Todos sabemos cuán injusto el mundo puede llegar a ser. Ya sea a través de experiencias personales, o mediante grandes sucesos que sitúan en jaque nuestro anhelo de justicia en la vida. Algo parecido sucede con La guerra de las salamandras, libro escrito por Karel Čapek en el periodo de entre guerras.
Este escritor coetáneo de Kafka está lleno de talento, pero su trascendencia a nivel internacional ha sido más bien escasa. Sólo algunas pequeñas editoriales de ciencia ficción han publicado sus libros.Hay que agradecer a la editorial Males Herbes su reedición. También existen varias ediciones en español para aquellos lectores que no entiendan el catalán.
Leer La guerra de las salamandras sirve para reconocer el talento de Čapek y escribir sobre el libro es una pequeña contribución para dar a conocer su obra. Y para ello, sobran los motivos. Muy pocas veces se vé uno impulsado a la reflexión política sobre el mundo actual a causa de un libro. La guerra de las salamandras es un libro cuyas reflexiones son atemporales, al menos mientras el capitalismo siga existiendo en nuestra sociedad (y un cambio de sistema no parece vislumbrarse en un futuro cercano).
Čapek hace gala de un gran dominio del lenguaje escrito y el humor con el objetivo de desvelar las miserias de una humanidad sumergida en una carrera suicida pilotada por unas instituciones con el único objetivo de acelerar, incluso cuando se encuentran frente al precipicio.
Decía Bacon que el tirano ambicioso hace como el mono, “cuanto más alto trepa, más muestra el culo”. El autor de la novela que nos ocupa usa la ciencia ficción para hacer trepar muy alto la sociedad contemporánea y sus debilidades. Nos enseña el trasero de ésta y, para evitar que lo perdamos de vista al subir muy alto, se encarga de hacerlo brillar con una suave y delicada pincelada de humor.
El libro empieza cómo una novela de aventuras al uso, con un capitán que navega por el Pacífico buscando perlas, hasta que descubre una raza de salamandras con la capacidad de aprender a usar herramientas e, incluso, hablar. Su idealismo le empuja a ayudar esta raza de salamandras a defenderse de los tiburones que las devoran; hasta que habla de ello con un gran empresario checo.
A partir de ese momento empiezan a moverse los engranajes demoledores de la novela. Empezando por la explotación laboral existente exponiendo el alto grado de deshumanización de las “nuevas” técnicas de organización laboral; Čapek nos lleva de la mano a través de una ciencia cada vez más obsesionada en descubrir los pequeños recovecos de su torre de marfil, olvidando las ventanas y el mundo que se ve a través de ellas, hasta una política internacional dónde lo importante es ser el mejor. Sin tener en cuenta el coste.
Periodismo, elites económicas, idiomas y educación son otros de los temas tratados por el libro. Y en ellos vemos reflejados muchos vicios de nuestra sociedad actual. Y reímos. Al final todo se trata de una gran broma cósmica. Nos estamos acercando al precipicio, sí. Pero siempre nos quedará reírnos de ello. Así, cuando el final llegue, podremos torcer el gesto y dedicar una última sonrisa junto con un comentario. Algo parecido a “lo vimos venir, pero preferimos dejarnos llevar por el frenesí. Y hasta aquí hemos llegado. Disfrutando.”