No al precinto del Despacho cultural «El arco de la Virgen» de Barcelona

No al precinto del Despacho cultural «El arco de la Virgen» de Barcelona

Fotos de Javier Pinilla, «Jotapí»

Hay un sitio escondido en las calles del Raval de Barcelona -aunque cada vez cuenta con más asiduos- que transporta a sus visitantes a muchos lugares, a muchos nombres, a muchas épocas. Es un sitio pequeño, con sillas cada una de su padre y de su madre; sus paredes están decoradas de fotos eróticofestivas (sobre todo festivas) y en la pizarrita que enmarca la barra se habla de pastelitos de chocolate, de cervezas (que siempre es la penúltima) y de vinos blancos y tintos. Los jueves, a las 20:30 puntualmente comienza desde hace cuatro años una jam session que siempre se sabe quién y cómo comienza, pero a duras penas cómo y quién las acaba. Es la exigencia mínima de las jam sessions: que sólo la música dicte lo que tiene que pasar. La banda base son (casi siempre) los miembros de la Barcelona gipsy klezmer orquestra, un grupo multicultural que unen su talento con sus orígenes para hacer, como dice Mattia Schirosa, el acordeonista, «swing, jazz, gipsy, klezmer o, en realidad lo que nos dé la gana». Después de un par de temas, invitan al escenario a músicos y bailarines que quieran participar. Así, hemos visto y oído múltiples voces, claqué, danza del vientre e instrumentistas de todos tipo (desde el espectro que va desde el bodhram hasta el laúd, pasando por violines, clarinetes, trompetas, guitarras, y casi todo lo imaginable).

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Todo esto pasa en el Despacho cultural «El arco de la virgen» en el que, aparte de estas jam sessions, que ya congregan a varias decenas de personas que hace cola un buen rato antes de que empiece, ofrecían un rastrillo, exposiciones de artes visuales y gráficas y performances. Como ven, ya comienzo a introducir los pasados. Y es que hay una orden de precinto del local programada para el 16 de septiembre. Desde Cultural Resuena, queremos mostrar todo nuestro apoyo al equipo de La Virgen y a su causa que, como explican en su web, es un «problema [que va] más allá de nuestro local y que to[ca] a todos aquellos establecimientos que organizan eventos en la ciudad». «El arco de la virgen», como otros espacios en Barcelona (y en otras ciudades) promueven el arte fuera de los límites del consumo y las vías institucionales, ofrecen obras de gran calidad, y su estrella, la jam de los jueves, es un soplo de aire fresco: no sólo podemos hablar de un grandísimo nivel interpretativo, sino también de creación de momentos de esos que sólo se pueden vivir para entenderlos (y permítanme este paréntesis poético). Salvar «La Virgen» es salvar algo de Barcelona que nos están arrebatando, es pedir algo legítimo: que la ciudad sea de sus ciudadanos y que su normativa se ajuste a las necesidades que nos van surgiendo a los que habitamos sus calles. De un tiempo a esta parte, Barcelona se está transformando en un constructo barroco: una fachada para los turistas, que encuentran en la ciudad obras del modernisme, bocadillos que valen cinco euros y muchas estampitas del Barça. Una fachada que, como en el barroco, poco o nada  dice de la realidad de lo que pasa más allá de Las Ramblas. El cierre de «La Virgen», si se llega a hacer efectivo, no será sólo cosa de los que lo regentas y aquellos que ya nos hemos vuelto asiduos. Será una concesión más a las tramas de poder que nos quieres arrebatar nuestros rincones.

Aquí está la petición, no te vayas sin firmar.

