Foto sacada de: http://www.pinknews.co.uk/2016/01/18/russia-is-actually-considering-jailing-gays-who-kiss-in-public/

Cuando hace unos meses la Corte Constitucional en Bogotá sacó la cara por todo Colombia, marcó una raya sin precedentes en la historia del país y le puso un tatequieto a la discriminación en materia de derechos entre los individuos con distintas orientaciones sexuales, algunos políticos reaccionaron y, ni cortos ni perezosos, levantaron una campaña mediática en contra del progreso en materias de igualdad e inclusión en el país. La corte defendió el derecho a la adopción y al matrimonio de las parejas del mismo sexo, algo que causó escozor en el conservadurismo colombiano. La bandera del movimiento homofóbico liderado entre otros por el archiconservador procurador general de la nación Alejandro Ordóñez y la senadora Vivianne Morales y su marido, lleva el slogan de “defensa de la familia” y “en contra de la ideología de género”. Sin embargo, el movimiento ha encontrado un auge excepcional en los últimos días con motivo de una implementación del Ministerio de Educación y de su ministra Gina Parody (la cual salió del closet hace un tiempo públicamente) en las políticas de inclusión y de aceptación de la diversidad sexual en los colegios. Estos cambios fueron motivados, entre otras cosas, por la tragedia de Sergio Urrego, alumno que llegó al suicidio por el matoneo homofóbico. Esta nueva bandera de la educación colombiana, en dirección a un país incluyente y diverso, llevó a algunas fuerzas políticas, motivadas claramente por el sector uribista, a implantar e propagar el chisme de que se habían repartido cartillas pornográficas para “convertir” a los niños a la “ideología de género”, es decir denunciaban que existía una maquinaria de ‘conversión homosexual’ en la educación escolar.

Se dice que la ignorancia es atrevida, pero en Colombia se es atrevido sin vergüenza y por eso se acepta la ignorancia sin vacilación. Basta echarle un ojo a la historia del país y darse cuenta que uno de los políticos más salpicados de escándalos en los últimos años sigue sentado en el parlamento, ya no como presidente sino ahora como senador (hasta el mismo Pablo Escobar estuvo sentado allí). Es por eso que ya la situación no sorprende, sin embargo quisiera aclarar un par de puntos importantes que, por más de que sean obvios para muchos de nosotros, deben ser recordados una y otra vez en un pueblo sordo, sin memoria:

