Rita López Panach, que aparte de una estupenda cantante es coordinadora de la primera red social pensada por y para músicos, Piano y Mengano, ha puesto en marcha la I Maratón de nuevas músicas, que se celebrará el próximo 25 de septiembre en Madrid.
Se trata, como se indica en la web de una «media distancia» por motivos de organización y espacio, pero en el tiempo que va de las 20 -hora de inicio- a las 22 (cuando acaba el concierto, pero empieza la charla) pasarán por la Fundación Olivar de Castillejo obras de ocho compositores: Guillermo Alonso Iriarte, Victoria Benito, Mario López Santos, Natalia Laguens, Proyecto Alina, Luis de Arquer, Adrián Crespo Barba y Juan Antonio Simarro. Los autores interpretarán sus piezas junto a los músicos José Luis Valdivia Arias, Daniel Benito Hernández, Rosa de Benito Forriol, Diego Rodrigo Calvo, Antonia Funes, David Díaz, Nacho Sequí, Víctor Sequí, Adriana Lorenzo, Paula Quintanar Pascual, Luis Inestal, Pablo Cuenca, Elena Tejero, Aine Conde, y Alejandro Puerta Cantalapiedra; según informan en su nota de prensa.
La intención de la maratón nos entusiasma, ya que la idea de base es que «la cercanía del compositor con su público es fundamental para mantener la música viva e incrementar el número de aficionados». Por eso, cuando decíamos que a las 22 empieza la charla, es literal: el objetivo de la maratón es que la gente pueda acercarse a los compositores, charlar con ellos y preguntar, opinar, comentar, sugerir y toda la panoplia de verbos referidos a algo que pasa pocas veces: la comunicación compositor-intérprete-público, o bien porque muchos músicos están en una torre de marfil que no abandonan salvo que la visita esté en otra torre de marfil, o bien porque las instituciones lo dificultan (si no, pensemos en la estructura de cualquier auditorio: la orquesta ahí, lejos, seria, de negro; y nosotros, los simples mortales, al otro lado, escuchando sin toser ni bostezar). Además, con ocasión del concierto, se presentará oficialmente la página web (aunque ya lleva una trayectoria de un año y cuenta con bastantes usuarios) «en carne y hueso», como quien dice. Y, si usted no puede ir, le recomiendo que bucee un rato por la web. Es un proyecto de gran interés que merece la pena conocer.
Nota: en la medida de lo posible, los enlaces en los nombres llevan a ejemplos musicales de los compositores, que no siempre coinciden con la obra que se interpretó en el Sampler Sèries. No he puesto el enlace a la web personal porque los datos biográficos importan, pero el producto también…
Desde el año pasado, Sampler Sèries se ha vuelto una cita inexcusable para oyentes curiosos. Se trata de un proyecto del Auditori de Barcelona que trata de acercar artistas y obras de música nueva, así como proyectos de instalación, arte sonoro y performance tanto a los espacios del Auditori como otros de la ciudad Condal, que poco a poco se van comprometiendo con la programación de este tipo de eventos. Ya el año pasado tuvimos una programación de lujo. Con una gran cantidad de estrenos nacionales, como en el caso del concierto que ofreció la soprano Irene Kurka, con obras de Antoine Beuger, James Weeks, Sidney Corbett,Nikolaus Brass y Eva María Houben. También se estrenó Vessels, de Bryn Harrison, y se oyeron obras de Eliott Sharp, Benet Casasblancas,Jorge Sánchez-Chiong, Alexander Schubert, entre muchos otros. También hubo tiempo para la teoría (aunque sigo quejándome e que falta aún más momentos de reflexión colectiva y de acercamiento al público normal de los problemas que abre esta música), como en las sesiones de Daniel Neumann sobre La composición sonora no-representacional espacial. De este modo, Sampler Sèries afianzó lazos con otras citas que mostraron obras o problemas de la creación contemporánea, en lugares como Hangar o el Goethe Institut.
