En el amplio repaso a las novedades del sector discográfico, el apartado vinculante a lo catalán tanto desde la creación como de la interpretación sigue dejando huellas de un interés y actividad que sorprende en un terreno cuya supervivencia cada vez es más incierta. Pese a ello, las discográficas prosiguen ofreciendo sus servicios e impulsando un conocimiento al alcance del melómano medio. En esta tercera entrega se abordan dos compactos cuyas coordenadas son disímiles: por un lado, una recuperación vinculada al ámbito de la musicología feminista; por otro, la edición de la obra de Salvador Brotons, un compositor y director que en los últimos años ha realizado una meritoria labor como titular de la Banda Municipal de Barcelona.
Compositoras catalanas del Noucentismo
Se puede afirmar que Occidente ha construido su historia sobre un monologo analítico, y las mujeres han estado dentro de la alteridad, la otra de la otra, y a la vez, la otra de si mismas. Su música y su existencia sonora son aún un mapa críptico de un camino por recorrer. En este sentido, iniciativas y trabajos como el presente, editado por la sabadellense La mà de Guido, son un instrumento para reescribir una historia reductora y demasiado centrada en la tradición erudita. De este modo la recuperación de canciones de compositores catalanes del Novecentismo a cargo de María Teresa Garrigosa (ref.: LMG 2127. 53 minutos) participa de la revisión epistemológica con que la musicología feminista hace años que agita el canon musical establecido. Además prolonga la sombra de un disco anterior dedicado a las compositoras modernistas editado por la misma discográfica.
Acompañada al piano por Silvia Vidal, Garrigosa presenta una selección que es un claro ejemplo de integración en las corrientes artísticas del momento, fundamentadas en un progreso basado en la recuperación de las raíces culturales del pueblo catalán, al tiempo que la dignificación de la mujer en la sociedad. La mayoría de las compositoras reunidas (desde Lluïsa Casagemas, Ònia Farga y Blanca Selva hasta Maria Infiesta y Margarida Orfila, sin olvidar a Paquita Madriguera y Montserrat Campmany) canalizaron las aspiraciones artísticas y sociales a través del piano como vehículo de autorrealización. Al margen de una distracción, el instrumento fomentaba oficios como el de maestra de la música mientras que las lecciones de canto y piano eran el incentivo para desarrollar unas carreras musicales que, a menudo, también combinaban la actuación solista -a pesar de los prejuicios de la época- con las facultades compositivas.
Maria Teresa Garrigosa canta los textos con claridad (catalán, castellano y francés), buen legato y, en general, las cualidades liederísticas propias para unas piezas que no exigen virtuosismo vocal ni contraste acusado de registros. La expresividad es cuidada y modelada a pesar de una puntual tendencia a operizar algunas canciones para conferir mayor dramatismo. Sabe mantener una línea vocal dotada de color a través de una considerable diversidad de matices. Igualmente dota de idiomatismo, por ejemplo, el andalucismo de los Cantares andaluces de Ónia Farga, las líneas afrancesadas de Blanca Silva y el perfil de tonada popular de Margarida Orfila. Silvia Vidal demuestra un habituado ejercicio de estudio y equilibrio de sonido en cuanto a timbre y volumen, especialmente en las canciones de Madriguera.
Brotons y la proyección de la banda
Naxos ha editado un compacto (ref.: 8.573361. 61 minutos) con cuatro de las composiciones del amplio catálogo de Salvador Brotons (Barcelona 1957) en un programa que sintetiza su estilo y su estética. A pesar del tratamiento melódico flexible y la dialéctica entre tonalidad y atonalidad, se aleja del afrancesamiento y el germanismo serialista y se acerca a los universos de Prokófiev, Shostakóvich, Bartók o Poulenc. En sus obras no se pierde la raíz tradicional ni el uso de las formas habituales (forma sonata y temas con variaciones), ni la voluntad lírica, ni los contrastes dramáticos en una música abiertamente comunicativa. Quizás, por eso, Brotons es uno de los pocos compositores catalanes actuales que recibe encargos y estrenos con cierta “normalidad”.
Lo corrobora la primera grabación de la Simfonia núm. 6 “Concisa” (2011) de ascendencia americana (Bernstein y el lenguaje fílmico) y tendente a la espectacularidad con explosiones tímbricas, efectos de conjunto y ritmos obstinados. También hay que citar su primera obra escrita para banda, Rebroll (1982), claramente deudora de Shostakóvich en la construcción de algunos bloques, el uso de un lenguaje percusor e incisivo, con repeticiones de una misma nota y células destacadas por los trombones y las tubas en solo. Obstinació (1991, rev. 2013) se presenta en transcripción y revisión para banda ganando fuerza y apostando por la búsqueda de los límites virtuosísticos del conjunto con unos resultados equiparables a los de la orquesta sinfónica. Por último Glossa sobre l’Emigrant (2008) toma temas catalanes como paráfrasis y cita. Es una magnifica pieza de concierto que acoge lirismo, fluidez discursiva y que concluye con un final típicamente brotonsiano, lleno de esplendor y optimismo, citando la composición de Vives y Els segadors. No en vano, es uno de los máximos representantes del nacionalismo catalán contemporáneo.
El propio Brotons asume el rol de director-compositor y saca un gran rendimiento a la Banda Municipal de Barcelona, formación de la que es titular desde el 2008 y que ha proyectado a un nivel artístico elevadísimo. Coherente con su talente, transmite la efusividad, la vehemencia y la claridad de quien busca ser explícito y expositivo tanto en la política como en la batuta. La captación de sonido es excelente y la edición, dentro de la escasez habitual de Naxos, cuenta con explicativas notas de carpeta en inglés y catalán del propio compositor.