  • Aunque ya se mostró que las famosas cartillas educativas no eran más que un cómic pornográfico belga, el procurador Ordóñez se lanzó en ristre contra lo obvio y ya descartado, y sigue diciendo que la ministra miente. En Colombia cuando una mentira es sostenida con testarudez, esta se vuelve verdad para muchos por más de que su irrealidad sea contundente (he allí un aspecto del realismo mágico colombiano).
  • Aunque las cartillas educativas no hayan sido más que un chisme y un saboteo de las políticas incluyentes del gobierno, cabe aclarar que la homosexualidad no es una ideología ni una religión como sí son las ideas de “familia” y “naturaleza” que defienden los homofóbicos. El deseo sexual no se enseña y la clara muestra de esto es que muchos fuimos bombardeados desde pequeños con erotismo heterosexual sin compartirlo nunca en ningún momento. El confrontar a los niños con dos hombres o dos mujeres dándose besos sí sería una confrontación necesaria en una sociedad que se estremece ante muchos actos de amor y se inmuta ante muchos de violencia y sevicia.
  • El llamar a los estudios de género (más conocidos como gender studies) como “ideología de género” es una clara muestra de la ignorancia y del subdesarrollo del país. Es justamente la ciencia la que por medio de métodos críticos ha llegado a desmantelar las ideologías ciegas y sordas que comparten muchos (piénsese por ejemplo en Galilei). La ciencia y la crítica es la cura de las ideologías, llamar a estas mismas como ideologías es un acto de ignorancia. La desfachatez de decir que los estudios críticos de género son una ideología raya con la desvergüenza (sin embargo para nadie ha sido un secreto que el procurado no carece mucho de ella).
  • Se le tiene un gran miedo a la libertad que puedan llegar a recibir los niños en su libre desarrollo personal y sexual. Tienen miedo por ejemplo de que tengan libertad de decidir entre una falda y un pantalón, y cuando se les pregunta por qué, remiten inmediatamente a palabras como “valores tradicionales”, “la naturaleza y el nacimiento” y demás. Ahora yo pregunto: ¿qué es ideología entonces? La naturaleza nos da solamente una constitución orgánica, lo que cada uno desee hacer con ella es parte del libre albedrío de cada individuo, de su libertad. ¿Dónde están esos libros de Dios, esas instrucciones de qué hacer con su cuerpo? El creer que ese libro es legible o, peor, que lo hemos leído, eso es ideología. Hay entonces un claro miedo a la libertad y es precisamente un miedo que radica en el asco a lo nuevo, a lo que se sale de su status quo, del estancamiento de sus vidas.
  • Hay un concepto clásico en la teoría de la ciencia que se llama “falacia naturalista” (naturalistic fallacy) y radica en la confusión entre lo que ES y lo que DEBER SER y se sabe, desde hace mucho tiempo, que es una falacia derivar de lo que se ve una ley moral. Ese es otro argumento de los homofóbicos: en la naturaleza no vemos que los animales tengan esas “inclinaciones impuras” (de lo cual yo no estaría tan seguro). Por cuestiones lógicas es una falacia decir que si vemos algo por eso tiene que ser así nuestro comportamiento. Por otro lado, la premisa en sí es falsa: el hecho es que observamos que los hombres, animales al fin y al cabo, tienen estas inclinaciones no convencionales. Se piensa entonces que el hombre se sale de la naturaleza, de alguna forma, ¿de cuál?, eso no lo aclaran. ¿Dónde está la frontera entre lo no-natural y lo natural, lo animal y lo no-animal? ¿No es esa frontera pura ideología?
  • Los homofóbicos dicen que tienen derecho a opinar lo que quieran y que sus opiniones tienen que ser respetadas. Hay un gran problema respecto a esto, ya que ninguno de ellos podría hoy en día decir lo mismo del racismo o del nazismo: nadie aceptaría que una opinión racista o nazi sea sostenible, de hecho todos sabemos que estas opiniones son peligrosas y la historia nos lo ha demostrado. Ahora bien, la opinión de que Dios nos hizo hombres y mujeres y la familia se compone entre hombre y mujer y que el resto no es natural o (como dijo la diputada archihomofóbica Ángela Hernández en una entrevista) ‘no es éticamente aceptable’, es de igual manera peligrosa y la historia nos lo ha mostrado (véanse los muchos casos de suicidios y matoneo en Colombia y EEUU, o bien las matanzas del EI a homosexuales). La opinión de que alguien es natural y otro extraño, perverso u obsceno, es una opinión segregante, odiosa y por ende peligrosa. El derecho a opinar es inquebrantable pero con argumentos y no con ideologías ciegas y en contra de la armonía entre la diversidad de una sociedad: la historia es testigo de los desastres de estas opiniones.
  • Colombia es un país laico, los argumentos que se basan en la Biblia y en Dios no son válidos en una discusión de derechos jurídicos.
  • Se dice que es una cuestión del pueblo decidir estas cuestiones y que la corte suprema o el gobierno no puede imponer políticas incluyentes. Es precisamente el estado (y gracias a Dios por lo menos esto funciona en ese país) el que tiene que cuidar a las minorías de una dictadura de la mayoría. Porque una gran masa de personas piense algo no quiere decir que esto sea bueno o verdadero. El gobierno y el estado tienen que garantizar la armonía, la seguridad y la funcionalidad del cuerpo social, ya sea inmiscuyéndose en el ámbito privado (de la misma forma que un hombre no puede maltratar a su mujer y a sus hijos por más de que este esté en su casa). Estos organismos vigilan y proporcionan políticas para que no se llegue a situaciones perjudiciales para la sociedad y esto ocurre en todos los estados modernos. Una minoría es minoría y es discriminada porque la mayoría la discrimina y si pusiéramos en manos de la democracia ciertos principios inquebrantables (como la igualdad de derechos) viviríamos en un caos absoluto ya que las masas pueden ser manejadas por los afectos como marionetas (recuérdese al Nazismo en donde las masas nunca por ser muchos tuvieron la razón).
  • El estado tiene que regular las políticas de educación del colegio y del hogar cuando estas ponen en riesgo la salud corporal y mental de los individuos. No es una intromisión en el hogar lo que hace el ministerio, es más bien su deber de controlar que mal llevadas informaciones no desemboquen en un desequilibrio social. El estado está comprometido con la salud y seguridad de todos los individuos y eso incluye también a aquellos como Sergio Urrego. Todas estas políticas son entonces pro-familia, es decir, tratan de garantizar la harmonía en todas las familias colombianas.

Claramente hay muchos otros puntos importantes pero podríamos resumir que salta a la vista que el problema es uno de carácter educativo: yo, además de promover más exposición ante la otredad que se esconde, es decir, exposición al homoerotismo, propongo que sería bueno educar más en historia y no solamente en historia de Colombia sino en historia universal. A todos nos quedó claro que aquellos que marcharon la semana pasada en masas por ‘la familia’ se rajaron en historia y esto significa una vergüenza para la educación colombiana. ¡Ánimo ministra Parody, que esto solamente es muestra de que todavía le (nos) queda mucho por hacer!