Suena el despertador y uno abre los ojos mientras miramos a nuestro alrededor lentamente y con una desorientada sorpresa nos preguntamos varías cosas: ¿qué hago despierto tan pronto? ¿Por qué esta cama es tan estrecha, se mueve tanto y… donde está mi almohada? Y sobre todo ¿Cómo es que hace tanto frío? Escuchamos ruidos rodeándonos y eso empieza a ubicar a nuestro cerebro poco a poco. La niebla “matinal” se va abriendo camino y empezamos a localizar puntos comunes en nuestro entorno. ¡Espera! Esta no es mi habitación, ¿dónde están mis fotos y posters? Dioses… que sueño. Intentando darle más sentido miramos el reloj y descubrimos que…. Horror, son la 1:30 de la mañana. El cerebro derrapa y se asienta mientras recuerda que nos encontramos en las entrañas de la adorable Helmer Hanssen, navegando hacia el norte de Noruega. Estando ya de vuelta a la realidad hasta el frío es sencillo de entender ahora, antes de irte a dormir no encendiste la calefacción y claro, al estar en la cubierta 2, que roza con el nivel del agua y se sumerge, el frío es intenso.
Hagamos un breve inciso para explicar el sistema calefactor de nuestra belleza (el barco). Teniendo en cuenta que el barco no tiene calefacción per se (menudo derroche) cada sala se calienta individualmente mediante termostatos según el uso que se le vaya a dar. En el caso de las cubiertas superiores el sistema de calefacción es casi continuo dado que se hace más vida en ellas. Los pasillos, para evitar hielo y congelación, se mantienen a 15 grados (Temperatura habitacional) mediante un sistema de calefacción separado que coge aire caliente del motor (de ahí que a veces más que a pescado huela a hoguera, y si vamos muy rápido a chimenea).
Tras una ducha rápida (en un 1 metro cuadrado o así), vestirnos con ropa abrigada pero cómoda (esto es, calcetines de lana gorda, pantalón de chándal de invierno, camiseta, sudadera y unos cómodos zuecos) nos dirigimos a… desayunar. Sí, es la 1:30 de la mañana del segundo día de navegación y hay que empezar a acostumbrar al estómago a los nuevos horarios de comidas. Esto es, con el turno de noche se pre-desayuna a las 1:30, se desayuna (o se cae de cansancio) a las 8 de la mañana, se come a las 13:30 y se cena a las 20 horas. Un ciclo bastante normal la verdad ¿no? Claro, que hay que decir que la comida de la 1:30 es la más divertida de todas ya que a esas horas, con el sueño y la desorientación, las combinaciones son únicas. Tanto, que un día un confundido Jahn (oficial de arrastre, ya hablaremos de él en otro momento) “desayunó” una tostada de arenques con tomate (que esto es normal) con mermelada de naranja (que ya no lo es). Su respuesta fue, está rico, suave, refrescante y suaviza el café.
Y ahora viene la gran duda, estamos navegando hacia los bancos de pesca, nos quedan aún 3 días para llegar al mar de Barents y…. como no estamos pescando, ¿qué se puede hacer? Pues, ¡de todo! Los turnos se siguen manteniendo por algo. Por parte de los marineros y tripulación, las actividades para los próximos días serán: Reparar redes, coser cuerdas, atar cabos, limpiar, limpiar, limpiar y echar aceite en los mecanismos. Además se arreglan desperfectos y se va preparando el barco para los experimentos que vamos a realizar. Y aquí es donde entran nuestras actividades. Preparar los experimentos, comprobar que todo el material embarcado está en su sitio y buenas condiciones, y sobre todo, ayudar en todo lo que se pueda a la marinería (la tripulación de la que somos parte ya que no vamos de pasajeros). Claro que también hay que decir que se trabaja tranquilos. Hay momento para las bromas, las enseñanzas y sobre todo, para estudiar noruego en conversaciones un poco ilógicas donde vamos contando nuestra vida (con Ivan de traductor paciente y las risas de los marineros). Porque sí, la tripulación ha decidido que como ya van 2 expediciones con ellos (sin contar las ya realizadas en otros barcos de la Universidad) en esta expedición nos van a hablar lo máximo posible en Noruego. Y qué mejor que aprovechar los días tranquilos de navegación… ¿no?