Este año, se abre con la instalación sonora de Josep Sanz, Irr Study#2Z el estreno nacional de la Inszinierte Nacht (2013) de Simon Steen-Andersen, el 15 de octubre. Habrá, de nuevo, estrenos nacionales, como los que traen los Neue Vocalsolisten de Stuttgart de Tiziano Manca, Mauro Lanza y Georg Friedrich Haas, que se combinan con obras deClaude Viviery José M. Sánchez Verdúel próximo 21 de noviembre. También habrá estrenos mundiales, como la instalación sonora liquid:speeches, de la joven Raquel García-Tomás, o la pieza de encargo de Clara Ianottay Monotypes de Pedro Álvarez. Tocarán ambasCrossinglines, uno de los ensembles jóvenes que más nos gustan por su calidad y su valentía. Habrá mucho Hèctor Parra, que está este año como residente en el Palau de la música y que se está convirtiendo en uno de los pesos pesados de la composición de nuestro país (signifique país lo que signifique). También tendremos sabor norteño de la mano de la Oslo Sinfonietta con obras de Ragnhild Berstad, Øyvind Torvund y la ya citada García-Tomás. Veremos en acción a los suizo-londinenses We Spoke, que nos encantan, con obras de Benhard Langy de Larry Polansky. Y así un largo etcétera de citas con la creación musical contemporánea.
Celebramos que se haya incluido más presencia femenina, en general, aunque aún tenemos mucho por hacer. Yo, en mi campaña infatigable por la pedagogía musical, sigo echando de menos sesiones previas de conferencias que ayuden a un público que no necesariamente está familiarizado con este mundo sonoro a tener claves de escucha. No me canso de decir que los teóricos no podemos quedarnos en la torre de marfil y seguir pensando en qué significa la escucha ignorando la labor institucional que impide a muchos acceder a la formación necesaria para entender acústicamente lo que pasa en estas sesiones.
Aquí tienen la programación, pero reserven un día al mes para no perderse este evento, si quieren tener un mapa de lo que pasa hoy musicalmente. Además, a precios estupendos, que oscilan entre los 5 y los 10 euros. El año pasado además, el equipo de Sampler Sèries llevó este blog con noticias actualizadas. No sé si este año harán lo mismo. De momento, no hay ninguna información de esta nueva edición del festival. ¡Nos vemos allí!
Hay un sitio escondido en las calles del Raval de Barcelona -aunque cada vez cuenta con más asiduos- que transporta a sus visitantes a muchos lugares, a muchos nombres, a muchas épocas. Es un sitio pequeño, con sillas cada una de su padre y de su madre; sus paredes están decoradas de fotos eróticofestivas (sobre todo festivas) y en la pizarrita que enmarca la barra se habla de pastelitos de chocolate, de cervezas (que siempre es la penúltima) y de vinos blancos y tintos. Los jueves, a las 20:30 puntualmente comienza desde hace cuatro años una jam session que siempre se sabe quién y cómo comienza, pero a duras penas cómo y quién las acaba. Es la exigencia mínima de las jam sessions: que sólo la música dicte lo que tiene que pasar. La banda base son (casi siempre) los miembros de la Barcelona gipsy klezmer orquestra, un grupo multicultural que unen su talento con sus orígenes para hacer, como dice Mattia Schirosa, el acordeonista, «swing, jazz, gipsy, klezmer o, en realidad lo que nos dé la gana». Después de un par de temas, invitan al escenario a músicos y bailarines que quieran participar. Así, hemos visto y oído múltiples voces, claqué, danza del vientre e instrumentistas de todos tipo (desde el espectro que va desde el bodhram hasta el laúd, pasando por violines, clarinetes, trompetas, guitarras, y casi todo lo imaginable).
Todo esto pasa en el Despacho cultural «El arco de la virgen» en el que, aparte de estas jam sessions, que ya congregan a varias decenas de personas que hace cola un buen rato antes de que empiece, ofrecían un rastrillo, exposiciones de artes visuales y gráficas y performances. Como ven, ya comienzo a introducir los pasados. Y es que hay una orden de precinto del local programada para el 16 de septiembre. Desde Cultural Resuena, queremos mostrar todo nuestro apoyo al equipo de La Virgen y a su causa que, como explican en su web, es un «problema [que va] más allá de nuestro local y que to[ca] a todos aquellos establecimientos que organizan eventos en la ciudad». «El arco de la virgen», como otros espacios en Barcelona (y en otras ciudades) promueven el arte fuera de los límites del consumo y las vías institucionales, ofrecen obras de gran calidad, y su estrella, la jam de los jueves, es un soplo de aire fresco: no sólo podemos hablar de un grandísimo nivel interpretativo, sino también de creación de momentos de esos que sólo se pueden vivir para entenderlos (y permítanme este paréntesis poético). Salvar «La Virgen» es salvar algo de Barcelona que nos están arrebatando, es pedir algo legítimo: que la ciudad sea de sus ciudadanos y que su normativa se ajuste a las necesidades que nos van surgiendo a los que habitamos sus calles. De un tiempo a esta parte, Barcelona se está transformando en un constructo barroco: una fachada para los turistas, que encuentran en la ciudad obras del modernisme, bocadillos que valen cinco euros y muchas estampitas del Barça. Una fachada que, como en el barroco, poco o nada dice de la realidad de lo que pasa más allá de Las Ramblas. El cierre de «La Virgen», si se llega a hacer efectivo, no será sólo cosa de los que lo regentas y aquellos que ya nos hemos vuelto asiduos. Será una concesión más a las tramas de poder que nos quieres arrebatar nuestros rincones.