‘La imaginación del futuro’, en el Festival Grec de Barcelona

‘La imaginación del futuro’, en el Festival Grec de Barcelona

Fotografía de Pablo de La Fuente

La imaginación del futuroel nuevo proyecto de la compañía  chilena La Re-sentida, ha estado los días 28, 29 y 30 de julio en el Teatre Lliure de Barcelona, en el marco del Festival Grec. La propuesta es arriesgadísima. Plantean tomar a Salvador Allende como punto de partida, dentro de un plató más o menos contemporáneo de televisión, dirigido por ministros llegados del futuro, en el que se trata de salvar el gobierno de Allende utilizando medios actuales de persuasión en la comunicación. Su aplicación roza el absurdo, al menos ese absurdo al que llegan los desesperados. En ese plató, por el que terminan desfilando versiones -lo menos- esperpénticas del último discurso de Allende a los chilenos (por ejemplo, a ritmo de reggaeton con un fondo ambientado en Heidi y maniquíes con forma de niño de El Corte Inglés -o algún otro centro comercial por el estilo-). En general, la primera parte de la obra, concentrada en mejorar el discurso del presidente, fue un too much. Los actores gritaban y actuaban de forma histérica y exageradísima. Llenaron el escenario de gritos y de explosiones emocionales. En la obra se mezclaron -aprovechando que el presidente tenía que echar la siesta- momentos de dura crítica social, que se hacían pasar por meros entremeses televisivos. Es el caso, por ejemplo, de la aparición de la ‘bala loca’. Las ‘balas locas’ son disparos que recibe gente – los Nadies de los que hablaba Galeano- (también niños)  por un disparador desconocido. La Re-sentida representó este momento de una forma muy inmediata. Los propios actores explicaron que eran conscientes de la mala calidad artística de lo que estaban presentando, pero lo explicaron con el crudísimo «lo social supera a veces a lo artístico». De este modo, expusieron la historia de Roberto, que podría ser cualquiera. Primero, como un adolescente de quince años que no puede pagarse los estudios. Para paliarlo, pidieron dinero al público. Una de las actrices se desnudó delante de un hombre y propuso hacerle una felación, señalando que estaba segura de que por eso sí que pagaría. Fue un momento realmente incómodo. De hecho, algunas personas abandonaron la sala. Yo misma, la principio, me sentí molesta, veía aquello como algo bastante gratuito y, además, con un trasfondo de moral un tanto rancia. Pensaba en cómo se sentiría el hombre al que acusaban gratuitamente de pagar a cambio de sexo delante de una sala hasta la bandera. Pasados unos días, en frío, empiezo a entender un poco más ese momento. Creo que, siguiendo esa línea de exageración, de exuberancia de la que hacían gala desde el principio, ese exceso con el público, de molestarnos y de hacernos sentir mal, era parte de la propuesta de una forma muy consciente. Después de la petición de dinero -que fue más bien poco exitosa-, salió una suerte de hormiga atómica que era la famosa ‘bala loca’ y que terminaba matando a Roberto, tan inocente como todas las vidas truncadas del Chile contemporáneo. Con las apariciones de personajes y fábulas entre la preparación del discurso de Allende, que se intercalaban entre sus momentos de sueño hacen de la obra una suerte de reconstrucción del Cuento de navidad de Ch. Dickens, donde el pasado, el presente y el futuro se tocan peligrosamente.

La figura de Allende en esa obra representa todo de lo que la izquierda chilena no ha sabido apropiarse, todo lo que la dictadura destruyó que aún la transición hacia la democracia no supo recuperar. Este mensaje fue especialmente claro en las escenas finales, donde, quizá, el mensaje se podría reducir en una inversión del último discurso de Allende al decir que «La historia no es nuestra y no la hacen los pueblos», como un canto a la impotencia, a lo perdido y a la izquierda que no ha sabido estar a la altura de sus predecesores. Si algo hace esta obra, que a nivel teatral es un gran crescendo de interpretación y de densidad, es un gran interrogante, sobre la reconstrucción del pasado (si algo así es posible) y sobre la dependencia que el presente tiene en esa reconstrucción. Quizá la palabra no es reconstrucción, sino invocación. El propio director de la obra, Marco Layera, reconoce que una de sus pretensiones era pensar, desde su generación, que vio a Allende como un mártir, si su proyecto era viable o si Chile está(ba) preparado para llevarlo a cabo. La imaginación del futuro es, más bien, la imaginación del pasado y de un presente que sería distinto si ese pasado imaginado pudiese haber sido. Una imaginación que permite contar que Allende, o cualquier presidente latinoamericano, le diga Fuck you al presidente norteamericano o que se entremezclen abiertamente las drogas y la política. Pura irreverencia y desfachatez, como dicen algunas críticas. Irreverencia y desfachatez que son necesarias para liberar a la historia de su velo de pulcritud. La Re-Sentida a querido hacer suyo, desde sus posibilidades, el lema en el que Allende nos prometía la historia.

