por Elio Ronco Bonvehí | Jun 16, 2015 | Críticas, Música |
Daniel Brenna (Alwa), Johan Reuter (Dr. Schön), Mojca Erdmann (Lulu), William Burden (Der Maler). Foto: Clärchen & Matthias Baus
Por primera vez la versión completa de Lulu, con el tercer acto orquestado por Friedrich Cerha, subía al escenario de la Opera Nacional Holandesa en una coproducción con la English National Opera y el Metropolitan de Nueva York. Precisamente en el marco de la temporada de éste último teatro, la producción dirigida por William Kentridge será retransmitida en cines de todo el mundo el próximo 21 de noviembre. Sirva esta crítica, pues, de avance y motivación para esta retransmisión. (más…)
por Elio Ronco Bonvehí | Jun 2, 2015 | Críticas, Música, Sin categoría |
Han pasado ya cinco años desde que un joven Pablo González asumiera la titularidad de la OBC y este fin de semana acabó un ciclo que, como ya viene siendo tradicional en la OBC, ha sido polémico. Martínez-Izquierdo (2002-2006) despertó odio entre público, crítica e incluso, parece ser, entre parte de los músicos (posiblemente por su apuesta por repertorio más contemporáneo). Tras él llegó Eiji Oue (2006-2010). El japonés logró ganarse el apoyo incondicional de un público que llenaba la sala y de una orquesta que bajo su batuta creció y brilló como nunca lo había hecho. A pesar de las continuas muestras de apoyo del público y tras una fuerte campaña de desprestigio por parte de ciertos medios, la dirección de la OBC decidió no renovarle el contrato. El siguiente fue Pablo González (2010-2015). Ni odiado ni querido, sus apariciones al frente de la OBC se han caracterizado por una gran e impersonal corrección. (más…)
por Elio Ronco Bonvehí | May 4, 2015 | Artículos, Música |
Mucho se ha escrito sobre el uso de motivos conductores en las óperas de Wagner, casi siempre a un nivel superficial y con un mero afán de catalogación. Es evidente que una simple etiqueta no puede dar cuenta de la multiplicidad de matices codificados en cada uno de los temas y en sus sucesivas apariciones y transformaciones a lo largo de la Tetralogía. Aún así, hay casos en los que los nombres dados son tan desafortunados que consiguen esconder el verdadero significado del tema y crear problemáticas innecesarias. El caso más significativo es el del llamado motivo de la renuncia al amor. Se trata de un motivo muy fácil de reconocer por su melodía sencilla, su carácter triste y sombrío, y el fuerte contraste que supone su primera aparición en una escena de alegría general. Su nombre parece natural dadas las palabras que acompañan al motivo en su primera aparición en El Oro del Rin, el prólogo de la Tetralogía: Sólo quien renuncia / al poder del amor,/ sólo quien rechaza / el placer del amor,/ sólo él logra el prodigio / de forzar al oro a hacerse sortija.
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por Elio Ronco | May 3, 2015 | Críticas, Música |
Quatuor Ardeo
Carole Petitdemange, Mi-Sa Yang – violines
Noriko Inoue – viola
Joëlle Martínez – violonchelo
Obras: Cuarteto n. 1 en la bemoll, op.7 de Bela Bartók. Cuarteto n.14 en re menor, D810, «La muerte y la donzella» de Franz Schubert.
La serie de conciertos ECHO Rising Stars es una feliz iniciativa de la organización europea de salas de concierto, de la cual l’Auditori y el Palau de la Música forman parte. El funcionamiento es simple: cada miembro de la organización nomina a un artista o conjunto joven que tendrá la oportunidad de realizar una gira por las distintas salas europeas. El resultado es un ciclo con músicos de altísimo talento y motivación que aprovechan al máximo esta oportunidad para darse a conocer internacionalmente en un mundo en el que, por desgracia, la fama sigue valiendo más que el talento. Asistir a un concierto de esta serie es, casi siempre, una revelación para el espectador. La juventud de los músicos asegura entusiasmo y frescura, a la vez que la elección del repertorio suele ser más original que la de la mayoría de conciertos de cámara.
El Quatuor Ardeo fue nominado por el BOZAR de Bruselas y el Concertgebouw de Amsterdam. Se trata de un joven cuarteto constituido el año 2001 en el Conservatorio Superior de París. Su propuesta de programa fue un compromiso entre clasicismo y modernidad: Bartók en la primera parte y Schubert en la segunda.
