Título original: Nightcrawler
Año: 2014
Duración: 113 min.
País : Estados Unidos
Director : Dan Gilroy
Guión: Dan Gilroy
Música: James Newton Howard
Fotografía: Robert Elswit
Reparto:Jake Gyllenhaal, Rene Russo, Riz Ahmed, Bill Paxton, Kevin Rahm, Ann Cusack,Eric Lange, Anne McDaniels, Kathleen York, Michael Hyatt
Productora: Open Road Films / Bold Films
Louis Bloom es un excelente observador, frío calculador, en ocasiones desconcertante, pero por encima y a pesar de todas las cosas, es un superviviente extremo. En los primeros momentos de la película se nos hace partícipes de sus métodos: agresión improvisada con una dosis de verborrea bien construida. El pilar sobre el que se construye y apoya la trama es, sin duda alguna, la intrigante figura del protagonista. Jake Gyllenhaal, en el papel de Louis Bloom actúa mostrando un carácter ingenuo y despreocupado, pero nada más lejos de la realidad. Debajo de esa fachada se encuentra un depredador frío y calculador que utilizará todo aquello que sea necesario para conseguir sus ambiciones, en este caso, una amable presentación inicial edulcorada con un discurso bien preparado. Se defiende con un puñado de palabras inteligentemente escogidas, sumamente formales, exponiendo sus puntos de vista y necesidades como si de un folleto publicitario se tratara. Un discurso enlatado que en primera instancia, consigue atrapar la atención (nuestra atención) y a veces confundirnos en este hábil e ingenioso discurso.
Sin duda, todos nos creemos que sabe de lo que habla, y sobre todo, el cree firmemente en la efectividad de sus estrategias. La sorpresa viene al descubrir que toda esa aparente profesionalidad no es más que una máscara, un cúmulo de conocimientos que de una manera concienzuda ha recabado en una búsqueda exhaustiva por internet. Un corta y pega de información relevante sacadas de aquí y de allá creando el puzzle de rotundidad que luego utiliza como fachada ante el mundo. Todo en él es un fraude, la figura que ha construido de sí mismo es un fraude, una cáscara vacía, su amable presentación, sus gestos calculados, los conocimientos de los que alardea. Lo único que es real en el (sumamente real) es una extrema ambición de conseguir el reconocimiento que cree que merece, a costa de lo que sea y quien sea. Y bueno, no hay nada más inhumano que el narcisismo exagerado, excepto cuando este narcisista es además un agresor y criminal en potencia.
Lo curioso es que, lejos de sentir odio por él, el espectador acaba desarrollando una cierta simpatía por este personaje. En ocasiones es divertido ver como elabora estos discursos para intentar confundir, engañar y manipular a todos aquellos que forman parte (interfieren) de su camino. Podríamos decir que uno de los grandes méritos de esta película es conseguir que su protagonista consiga transmitirnos precisamente esto, una paleta muy diversa de emociones: admiración, sorpresa, frialdad, desconcierto, simpatía y muchas veces, extrema tensión. Nunca sabes cuál será su siguiente carta a jugar, y eso es lo que nos mantiene todo el tiempo enganchados y además, en suspense.
A pesar de estos inteligentes mecanismos de supervivencia, Louis Bloom está solo, muy solo. (Con la única compañía de una pequeña planta de interior en su diminuto apartamento, la única cosa sobre la que curiosamente parece sentir algún tipo de afecto). Una interesante consecuencia de este talento desarrollado para sobrevivir y obtener éxito, es que en este caso, como en muchos otros, el vencedor está solo. Lejos de hurgar en las raíces y en los posibles males de una sociedad aislada y sumamente individualista, Nightcrawler nos habla de aquellos comportamientos que favorecen y se encargan de fomentar este tipo de existencia alienada. El héroe de esta historia es claramente un antihéroe en todo lo que representa, desde sus frases sacadas de contexto explicadas con una racionalidad inhumana hasta sus comentarios manipuladores empuñados con una afilada frialdad. Pero lo más controvertido de esta figura es que tristemente, refleja a la perfección un tipo de perfil que la sociedad actual se encarga de favorecer concienzudamente, el hombre producto. Gestos calculados, palabras adecuadas, elegante discurso reflexivo como explicación a su conducta, y ostentosas palabras formales, arrastrando por delante lo que haga falta. Discursos enlatados, personas vacías. El perfecto disfraz del éxito.
Lo más interesante y alarmante de todo esto es que, de alguna extraña manera nos gusta verlo triunfar, porque los manipuladores, en el fondo, nos atrapan. Sería incierto decir que no sentimos una especie de admiración por estos escaladores sociales, inteligentes, observadores, y sobre todo, exitosos. A veces pasando por alto, ingenua o conscientemente, los métodos que utilizan. En este caso, nuestro protagonista se sale un poco de este tipo de personajes cliché, del estilo “George Clooney in the dark side”. Louis Bloom no es carismático ni extremadamente habilidoso, pero por esto mismo, es fácil cogerle cariño cuando poco a poco, obtiene victoria.
Y es que esta película actúa como un preciado termómetro del punto en que se encuentra actualmente la sociedad. Con un privilegiado acceso casi ilimitado e instantáneo a la red, nos vemos día a día arrastrando a la vez todas sus consecuencias. Se nos habla de los peligros del uso de la información sacada de contexto. Son millones los datos a los que podemos acceder haciendo unos sencillos clicks, que al final acaban compartimentados y usados muy lejos de la realidad donde se inicialmente se aplican. Aspecto que favorece absolutamente el hecho de que cada uno lo utilice solo en su propio beneficio. El mismo Louis Bloom lo dice en una ocasión… todo se puede encontrar en internet. Esto es exactamente lo que ocurre con la charlatanería de Louis Bloom, él se pasa todo el día, delante de su ordenador.
Incluso nosotros, como espectadores pasivos de la pantalla, nos vemos en ocasiones enredados en sus razonamientos de robot, sintiéndonos igual de confusos que los interlocutores a los que se dirige. Es fácil identificar algunas de las técnicas de negociación y habilidades sociales que utiliza, pero obviamente, fuera de la filosofía que encarnan estas técnicas, más cerca de aspectos como la mejora de la comunicación y el entendimiento mutuo. Como vemos, una vez más, lo importante es el uso personal que le damos a las herramientas. Y Lou sabe utilizarlas de manera brillante.
¿Estamos las personas preparadas para desenmascarar a un mentiroso y manipulador patológico? Interesante pregunta. ¿Estamos preparados para hacer frente a un acoso oculto y disfrazado de amables palabras? Vivimos en una sociedad que potencia todo este tipo de técnicas como manera de adelantar en la escalada hacia el éxito, pero no estamos preparados para protegernos contra ellas. Quizá, solo quizá, deberíamos plantearnos cuál es, o de qué se trata, esa cima que tan intensamente codiciamos.
por Milagros Palomo