No puedo dejar de pensar en cómo habría sido esta obra contada desde el golpe de Estado franquista o tejeriano español. Esa es la historia que aún no hemos sabido hacer nuestra.

Música del siglo XX. festival ‘Continuum’ en el MACBA de Barcelona

Música del siglo XX. festival ‘Continuum’ en el MACBA de Barcelona

Cada jueves de julio, a las 19:30, los aficionados a la música contemporánea y aquellos que quieren iniciarse en este mundo, tienen una cita en el Museo de Arte Contempornaeo de Barcelona, el MACBA. Por 5€, pueden escuchar en cada sesión algunas de las piezas imprescindibles para comprender qué ha cambiado en la composición musical en el siglo XX y XXI; y que se programan raramente en las salas de concierto de nuestro país (tampoco son demasiado frecuentes en otras salas, lo que hace de Continuum una propuesta aún más puntera). Cada concierto lo protagoniza un instrumento, y se propone pensar las obras en relación a ese protagonista. Por eso, se trata de un continuum, de un hilo conductor que pone en diálogo las diferentes propuestas. Por un precio módico y en un horario que no es incompatible con ir a la playa, Continuum se presenta como una cita clave en la temporada de verano. Es un festival organizado por uno de los especialistas en música contemporánea y escucha, Arnau Horta. No deberían perdérselo, si pueden darse un salto a la ciudad condal. Nosotros estaremos por allí…

No podemos dejar esta entrada sin una reivindicación que salta a la vista: no hay programadas, o al menos no lo he encontrado, un ciclo de charlas paralelas, o algo parecido, que permita al público no lanzarse sin flotador a la piscina (las metáforas veraniegas me vienen a la cabeza casi sin querer). Proponemos, para siguientes ediciones, darle alguna vuelta al tema de la pedagogía musical. No es una música accesible para todos los oídos de entrada. A veces, hay que pensar si no sería necesario dar algunas herramientas que sitúen al oyente, por mucho que eso se oponga a la escucha ingenua o desinformada (en el mejor sentido posible). Si el alcance pretende ser el «para todos los públicos», me temo que sin pedagogía no es posible. Sólo asistirán los que ya asisten a este tipo de cosas, amigos de los músicos y algún turista despistado. Vale la pena dar un paso más y tomarse muy en serio qué tipo de público queremos para este tipo de eventos.

 

Les dejamos el programa, cogido de aquí: http://www.macba.cat/es/continuum

Jueves 2 de julio
EVOL – Contínuum, expanded (2011- )
Variaciones para electrónica a partir del Continuum (1968) de György Ligeti
Roc Jiménez de Cisneros (electrónica)
El primero de los cinco conciertos (jueves 2 de julio) consistirá en una serie de variaciones electrónicas del Contínuum de György Ligeti a cargo de Roc Jiménez de Cisneros. Estas variaciones son una muestra del extenso trabajo de reinterpretación de esta célebre composición para clavicémbalo que Roc Jiménez de Cisneros y Stephen Sharp realizan desde el año 2011 a través de la publicación de casetes en varios sellos discográficos.

Jueves 9 de julio
Enric Monfort (percusión y electrónica)
Iannis Xenakis Rebonds (1987-1989)
Louis Aguirre – Orun a Elegguá (2015)
David Lang – Anvil Chorus (1991)
Enric Monfort – Bottle Battle (2012)
Morton Feldman – King of Denmark (1964)
Louis Aguirre – Oba Kosso (2004-2015) Nueva versión con electrónica (estreno absoluto)
El jueves 9 de julio, Enric Monfort, percusionista solista y miembro de varias formaciones nacionales e internacionales, interpretará un repertorio que incluye composiciones de Iannis Xenakis, Morton Feldman, David Lang, Louis Aguirre y el propio Enric Monfort.