El nivel técnico mostrado en las dos obras fue impecable. Las cuatro interpretes consiguen una sonoridad cohesionada y dúctil, capaz de moverse sin problemas desde el sonido claro y luminoso mostrado en el cuarteto de Bartók hasta las resonancias más oscuras que reclama el de Schubert.
El cuarteto número 1 de Bartók es muy exigente para los músicos. Requiere una gran coordinación en un continuo juego de interacciones entre los distintos instrumentos, que las integrantes del cuarteto Ardeo realizaron con gran precisión. Los pasajes a terceras entre los violines y entre chelo y viola fueron de una limpieza admirable y el equilibrio dinámico fue tan cuidado que ningún instrumento sobresalía del conjunto. El fraseo sugería frases largas y combinado con la estructura acelerante lento-allegretto-allegro vivace logró una gran sensación de direccionalidad que conducía inevitablemente hacia la conclusión de la obra.
El cuarteto de Schubert se reservó para la segunda parte, invirtiendo el orden cronológico. En esta ocasión el cuarteto Ardeo mostró un sonido algo menos cohesionado, con el primer violín sobresaliendo ligeramente en algunos momentos, aunque en otros, como en el delicado segundo tema del primer movimiento, se reintegraba perfectamente al conjunto. En el coral que inicia el segundo movimiento -que contiene el material de la canción que da nombre a la obra- se echó en falta la precisión demostrada en la primera parte. El sonido resultó sorprendentemente superficial en el piano inicial y no recuperó la sustancia hasta que alcanzó el forte. A partir de aquí el nivel se estabilizó rápidamente logrando momentos de gran intensidad y belleza, especialmente en la segunda variación, con la melodía interpretada apasionadamente al chelo. El resto de movimientos fueron interpretados con mucha energía y entusiasmo, lo que se tradujo en una versión muy apasionada, más atormentada que trágica.
Por Elio Ronco Bonvehí
por Elio Ronco | May 3, 2015 | Críticas, Música |
Intérpretes
ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA
Emmanuel Krivine, director
Camilla Nylund, soprano
Obras
W.A. Mozart: Sinfonía n. 31 «París»
R. Strauss: Cuatro últimas canciones
D. Shostakovich: Sinfonía n. 5
El principal director invitado de la OBC presentó en su último concierto de la temporada un programa incoherente que mezcló obras de Mozart, Strauss y Shostakovich. Aparentemente la sinfonía de juventud del salzburgués, las canciones de madurez del vienés y la espectacular sinfonía del ruso guardan poca relación, y el concierto no logró modificar ésta impresión.
La interpretación de la breve sinfonía de Mozart resulto poco más que un trámite. Con un sonido algo anémico, a la versión de Krivine le falto frescura y alegría. Tampoco empezaron bien las cuatro últimas canciones de Strauss. Ya con la plantilla orquestal al completo, el sonido seguía siendo pobre, superficial. Este aspecto mejoró a lo largo de la obra, que acabó con un Abendrot de sonido ya compacto y cuidado. La construcción, en cambio, no mejoró. Los distintos grupos instrumentales sonaron desequilibrados durante toda la obra desvirtuando su textura y hubo repetidos problemas de afinación en los violines y violas. La voz tampoco quedó bien integrada con el sonido orquestal. A pesar de ello, Camilla Nylund hizo una excelente interpretación, algo distante pero técnicamente impecable, con una línea de canto de gran elegancia por su legato sólido y unos agudos delicados y seguros. La melancolía que destilan las canciones se convirtió, a través de su voz, en serena resignación.
Solo en la segunda parte, con la quinta sinfonía de Shostakovich, la OBC se acercó a su mejor sonido. También Krivine mejoró su rendimiento, controlando mejor los distintos planos instrumentales. A pesar de todo, persistió la sensación de que Krivine no supo combatir los problemas acústicos de la sala, cosa que si han logrado muchos colegas suyos menos experimentados y sin su responsabilidad de ser el principal director invitado. Las cuerdas recuperaron el nivel y los vientos destacaron con muy buenas intervenciones, especialmente las solistas de oboe y fagot.
Es preocupante observar como oscila el nivel de la OBC esta temporada y, especialmente, que el peor rendimiento suela coincidir con los conciertos del director titular o el principal invitado. Esperemos que la situación se regularize con la nueva titularidad que estrenará Kazushi Ono la próxima temporada.
Por Elio Ronco Bonvehí