La imaginación del futuro, el nuevo proyecto de la compañía chilena La Re-sentida, ha estado los días 28, 29 y 30 de julio en el Teatre Lliure de Barcelona, en el marco del Festival Grec. La propuesta es arriesgadísima. Plantean tomar a Salvador Allende como punto de partida, dentro de un plató más o menos contemporáneo de televisión, dirigido por ministros llegados del futuro, en el que se trata de salvar el gobierno de Allende utilizando medios actuales de persuasión en la comunicación. Su aplicación roza el absurdo, al menos ese absurdo al que llegan los desesperados. En ese plató, por el que terminan desfilando versiones -lo menos- esperpénticas del último discurso de Allende a los chilenos (por ejemplo, a ritmo de reggaeton con un fondo ambientado en Heidi y maniquíes con forma de niño de El Corte Inglés -o algún otro centro comercial por el estilo-). En general, la primera parte de la obra, concentrada en mejorar el discurso del presidente, fue un too much. Los actores gritaban y actuaban de forma histérica y exageradísima. Llenaron el escenario de gritos y de explosiones emocionales. En la obra se mezclaron -aprovechando que el presidente tenía que echar la siesta- momentos de dura crítica social, que se hacían pasar por meros entremeses televisivos. Es el caso, por ejemplo, de la aparición de la ‘bala loca’. Las ‘balas locas’ son disparos que recibe gente – los Nadies de los que hablaba Galeano- (también niños) por un disparador desconocido. La Re-sentida representó este momento de una forma muy inmediata. Los propios actores explicaron que eran conscientes de la mala calidad artística de lo que estaban presentando, pero lo explicaron con el crudísimo «lo social supera a veces a lo artístico». De este modo, expusieron la historia de Roberto, que podría ser cualquiera. Primero, como un adolescente de quince años que no puede pagarse los estudios. Para paliarlo, pidieron dinero al público. Una de las actrices se desnudó delante de un hombre y propuso hacerle una felación, señalando que estaba segura de que por eso sí que pagaría. Fue un momento realmente incómodo. De hecho, algunas personas abandonaron la sala. Yo misma, la principio, me sentí molesta, veía aquello como algo bastante gratuito y, además, con un trasfondo de moral un tanto rancia. Pensaba en cómo se sentiría el hombre al que acusaban gratuitamente de pagar a cambio de sexo delante de una sala hasta la bandera. Pasados unos días, en frío, empiezo a entender un poco más ese momento. Creo que, siguiendo esa línea de exageración, de exuberancia de la que hacían gala desde el principio, ese exceso con el público, de molestarnos y de hacernos sentir mal, era parte de la propuesta de una forma muy consciente. Después de la petición de dinero -que fue más bien poco exitosa-, salió una suerte de hormiga atómica que era la famosa ‘bala loca’ y que terminaba matando a Roberto, tan inocente como todas las vidas truncadas del Chile contemporáneo. Con las apariciones de personajes y fábulas entre la preparación del discurso de Allende, que se intercalaban entre sus momentos de sueño hacen de la obra una suerte de reconstrucción del Cuento de navidad de Ch. Dickens, donde el pasado, el presente y el futuro se tocan peligrosamente.
