Obras de Vivancos, Brahms i Dvorak.
Arnau y Abel Tomàs. OSV. Rubén Gimeno, director.
Teatre de La Faràndula de Sabadell. 29-5-2015.
La Faràndula acogía el último concierto sinfónico de la temporada de la OSV en este teatro. Lo hacía con un programa denso, exigente y, en general, bien defendido pero con resultados diferentes en la preparación de las obras. Algo fehaciente en un Doble concierto brahmsiano sesgado, aséptico, sin la necesaria capacidad expositiva y de análisis.
La sensación de cautela y prudencia en orquesta y director contrastaban con la seguridad y compenetración de los hermanos Tomàs. En apariencia el balance era suficiente pero en el detalle se apreciaba, por ejemplo, un Andante sin ningún vuelo lírico y movimientos extremos muy perfectibles en las texturas y los tratamientos motívicos. De bis y para complacer cualquier sombra de duda entre el público, ofrecieron la segunda de las Danzas eslavas Op. 72 de Dvorak.
Es fácil presuponer escasas sesiones de ensayos si el jueves anterior la OSV actuaba en La Sagrada Familia en un concierto mediático con Andrea Bocelli -por cierto, sin ningún anuncio ni nota de prensa informativa- y el viernes y el sábado ofrecía este repertorio. Los nuevos gestores de la OSV han de procurar que tiempo y economía, dos factores reales y difíciles de encajar no lastren la excelencia interpretativa. La orquesta tiene calidad y los directores invitados o titular, ideas.
El mismo concierto lo reflejaba: el tercer y cuarto movimientos de la Novena de Dvorak fueron los mejor servidos con detalles tímbricos, rítmicos, equilibrios de planos y fraseos entusiasmantes en una obra archioida. Planteada desde el estándar romántico, solo la diferencia del gesto y actitud de la batuta respecto a Brahms ya evidenciaba que, más allá de ser una sinfonía abordada anteriormente, sabían qué buscaban: por ejemplo, un Largo temperado sin endulzamiento ni tempi dilatados dotando, además, de gran fuerza a los silencios.
Aeternam
El estreno de Aeternam de Bernat Vivancos, actualmente compositor residente en el Palau de la Música Catalana, acercaba al oyente a uno de los nombres que ya es un referente más allá de las limitadas tierras catalanas. Escrita para dos conjuntos de cuerda en disposición antifonal y frontal al público, un cierto tratamiento minimalista y valores de nota largos no me pareció la más sugerente de sus composiciones ni la más adecuada al programa. Pero en estos casos, sabe el lector, que el firmante es de los que no se esconde de la necesidad de una segunda audición.
Por cierto, la lentitud exasperante en la adecuación del escenario (hecha a oscuras por un solo operario) alargó en más de 10 minutos de espera la audición de Brahms. Fuera un problema por falta de personal en La Faràndula o no, la demora fue irritante y no recibió las justificaciones oportunas.