Jueves 16 de julio
Erica Wise (violonchelo y electrónica)
György Ligeti – Sonata for Solo Cello (1953)
Morton Feldman – Projection 1 (1950)
Kaija Saariaho – Sept Papillons (2000)
Tristan Perich – Formations (2011) premiere de la pieza a escala nacional
El jueves 16 de julio, la violonchelista Erica Wise, miembro del grupo instrumental especialista en música contemporánea Experimental Funktion, pondrá en continuidad la música de György Ligeti, Morton Feldman, Kaija Saariaho y Tristan Perich.

Jueves 23 de julio
John Tilbury (piano)
John Tilbury / Samuel Beckett
Cascando (2004-2005)
Frederic Mompou
Música callada (Angelico) (1951)
Impresiones íntimas. Secreto (1911-1914)
Impresiones íntimas. Pájaro triste (1911-1914)
Howard Skempton
Toccata (in memory of Morton Feldman) 1987
Of Late (in memory of John Cage) 1992
Una barcarola eccentrica (for Dave Smith) (1989)
The Durham Strike (1985)
Dave Smith
Zytnia (2000)
Stuck with Robert (2004)
Terry Jennings
Piano Piece (1958)
Piano Piece #2. Winter Sun (1966)
El jueves 23 de julio el pianista John Tilbury, reconocido intérprete del repertorio de la Escuela de Nueva York y miembro del legendario colectivo de libre improvisación AMM, interpretará su propia música junto con la de Frederic Mompou, Howard Skempton, Dave Smith y Terry Jennings.

Jueves 30 de julio
Ferran Fages (guitarra acústica y olas sinusoidales)
Ferran Fages What might occur (relecturas de Triadic Memories de Morton Feldman para guitarra acústica y olas sinusoidales) (2015) (estreno absoluto)
El jueves 30 de julio Ferran Fages cerrará el programa con el estreno de la composición What might occur, una relectura para guitarra acústica y olas sinusoidales de la composición Triadic Memories (1981) del compositor Morton Feldman.

