por Albert Ferrer Flamarich | Jun 5, 2015 | Críticas, Música |
Obras de Vivancos, Brahms i Dvorak.
Arnau y Abel Tomàs. OSV. Rubén Gimeno, director.
Teatre de La Faràndula de Sabadell. 29-5-2015.
La Faràndula acogía el último concierto sinfónico de la temporada de la OSV en este teatro. Lo hacía con un programa denso, exigente y, en general, bien defendido pero con resultados diferentes en la preparación de las obras. Algo fehaciente en un Doble concierto brahmsiano sesgado, aséptico, sin la necesaria capacidad expositiva y de análisis.
La sensación de cautela y prudencia en orquesta y director contrastaban con la seguridad y compenetración de los hermanos Tomàs. En apariencia el balance era suficiente pero en el detalle se apreciaba, por ejemplo, un Andante sin ningún vuelo lírico y movimientos extremos muy perfectibles en las texturas y los tratamientos motívicos. De bis y para complacer cualquier sombra de duda entre el público, ofrecieron la segunda de las Danzas eslavas Op. 72 de Dvorak.
Es fácil presuponer escasas sesiones de ensayos si el jueves anterior la OSV actuaba en La Sagrada Familia en un concierto mediático con Andrea Bocelli -por cierto, sin ningún anuncio ni nota de prensa informativa- y el viernes y el sábado ofrecía este repertorio. Los nuevos gestores de la OSV han de procurar que tiempo y economía, dos factores reales y difíciles de encajar no lastren la excelencia interpretativa. La orquesta tiene calidad y los directores invitados o titular, ideas.
El mismo concierto lo reflejaba: el tercer y cuarto movimientos de la Novena de Dvorak fueron los mejor servidos con detalles tímbricos, rítmicos, equilibrios de planos y fraseos entusiasmantes en una obra archioida. Planteada desde el estándar romántico, solo la diferencia del gesto y actitud de la batuta respecto a Brahms ya evidenciaba que, más allá de ser una sinfonía abordada anteriormente, sabían qué buscaban: por ejemplo, un Largo temperado sin endulzamiento ni tempi dilatados dotando, además, de gran fuerza a los silencios.
Aeternam
El estreno de Aeternam de Bernat Vivancos, actualmente compositor residente en el Palau de la Música Catalana, acercaba al oyente a uno de los nombres que ya es un referente más allá de las limitadas tierras catalanas. Escrita para dos conjuntos de cuerda en disposición antifonal y frontal al público, un cierto tratamiento minimalista y valores de nota largos no me pareció la más sugerente de sus composiciones ni la más adecuada al programa. Pero en estos casos, sabe el lector, que el firmante es de los que no se esconde de la necesidad de una segunda audición.
Por cierto, la lentitud exasperante en la adecuación del escenario (hecha a oscuras por un solo operario) alargó en más de 10 minutos de espera la audición de Brahms. Fuera un problema por falta de personal en La Faràndula o no, la demora fue irritante y no recibió las justificaciones oportunas.
por Albert Ferrer Flamarich | May 15, 2015 | Críticas, Música |
Obras de Schubert, Fernández Arbós , Cassadó.
Por la técnica, el talento musical y el trabajo riguroso que demuestra en cada concierto, el Trio Arriaga es una formación que hipnotiza y seduce al auditorio. Me interesa porque siempre va directo y ofrece unas interpretaciones vibrantes y luminosas. Su aliento romántico no deja lugar al aburrimiento gracias a una mezcla de implicación, perfección y musicalidad. Lo volvieron a demostrar en el Teatre Principal de Sabadell el pasado viernes con el Trio núm. 2 D. 929 de Schubert desde una construcción, dialéctica y lirismo que se bañaba de la huella beethoviana con el carácter precursor de Schumann y Brahms. ¿Elementos significativos? Las transiciones nada ásperas, la fluidez del discurso y la potenciación tímbrico-rítmica de los motivos principales (especialmente del tercer y cuarto movimientos) en unas texturas muy diáfanas. No obstante la preeminencia del teclado y el violín -ocasionalmente calante- cubrían la cantinela del violoncelo. A destacar, por cierto, los trinos de Ligorio: bien articulados y cerrados nítidamente.
