Ser un gran cantante, es mucho más que tener una bella voz. Frecuentemente escuchamos que tal o cual es un gran cantante por que su timbre vocal es fantástico, y concediendo que hay mucha verdad en estas palabras, retratan a medias lo que podríamos realmente llamar un maestro del canto. Quizás y por ello a lo largo de la historia han existido muchos, pero mucho bellos timbres, que asombraron, enamoraron y enloquecieron a miles, pero que, con el paso del tiempo, finalmente no perduraron mucho más allá en el tiempo. La belleza vocal no lo es todo, hay algo mucho más definitivo que distingue a un grande del resto de sus contemporáneos: es su habilidad para crear la sensación de estar viviendo en el aquí y el ahora algo trascedente; en resumen y dicho de manera más directa, su habilidad para hacer música.
Cuando estas ante un artista de esta categoría es muy claro tener la certidumbre de ello, y el pasado 14 de enero en el Palau de la Música tuvimos la oportunidad de poder vivir una maravillosa velada a cargo de un extraordinario cantante, me refiero al contratenor Philippe Jaroussky, que acompañado por el maestro Jérôme Ducros al piano, presentaron un programa integrado en su totalidad por obras de Schubert.
El repertorio de esta velada, en concreto 20 lieder del maestro austriaco, mostraron todas las virtudes que hacen de Jaroussky un extraordinario artista. Destaca mucho su enorme habilidad para realizar frases perfectamente balanceadas, que van paulatinamente construyendo un todo muy bien pensado y donde las hermosas melodías de Schubert sirven de medio conductor por textos de una belleza indescriptible.
A la hora de escoger el repertorio de esta nueva aventura, como casi todo en su carrera, lo hizo con una notable inteligencia, pues no se presenta cantando uno de los muchos ciclos firmados por el maestro vienes, si no que lo hace, cantando solo los lieder donde sus facultades vocales pueden brillar con mucha intensidad. Esta música fue pensada, en su mayoría para barítonos que puedan realizar largas e inspiradas melodías en registros graves donde su tesitura llena de armónicos tiene mucho que dar a lo que se está cantando, Jaroussky, sabedor de ello, solo escogió aquellas piezas en las que estas melodías largas y profundas se construyeran en una zona mucho más aguda que es donde él tiene mucho que dar a nivel vocal.
Los amantes de este maravilloso genero musical como es lied, quizás pudieron quedar un poco desencantados en tanto que primero no se presentó un ciclo como tal. La cohesión que Schubert aportó a todos sus ciclos es tal que cuando uno escucha estas obras sin esa conexión, algo se pierde inevitablemente. Pero donde quizás se acuso más el hecho de que Jaroussky es un visitante en estas tierras es el dúo que mantiene con el estupendo pianista Jérôme Ducros pese a ser un tremendo músico, por momentos y casi de manera inevitable, opacó en algunos pasajes la línea vocal del contratenor, delatando que estábamos ante un dúo si de altísimo nivel, pero que, repito, están de paso por el genero, lo que te deja sin remedio con una cierta insatisfacción.
Muy pocos contratenores se pueden dar este tipo de lujos. Su repertorio está muy encarado a un periodo histórico determinado y ello hace que cuando se hacen estas visitas a otros territorios se corra el riesgo de incluso enfadar al publico que habitualmente consume este nuevo repertorio abordado. No fue el caso de Jaroussky, sus cualidades musicales son inmensas y, sobre todo, su inteligencia lo hace transitar por zonas en las que otros se abrasarían con una autoridad que solo muy pocos pueden hacerlo. Sobre todo, y quizás es lo que más hay que reconocerle, es el respeto y el amor con que aborda cada repertorio presentado, pues no se vale de la música para lucir sus capacidades vocales, no se trata de que el mundo escuche su bello timbre vocal, si no de emocionar a los que llenan los teatros cada ves que se presenta con la verdad contenida en la música que interpreta.
Como siempre fue un absoluto placer poder disfrutar de un cantante de esta categoría, que nos visitará en mayo nuevamente, en esta ocasión con un programa barroco donde seguramente mostrará todas las razones que lo hacen ser uno de los mejores cantantes de nuestra época
La empatía es fundamental en todo acto de comunicación humana. Los maestros Jaroussky y Ducros son buenos conocedores de ello, por lo que fácilmente obtienen el favor del público.
Como sostenía Wagensberg: la emoción en arte está en la consumación misma del acto artístico y corresponde al receptor.