Contacto
Tel. 93 481 33 68
macba@macba.cat

Pedagogía musical para todos los públicos

Pedagogía musical para todos los públicos

Hay algo que se está despertando en nuestro país. Y es el creciente interés por entender cómo funciona la música. Aunque las salas de concierto siguen llenas de pelos canos y muchas orquestas sobreviven gracias a los abonados que pasan el medio siglo de vida, parece que en España nos acercamos tímidamente a lo que ya pasa en otros países: la proximidad de la música a la gente «normal». Con normal me refiero, sobre todo, a gente que no necesariamente tiene ni un bagaje ni formación musical, pero sí sensibilidad para aficionarse; que sus ingresos están dentro de la precariedad que nos ofrece el sistema actual invadido por los recortes (es decir, que tiene limitaciones para asistir a eventos culturales) y que la música está dentro de un gran abanico de actividades que consideran ajenas a lo profesional o la vida habitual o familiar. Con esto, no quiero decir que los demás seamos anormales (o quizá sí, quién sabe ya lo que significa anormal). Pero es evidente que es el reto para los músicos y teóricos de la música es ver cómo enamorar a alguien que no tiene una formación o un interés muy acusado por la música, sobre todo en el ámbito clásico. En otros países, al menos en Europa, las áreas de pedagogía de las salas de concierto y de las orquestas se han puesto las pilas hace unos años y han comenzado a dirigir sus programas a adultos, y no sólo a niños, como pasaba anteriormente. Cada vez es más habitual, algo que ya pasa también en nuestro país en muchas salas, la organización de charlas antes de los conciertos (y especialmente de las óperas) y que, además, estas charlas ¡estén casi llenas! Los festivales que salen a la calle están al orden del día (hay gente que sólo así puede ver a grandes orquestas) y se potencia, tímidamente, desde las bibliotecas y centros cívicos los cursos y conferencias sobre temas de música. Si antes iban dos despistados, ahora vemos que el cupo casi se llena. Síntoma de esto es que en televisión española hayan decidido traducir al castellano la versión que ya tiene unos años del programa en catalán de Ramón Gener sobre ópera. Muchos lo conocerán: This is operaen la dos, los domingos a las 20:30 (el reciente cambio de horario del programa, que intentaba beneficiar a los madrugadores del lunes, ha perdido a muchos seguidores en Canarias, que a las 19:30 todavía no están delante del televisor…). Muchos conocidos y amigos, que saben que me interesa el tema de la pedagogía musical, me han dicho que es la primera vez que les ha interesado la ópera y que, incluso, les gustaría mucho asistir a una. Habría que pensar, quizá en otro artículo, hasta qué punto el proyecto de Gener da herramientas suficientes para que un oyente no habitual de este género cuando se enfrente a tres horas (con suerte) de ópera si podrá realmente entender algo de todo aquello. Aparte, existe el problema de la oferta. En las ciudades españolas donde el repertorio de ópera es escaso, inexistente, o de calidad dudable, desde hace unos años están los cursos universitarios Opera oberta (casi cada universidad lo ofrece), en la que se explica y proyecta una ópera al mes por un precio bastante razonable, aunque aún algo alejado del «todos los públicos». También en los cines Yelmo (de los que tampoco gozan (sic) todas las ciudades) proyectan ballet y ópera a un precio que oscila entre los 8 y los 15 euros. Si no son las mejores soluciones, sí que contribuyen a que, al menos, la música clásica, este género tan maltratado por la industria (algunos creen que la introducción de Alejandro, de Lady Gaga, que toma las Czardas de V. Monti, cubre su cupo de música clásica anual), tenga algo de visibilidad en nuestra sociedad.

