar Varèse (este último falleció hace años, pero lo atrevido de su música justifica que mencionemos su inclusión). Esa relativa escasez de nuevas obras se ve compensada por un abanico mucho más amplio de compositores de todas las épocas y nacionalidades, en contraste con la limitada oferta de los programas vieneses. Quien gana en cuanto a variedad y originalidad de repertorio es la Orquesta del Concertgebouw, segunda en el ranking. La formación holandesa incluye en su temporada obras de compositores actuales como Thomas Adès, Mark-Anthony Turnage, y su compromiso va más allá, con el encargo de obras que estrenarán desde el mismo podio George Benjamin y John Adams.
La Filarmónica de Berlín está a la cabeza en cuanto a innovación tecnológica. Mientras los vieneses pasan la mayor parte del tiempo en giras y los holandeses inmortalizan sus interpretaciones a través de su propio sello discográfico, los berlineses han comprendido que hay que ir un paso más allá para hacer llegar su labor al máximo número de personas. Sus conciertos son grabados en video de gran calidad y ofrecidos en directo via streaming en su digital concert hall, en el que quedan almacenados y a disposición del usuario por una módica cuota. Esto no solo supone una gran labor de difusión músical, por la ya comentada amplitud de su repertorio, también supone una gran visibilidad y prestigio para la oquesta.