De la Puríssima en El Principal de Santander

De la Puríssima en El Principal de Santander

Llamas por teléfono, reservas la entrada. No sabes dónde está el teatro, salvo que está en el centro de Santander. El mismo día del concierto, como si los futuros espectadores fuésemos -por una noche-parte de un club secreto, nos envían por sms la información del lugar y la hora. El Principal abre sus puertas en una casa privada, de esas que siempre vemos en Santander -pero siempre desde fuera-. Champán, zumo de naranja, galletas y brownies nos hacen la espera más amable en un salón con fotos en blanco y negro, sofás antiguos y muchos libros. A las 20, se abre otra puerta, y el director artístico del espacio, Edy Asenjo, nos hace pasar. De la Puríssima, un grupo programado por el festival Santander Music, ya ha comenzado a tocar: se oye al fondo del pasillo. Julia de Castro está tumbada en el suelo, bellísima, con su peineta descomunal.  De pie -creo que porque no le queda otro remedio por la posición del contrabajo- está Miguel Rodrigáñez. Ambos formaban ayer por la noche De la Puríssima, un grupo que nos hiere directamente en la conciencia. Julia de Castro, con desparpajo, caradura (en el mejor sentido) y, sobre todo, una energía hipnótica, explica cómo hacer cuplé en el siglo XXI. Dice a su público, y con mucha razón, que no estamos preparados para escuchar cuplé. Y lo dice en serio. De la Purissima habla de una contradicción performativa de nuestra sociedad: la que ve aumentar la violencia y el machismo entre los más jóvenes, pero que mientras lo critica ve cómo el género más escuchado en España es el reguetón; la de la permanente objetualización del cuerpo de mujer en la que la propia mujer no es dueña de sí misma, sino de los ojos que la juzgan; la del rubor ante la expresión explícita de lo sexual (especialmente si lo dice una mujer). Mientras que el cuplé, a principios del siglo XX, tenía que decir todo sin decir nada, el cuplé de De la Purissima nos pone entre las cuerdas de la doble moral de nuestra sociedad, que preferiría no escuchar ciertos temas, donde hay un culto al cuerpo con las dietas y lo light pero encuentra ofensivo una camiseta translúcida donde se ven unos pezones. Es decir, que De la Puríssima es incómoda, pero necesaria, necesaria como las cosas importantes de la vida. Y, además, defiende esa necesidad con clase y buen hacer, con una lección sobre musicología, política y desparpajo.

Julia de Castro tiene una voz muy especial, cuya fuerza reserva sólo para algunos momentos que corroboran lo que ya se intuía en sus juego de susurros y canto. Eso me gusta: no se vuelve excesiva, como algunas cantantes que explotan su chorro de voz pero hacen que todas sus canciones suenen igual. Ella hace vocalizaciones jazzeras sin fallar ni una nota, se la juega probando agudos muy difíciles, explora el grave cuando le apetece y sabe cómo modular la voz (tanto hablando como cantando) para generar una energía que gira magnéticamente en torno a ella. Y, además, con una única línea de acompañamiento, la del contrabajo de Miguel Rodrigáñez, que hace las veces de ritmo y melodía. Toca casi siempre en pizzicato, aunque tirando del variolaje para generar una línea melódica con más cuerpo a la que se suma Julia. De la Purissima habla de la indisciplina, del cruce natural entre fronteras, cada vez más evidente en las prácticas artísticas contemporáneas: se la juega con la performance, el concierto, el teatro, y el baile. Son originales a rabiar: ni siquiera hits como el cuplé «La violetera» o el chotis «Madrid, Madrid, Madrid», tan queridos y tan escuchados en este país -y también tan versionados-, sonaban una vez más, sino de nuevoDe la Puríssima dignifica el «género ínfimo» y nos cuenta una historia subterránea del cuplé: la que representaron las mujeres que se atrevieron a hablar y a contar lo sicalíptico de una sociedad cristianísima y devotísima y castísima. Julia revive a todas ellas y les dice que no fueron unas frescas, las mujeres de «compañía» y de «mal vivir», sino valientes, luchadoras y que, sin saberlo, comenzaron una afrenta por la libertad de las mujeres en la que aún estamos. Hacía tiempo que no veía una mezcla tan bien mezclada de arte y política, sin ser evidente ni explícita, sino desde la propia práctica, convirtiéndose en una cupletista que habla desde los tabúes y malestares contemporáneos. Para creerlo, hay que verlo en directo. El disco, Virgen (autoedición, 2015), que se puede escuchar en Spotify, es sólo una parte de todo lo que ofrece, aunque éste ya promete mucho.

Festival Imposible: Cuarta semana

Festival Imposible: Cuarta semana

Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.