Hay algo sobre lo que tenemos que reflexionar los que intentamos ser teóricos de la música:  qué hacer para que la música clásica, académica, seria, no sé, como lo quieran llamar, aparezca en nuestra sociedad, pero también cómo dar herramientas a los oyentes para que entiendan la música. No queremos formar expertos, pero sí que parece evidente que, igual que se puede educar al ojo, se puede educar al oído. La función que tendría que cumplirse en las escuelas, como pasa en el norte de Europa, nos toca hacerla a los outsiders. Ya saben, «si el saber no es un derecho, seguro será un izquierdo…». Hay gente simpática y muy potente, como Aldo Narejos que, explican, con mucha gracia, algo que Adorno y Horkheimer cuentan con bastante oscuridad en la Dialéctica de la ilustración, en el capítulo «Industria cultural, esto es, la tendencia a la simplificación a la que nos arroja la institucionalización de la cultura. Con esto, no defendemos que la complejidad sea mejor. Lo que sí es mejor es la conciencia crítica, que nos permita manejar las determinaciones que somos. ¿Esto qué significa? Que dentro de que nuestra libertad se reduce a los medios de reproducción y de acceso, formarsereflexionar nos pueden permitir tomar distancia con las imposiciones socioeconómicas. Al fin y al cabo, la música ha devenido dinero, es cosa nuestra hasta dónde queremos participar en el juego, aunque no podamos dejar de jugar. ¿Y cómo nos formamos y cómo reflexionamos? Ahí es donde me quiero concentrar. Eso es lo que, desde mi punto de vista, todavía no es para «todos los públicos». Nos estamos acercando, sí, pero tenemos que seguir trabajando. Algunos de los ejemplos más extraordinarios de nuestras ondas es el programa de Luis Ángel de Benito, profesor del Real Conservatorio de Música de Madrid, que todos los viernes nos cuenta, en radio clásica, los secretos de alguna pieza, en el programa de Música y significado. Es un ejemplo porque no sólo amplía el abanico de música y permite que oyentes que, quizá, no pueden acceder a esta música, la oigan, sino porque explica la obra. Poco a poco, Luis Ángel está en el camino de modificar oídos. Sus monográficos sobre música medieval, renacentista o dodecafónica son un ejemplo de cómo, con unos «trucos», podemos al menos reconocer las características que han marcado una época. No nos olvidemos: la música es expresión de muchas cosas que pasaban en el espíritu de un tiempo. El nuestro ha decidido optar por la reducción al mínimo, al consumo puro; o a la música alejadísima del público, sólo para unos privilegiados frikis (me temo que yo me incluyo entre ellos) y otros tantos diletantes que se enfrentan a escuchar ruidos y disonancias, performances y videoarte, etc. Volviendo a Luis Ángel. Él está haciendo algo que es urgente en nuestro país: hacer que la música deje de ser un «bien cultural», en el sentido de los objetos que se encuentran en vitrinas y sólo sirven para cobrar a turistas, o un «bien de consumo», para ser una articulación de formas de pensamiento. Él da herramientas, el abrelatas, para desmenuzar la obra y degustarla (siento las metáforas culinarias, será la hora…). Ahora, además, lo hace live, en el Auditorio nacional, en Madrid, algunos domingos, con un precio que oscila entre los 10 y los 25 euros pero que incluye hasta el aperitivo. Anda que no nos podemos llegar a gastar unos 20 euros entre croquetas y vermús muchas veces… En esto de la pedagogía musical, en general, Radio clásica es un ejemplo de renovación y de atención a las necesidades de los oyentes. Esto es algo que ha sido criticado por los más ortodoxos, que piden música clásica al uso -las tres Bs: Bach, Beethoven y Brahms, Mozart, y poco más; que se aterrorizan al oír ¡¡¡jazz!!! (uno de los mejores, del desaparecido Cifuentes, uno de los grandes de las ondas), ¡¡¡música contemporánea!!!, ¡¡¡bandas sonoras!!! o ¡¡¡músicas del mundo!!! (esto casi todo en Radio 3), ¡¡música de músicos de hoy!!! o recuperación de olvidados en la historia de la música. Digamos que, el sacrilegio, se ha tornado en hacer de radio clásica algo diferente a aquella radio de hace unos años donde los locutores parecía que tenían la tensión baja mientras decían «a continuación, escucharemos la versión de… de la sinfonía… » que parecían casi un gag de sí mismos, una suerte de realización de la introducción del Vals del segundo de Les Luthiers. Lo que intento decir es que los teóricos y músicos nos tenemos que bajar, igual que en otras profesiones, como en la filosofía, de la torre de marfil, y contar en un vocabulario normal y a gente normal en lo que trabajamos. Más de una vez me he sorprendido viendo el interés que suscita mi investigación -quizá algún día la cuente por aquí-, algo que no sólo motiva a seguir, sino que sorprende a los que vivimos enfrascados en libros y llegamos a pensar que la realidad era eso. Y con esa aproximación no me refiero a que haya  sólo que dar herramientas de escucha, como plataformas relativamente asequibles como Spotify o Youtube, y defender la bajada de precios de las salas de concierto (aunque también es verdad que la gente, en muchas ocasiones, si quiere paga: Sabina cobró en su último concierto entre 30 y 185 euros, los partidos del Barça no son más baratos de 60 euros -lo más barato…- y hay poca conciencia de lo que cuesta una ópera o mantener una orquesta). También tenemos que armar esos oídos que tienen ganas de abrirse de algunos trucos de ciertos elementos teóricos. Para eso, también hay que aplicar el «no me des un pescado, enséñame a pescar». La música no puede ofrecerse como un producto terminado, sino precisamente enseñar que abrir una obra es abrir un mundo.