La figura de Allende en esa obra representa todo de lo que la izquierda chilena no ha sabido apropiarse, todo lo que la dictadura destruyó que aún la transición hacia la democracia no supo recuperar. Este mensaje fue especialmente claro en las escenas finales, donde, quizá, el mensaje se podría reducir en una inversión del último discurso de Allende al decir que «La historia no es nuestra y no la hacen los pueblos», como un canto a la impotencia, a lo perdido y a la izquierda que no ha sabido estar a la altura de sus predecesores. Si algo hace esta obra, que a nivel teatral es un gran crescendo de interpretación y de densidad, es un gran interrogante, sobre la reconstrucción del pasado (si algo así es posible) y sobre la dependencia que el presente tiene en esa reconstrucción. Quizá la palabra no es reconstrucción, sino invocación. El propio director de la obra, Marco Layera, reconoce que una de sus pretensiones era pensar, desde su generación, que vio a Allende como un mártir, si su proyecto era viable o si Chile está(ba) preparado para llevarlo a cabo. La imaginación del futuro es, más bien, la imaginación del pasado y de un presente que sería distinto si ese pasado imaginado pudiese haber sido. Una imaginación que permite contar que Allende, o cualquier presidente latinoamericano, le diga Fuck you al presidente norteamericano o que se entremezclen abiertamente las drogas y la política. Pura irreverencia y desfachatez, como dicen algunas críticas. Irreverencia y desfachatez que son necesarias para liberar a la historia de su velo de pulcritud. La Re-Sentida a querido hacer suyo, desde sus posibilidades, el lema en el que Allende nos prometía la historia.
No puedo dejar de pensar en cómo habría sido esta obra contada desde el golpe de Estado franquista o tejeriano español. Esa es la historia que aún no hemos sabido hacer nuestra.
Walter Benjamin se nos fue hace casi 75 años. Se ha escrito y se escribe muchísimo de él, de su pensamiento, vivo y preciso en las heridas del siglo XIX y XX como una flecha lanzada por manos expertas. Su obra ha inspirado a filósofos, escritores y artistas. Susan Buck-Morss sostiene que Benjamin fue un «escritor revolucionario» y Carlos Marzán y Marcos Hernández definen así su proyecto filosófico
“[Benjamin] no renuncia a tratar de iluminar las cosas más allá de todo dominio. Ha de indagar –en un ejercicio interpretativo continuo– las huellas del nombre en la naturaleza y en la historia. Está abierto a lo diferente y debe entenderse como contrapeso de la subjetividad predominante. En él cifra las esperanzas de revertir la no verdad y el dominio que inunda lo existente” (Cfr. Revista Laguna, n. 2, 2010, p. 200).
El 26 de septiembre de 1940, en un cuarto de un hostal en Port Bou, ciudad catalana fronteriza, Benjamin decidió suicidarse antes de que la muerte le llegara a manos del fascismo de la GESTAPO o de la guardia civil franquista. Así que este año, cuando se cumplan esos 75 años que el mundo celebra sin él, la Cátedra Walter Benjamin de la Universidad de Girona, el Centre Cívico Ca l’Herrero de Port Bou y el Museu Memorial del Exilio organizan unas jornadas en las que se revisan algunos aspectos de su pensamiento entre los días 10 y 11 de octubre. Cuentan con la asistencia de algunos expertos en la filosofía de Benjamin como Jörg Zimmer, Antonio Martí o Frank Voigt. El 11 de octubre, además, se hará una ruta entre Banyuls y Port Bou mediatizada por la instalación de la artista afgana Kubra Khademi, de la que esperamos hablar en un futuro no muy lejano. En la Facultad de Letras de la Universidad de Girona, además, se celebrará un seminario a cargo de Irvng Wohlfahrt entre los días 16 y 18 de septiembre, titulado «On (not) reading Walter Benjamin. History, Story, Memory, Revolution»
En paralelo, el Museo del Exilio tiene abierta desde el 18 de junio y hasta el 27 de septiembre una exposición sobre él, organizada en colaboración con el equipo de la Akademie der Künste de Berlín, titulada ‘Walter Benjamin. Constelaciones del exilio’ que, como describen en su folleto online, «propone una reconstrucción de la vida y el exilio de Benjamin, hasta su trágico fin, a través de testimonios y documentos de diferentes personalidades de su entorno, que configuraban su constelación personal e intelectual».
Si aún no conoces el pensamiento de Benjamin, este aniversario ofrece oportunidades asequibles y de gran interés para comenzar en el apasionante camino de sus letras. Y si ya te ha conquistado, como a esta que escribe, aquí se presentan citas de (casi) obligatoria asistencia.