En la exploración del repertorio nacional con la que el conjunto también se ha proyectado en los últimos años, la segunda parte incluía dos composiciones que se detienen en los ritmos de la tierra y se enardecen cuando la emoción trata de convertirse en pasión. Tanto en el Trio español Op. 1 de Fernández Arbós como en el Trio de Cassadó se fundamentan en diferentes danzas (la habanera, seguidillas, gitanas, polo, malagueña ,… ) que los Arriaga sirvieron con expresividad en la macroforma y precisión en el detalle. Aquí cabe resaltar los acompañamientos rítmico-harmónicos, los rasgueados y el uso flexible a la vez que vigoroso del ritmo, expresándose con una profundidad y arrebatamiento a la altura de las expectativas de las obras y de un público sabadellense agradecido pero frio.
Este ciclo de cámara de Sabadell presenta propuestas de gran calidad que la asistencia y el entusiasmo no siempre le corresponden. El Teatre Principal debería de haber ovacionado al Trio Arriaga ante de la extensión y la complejidad, la calidad y la generosidad así como la integridad y el placer de hacer música mostrados al bisar el segundo movimiento del Trio de Schubert.
por Albert Ferrer Flamarich | Abr 15, 2015 | Críticas, Música |
Los conciertos de bandas sonoras musicales no son un rara avis. La última década se han incrementado en Europa. Lo que hoy nos fascina y llena salas como el Palau de la Música Catalana con todo tipo de público, hace años que goza de prestigio internacional. Este año repitiendo la experiencia positiva de la temporada pasada, la Sinfónica del Vallés ha programado otra sesión basada en las “músicas de película” en su concierto del pasado 11 de abril.
El espectáculo planteado con dinamismo, continuidad y cierta brevedad (una hora escasa) participaba de la moderna multimodalidad. Es decir, con la coordinación de diversos canales simultáneamente (imagen, luces, sonido, música, gesto, palabra, etc). A la orquesta y a su director titular, se sumó Jordi Cos en la mesa de proyección y los actores y dobladores Mercè Montalà y Salvador Vidal. Ambas unas voces que forman parte de la identidad hollywoodiense en el imaginario colectivo español y catalán.
Dos maestros del doblaje
Vidal y Montalà demostraron entrega, la altísima profesionalidad y la excelente dramatización que les caracteriza: cambios de registro, de ritmo, variedad de énfasis y de emisión de voz. Su participación vehiculaba una propuesta equitativa en la relación entre música, diálogos y parlamentos. Éstos últimos, diálogos y parlamentos, asumían una función triple según si eran conductores (Pulp Fiction, Star Wars), una transición o formaban parte de la estructura del recordatorio musical (Chicago e Instinto Básico) recreando con emoción pequeñas escenas de los films en un juego que compensaba bien los esquemas de tensión y calma.
La orquesta dirigida por Rubén Gimeno participó con unos resultados musicales muy convincentes, tanto en las individualidades (el oboe de Òscar Diago en La misión, el violín concertino en la Lista de Schindler) como en el conjunto enfocando bien el idiomatismo y la variedad en la suite de Chicago, en Pulp Fiction, en la selección de Star Wars y en el bis de En busca del arca perdida. Un bis que, por cierto, cerraba un programa vinculado a una entidad sin ánimo de lucro como la AEA (Asociación Española de Anirida).
El próximo año más, por favor, con Bernard Hermann, James Horner, Hans Zimmer y alguna incursión en el cine de animación. Y que, además, se ofrezca en emplazamientos que puedan acoger la afluencia que generan programas como éstos.
Programa
Obras de Dale, Morricone,
Williams, Berry, Beethoven, Kander, Myers y Goldsmith.
Salvador Vidal y Mercè Montalà,
actores y dobladores. OSV. Rubén Gimeno, director.
Por Albert Ferrer Flamarich