Para eso hay, también liderado por Luis Ángel, una excelente oportunidad este verano. Se trata del XIII Curso de análisis musical: «música, significado y divulgación», que se celebrará en la sede de la UIMP de Cuenca entre los días 27 y 29 de julio de 2015 (aquí está el programa). La idea es pensar, precisamente, como ganar a un público normal (véase la descripción de normal más arriba). Van profesores, músicos, teóricos y también esa gente normal que cuenta sus experiencias. Aparte del curso y las charlas, lo mejor son las discusiones -mejor entre tapas conquenses- que abren los ojos y los oídos, también a aquellos que nos creemos que por llevar toda la vida en la música oímos todo. Y a veces nos olvidamos de lo importante: oír a aquellos que tienen ganas de aprender a escuchar. Además, la Escola Superior de Música de Cataluña ofrece unos excelentes cursos de verano, que permiten profundizar o introducirse en un tema nuevo, como la música noise (pincha aquí para más información).

Para otro día dejamos el tema, que introdujimos una vez, sobre el formato de concierto…

*¡Que conste! Yo no iré a ninguno de los dos cursos por motivos  laborales, ¡así que esto no es publicidad engañosa ni nadie me paga por hacer publicidad!

Jorge Represa, afinando obturadores en La Habana

Jorge Represa, afinando obturadores en La Habana

Fotografía © Jorge Represa véase original en http://jorgerepresa.com/suena-habana/

Poco se puede añadir sobre la calidad y buen hacer del fotógrafo Jorge Represa. Su intención es poner el ojo donde nadie lo pondría, porque es lo normal, lo habitual, lo esperado, aquello que pasamos de largo por cotidiano y que, sin embargo, encierra la poesía de lo diario. Conocemos los retratos a esa gente famosa, famosísima, de la inalcanzable para los simples mortales -estoy hablando de Woody Allen o Naomi Campbell, pasando por Leonard Cohen o Almodovar- que, a través de su cámara, se vuelven uno de nosotros, una persona normal, con sus miedos, sus problemas y sus manías. Represa hace que su rostro le cuente a la cámara lo que no le puede contar al periodista en una entrevista, porque no se puede salir del programa.  Represa es sencillez y profundidaz. Es el ojo de lo normal, que nos han arrebatado a base de proponernos el entretenimiento del smartphone, que nos hace olvidar del smartworld.

En esta ocasión, Jorge Represa se ha ido a La Habana unos días de la mano de Michel Hernández con un proyecto que parece imposible: captar la música a través de su cámara, hacer que la fotografía suene. Es el reto de un arte mudo, como es la fotografía, que habla sin decir nada y ahora, además, no sólo quiere tener una banda sonora, como el cine, sino también ser en sí misma parte de la música que se ve en cada disparo. A La Habana, que es una ciudad de la que Lorca dijo «La Habana surge entre cañaverales y ruido de maracas, cornetas chinas y marimbas», sólo se la puede captar si suena, si resuena, e inunda las calles con el ritmo y los cantos.  Eso es: puro sonido, son, baile y también forma de vida. Eso es lo que nos cuenta las fotografías de Represa. Como el resto de sus proyectos, aunque no nos lo diga, parece que algo de él mismo se ha quedado en cada disparo. Su mirada, desde luego, pero la historia de cómo se encontró con la madre que juega con su hijo, o las niñas que ensayan una coreografía, o los retratos de tantos músicos locales, como Joya, Betancourt, Plá, Chappotin… lo que no nos cuentan inmediatamente las fotografías, pero aparece -y ahí está su calidad-, es el luego y el antes. No sólo en el luego y el antes de la fotografía, sino de aquellas vidas, que no tienen sentido, como nos recordó hace muchos años Nietzsche, sin la música. Las fotografías de La Habana nos abren la puerta a algunos de los secretos de las tardes y las noches de rones y son. La Habana de la que nos habla Represa es muy parecida a la de Leonardo Padura (del que hablaremos próximamente), aquella que el escritor alaba porque: «es un lugar en el que siempre puedes iniciar una conversación con un extraño en una parada de autobús.» Esta vez, en lugar de hablar con palabras, se ha hecho con música y con obturadores. Y a nosotros nos encanta.

Para más información y seguir viendo fotos, pincha aquí