Foto sacada de: http://lgecine.org/2016/07/theo-y-hugo-paris-559-2016-un-toque-de-realidad/
Si bien el VIH no es una enfermedad exclusiva de los hombres homosexuales, esta ha desarrollado una narratología del amor al incorporarse desde los años ochenta a la cotidianidad del hombre homosexual. El para ese entonces llamado «gay cancer» hace parte actualmente del imaginario de la cultura gay en general: el amor ha recibido un tinte de muerte y su esencial aspecto accidental viene a quedar de relieve en una situación en la que el amor mismo puede llevar directamente (pero sorpresivamente) a la tumba. Tristan Garcia, el aclamado escritor francés por su novela La meilleure part des hommes, describe en una escena cómo el accidente amoroso de los homosexuales al no ser el embarazo, y con esto la vida como entre los heterosexuales, es la misma muerte y con ella el estigma que implica portar dicha enfermedad: “Hazme un hijo. Will, métemela en el vientre, la muerte, la enfermedad, mira, así la podré llevar, y será un poco tuya…”
La película Théo et Hugo de Oliver Ducastel y Jacques Martineau trata de mostrar sin rodeos ni pelos en la lengua, una situación en la que grotescamente, o bien eróticamente, el amor y la muerte se presentan en un mismo momento: la primera y extendida escena en un darkroom lleva de la mano al espectador a vivir en carne propia el flechazo animal y amoroso en medio de cuerpos desnudos y sudados, y cuya única comunicación entre ellos es el placer mismo. La extendida escena erótica es una de las pocas escenas no homofóbicas que se han podido ver en el cine: sin rodeos, una mirada de frente a un ámbito que pertenece esencialmente a la cultura gay en Europa. En un entorno en el que se pensaría que reina la total ausencia del amor, el flechazo se presenta como un accidente de tráfico y viene acompañado del verdadero accidente, una exposición al VIH. Esta temática hace que la película se haga en la fila de los cientos y cientos de filmes educativos sobre el tema de la prevención de VIH, sin embargo la película trata de ir más allá: el amor es justamente el tema principal, es decir, cómo en medio de un momento de infección y de una especie de actuación suicida, se afronta la situación sin estigmatización y sin miedos, y se da rienda suelta a una historia de amor.
Más que una película preventiva es un filme antidiscriminatorio de las personas que padecen la enfermedad más estigmatizante de las últimas décadas. El accidente se presenta pero se adhiere al amor de una forma que pareciera grotesca y escandalosa pero que viene a ser el verdadero aporte de la película al debate actual sobre el VIH, sobre una enfermedad que está viendo salidas, curas efectivas y una profilaxis eficiente. La tumba, de la que hablo arriba, ya no es más que una imaginaria, una que no tiene que ser el desenlace al salir del darkroom.
En la película no hay lágrimas de sufrimiento, no hay espacio para la victimización, para la conmiseración, la enfermedad no es más que eso, una situación incómoda, un accidente que se pudo haber prevenido pero que no viene a impedir que en menos de doce horas dos hombres puedan llegar a amarse intensamente, como por medio de un flechazo, de un accidente de tráfico. Susan Sontag ha comparado muy acertadamente en su libro Illness as Metaphor & Aids and its Metaphors el VIH con la tuberculosis y el cáncer, mostrando cómo la incomprensión y las pocas facilidades de tratamiento no solamente han llevado a una estigmatización de todos aquellos que padecen esta enfermedad sino a una producción cultural de metáforas en torno a ellas.
Théo et Hugo se inscribe en el discurso metafórico de incomprensión sobre la enfermedad para develar muchos mitos e invertir muchas creencias: el portador del VIH puede ser un hombre atractivo como Hugo, la infección no es una cuestión de incompetencia sino un accidente por descuido que le puede pasar a cualquiera, la infección puede ser tratada rápidamente y la vida de todo aquel que porta el virus puede tomar un curso común y corriente. Por otro lado, el amor subvierte la cantidad de mitos y estigmatizaciones en torno al virus al presentarse como accidente, un accidente que pueden sufrir todos, sin importar su orientación sexual, su clase social o su religión: el VIH y el amor desconocen todo tipo de discriminación.