Otra parte importante de la expedición es la planta procesadora. Nuestra Helmer no es un barco de investigación al uso, sino que antes de estos más nobles propósitos, se dedicaba en la pesca de gambas de manera industrial. Y de aquellos tiempos no solo conserva la actitud, sino también las instalaciones. Y eso, la hace aún mejor para la investigación. Las técnicas extractivas (de captura) que se van a estudiar suben a bordo entre 3 y 10 toneladas como mínimo de pescado por arrastre. Esto es, mucho pescado. Y claro, este producto, y más siendo el bacalao nuestra especie objetivo, no se puede desperdiciar y tirar por la borda. Es por eso que a bordo se lleva una planta procesadora en la cual se preparan los pescados para su ultra-congelación. Después, estos productos serán vendidos y el dinero recaudado se utiliza para financiar expediciones, combustible y nuevo material. Parte de la pesca también se destina a la cocina del barco (proteínas de calidad y frescas frescas) y una parte, tras procesarla, se guarda para donarla a comedores sociales y la cantina de la Universidad. Además, cada marinero tiene derecho a llevarse 50 kg de pescado si quiere. Claro, que el procesado de estos lo tendrá que hacer uno mismo por su cuenta. Eso sí, contamos con un congelador privado para nosotros.
Bueno, y como les iba contando, al ser una parte importante la planta procesadora, hay que probarla y comprobar que todo funciona correctamente (cosa que también se hace en tierra antes de zarpar, pero en los barcos todo es triple check, triple check). Para ello se anegan los depósitos, se enciende el congelador (ver mapa del barco: Cubierta 1, Freezer. Por delante del Cooler, donde está la pista de Ping-Pong, y del Gimnasio), se prueban las cintas y claro, se afilan cuchillos, preparan cestas, libros de anotaciones y en el caso de los investigadores, las tablas de medir y la sala de procesado de muestras. Qué ustedes se preguntaran, no estaba todo eso preparado antes de zarpar? Sí, pero otra vez triple check, triple check.
Y en eso estábamos, tras 6 horas de navegación (a la altura de Sandland) cuando uno de los congeladores falla. Y lo hace de manera exponencial, soltando líquido congelante y vapor de agua. Esto es, convierte la sala de la factoría en una especie de baño turco fresquito y con cristales de hielo. Aparte del estupor general, la escarcha en el pelo y las sonrisas torcidas, la estoicidad de los noruegos les hace tomar la decisión rápidamente. Se llama a la línea de repuestos, se piden piezas nuevas (todo tiene arreglo a bordo, tenemos ingenieros muy mañosos) y se traza nuevo rumbo hacia el puerto más cercano donde nos las puedas entregar. En este caso, Hammerfest, donde el buque de línea Hurtigruten puede subir la pieza desde Tromsø para la mañana siguiente. Llevamos 6 horas navegando, hora arriba, hora abajo desde la salida a mar abierto, (3 más si se cuenta la salida del punto de repostaje (Diario III) y 2 más si cuenta la salida desde el puerto (Diarios I y II)) y nos faltan 6 horas hasta Hammerfest, el Hurtigruten no zarpa hasta las 6 de la mañana de Tromsø y tarda 14 horas en llegar, lo cual hace que nos vaya a tocar esperar (la avería fue sobre las 4 de la mañana, asique hagan ustedes el problema matemático y solucionen cuando llegaría el Hurtigruten).
Y así como nuestro barco cambia el rumbo y se dirige hacia un nuevo puerto, nosotros nos vamos a dormir otra vez, que ya son las 6 de la mañana y se acaba de acabar nuestro turno. Hasta la próxima entrega de: Diario de expediciones pasadas: Cómo se experimenta en el Ártico