CUARTA SEMANA:

ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
Pink Floyd en 1979

Pink Floyd ocupa un puesto privilegiado en la historia del rock y fue una de las primeras bandas en llevar la espectacularidad a los conciertos de estadio. Sus kilométricas piezas, con una sabia mezcla de riffs de guitarra y melodías sintéticas, eran ejecutadas de forma impecable ante miles de personas en un festival de luces, fuegos artificiales y cerdos hinchables. En 1979, tras una década sin el genio inestable de Syd Barrett, la banda de Londres era una máquina mal avenida (debido a los polos opuestos de Roger Waters y David Gilmour) pero bien engrasada. En verano de ese año, Pink Floyd acababa de terminar su último gran disco, The Wall, pero todavía no habían iniciado la ambiciosa y fallida gira que lo acompañaría. Así pues, el escenario Anís del Tigre estallaría libre de muros de porexpán y dejaría espacio para los grandes temas de discos anteriores.

ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Grizzly Bear en 2016

Tanta espectacularidad pirotécnica contrasta con la intimidad, casi de bajona, de esta rareza acústica llamada Grizzly Bear. El grupo de Brooklyn sólo es conocido por estos lares por uno de sus temas, Two Weeks, que acompañaba al anuncio de una marca de automóviles hace algunos años. Una lástima, porque, si bien se trata de su canción más accesible, es muy poco representativa del estilo de la banda en general y de Daniel Rossen en particular (mención aparte merecen su disco en solitario y los que ha sacado con su otro proyecto, Department of Eagles). La música de Grizzly Bear emana una fragilidad muy adecuada para la madrugada y para un escenario pequeño como el nuestro, aunque no le teme a la experimentación ni a las melodías difíciles. Avisados estáis.

Bachcelona 2016. Bach Inaugural: Ton Koopman y un recorrido camerístico por el siglo XVIII

Bachcelona 2016. Bach Inaugural: Ton Koopman y un recorrido camerístico por el siglo XVIII

El Festival Bachcelona en su cuarta edición, es un rencuentro original con el repertorio bachiano. Concebido para enriquecer el proyecto BACH ZUM MITSINGEN (iniciativa catalana cuyo objetivo desde abril de 2011 es la interpretación integral de las cantatas de Bach bajo criterios históricos), propone un Festival con un acercamiento y divulgación musical más allá del convencionalismo da camera.

Su propuesta inaugural, el día 21 de julio en la sala Oriol Martorell de L’Auditori, fue un recorrido camerístico por la música del siglo XVIII a cargo de Ton Koopman, indiscutible referente interpretativo para la música de J.S. Bach. Koopman junto al barítono holandés Klaus Mertens y Tini Mathot al clavecín y fortepiano, recrearon un contexto sonoro ante una transición estética: el adiós a las texturas barrocas que anuncia la teatralidad musical arraigada en el discurso y las formas del clasicismo. Su eje y axioma: J. S. Bach.

Un sutil hilo conductor traza el comienzo de un siglo musical por medio de la Suite en do menor para dos clavecines y la cantata Dalla guerra amorosa de G.F. Händel. El gusto a floritura italiana se rompe de súbito con la presencia de C.P.E Bach en una contraposición musical de ideales estéticos entre hijo y padre (lógica de aparición según el programa). La cantata Freude, du Lust der Götter und Menschen acompañada al fortepiano y la sonoridad del órgano positivo en el Allegro di molto en Re mayor de Carl Philipp Emanuel, representan la sonoridad de un nuevo canon musical. La selección del padre propone un modesto pero elegante recorrido que parte del aria de las Variaciones Goldberg a una selección del Pequeño libro de Ana Magdalena Bach. Sus simples, pero versátiles textos abordan la alegría provocada por una pipa de tabaco (Die Tobackspfeife) a un estado de contemplación y contento espiritual (Bist du bei mir, melodía atribuida a Göttfreid Heinrich Stölzel, pero esa es otra historia). Para cerrar el primer cuadro sonoro y añadido al programa, Koopman y Mathot ofrecieron un arreglo a dos clavecines para el preludio y fuga en do mayor para órgano.

Con un pie en el clasicismo, Koopman propone una interesante reconstrucción del Andante y variaciones en Sol mayor KV501 con un empaste tímbrico entre el fortepiano y el clavecín. Una novedad para su escritora e idea no tan ajena si se considera que W.A. Mozart compuso, ejecutó y conservó su clavecín hasta el fin de sus días (que no fueron muchos). Tres lieder al fortepiano de Wolfgang siguieron a ésta interesante reconstrucción de una pieza a cuatro manos.

Existe un común denominador quizá evolutivo y que evidentemente vincula a los últimos dos compositores. A forma de elipsis volvemos a C.P.E. Bach y su Ensayo sobre el verdadero arte de tocar los instrumentos de tecla, fue decisivo en el desarrollo compositivo tanto de W.A. Mozart como de J.Haydn, así mismo para entrar al nuevo discurso del período clásico.

J. Haydn cierra el recorrido musical con guiños teatrales. Ésta última sección incluyó dos pequeñas obras lúdicas para órgano (Flötenuhrstük), una selección de sus doce canzonettas inglesas y un arreglo para voz, fortepiano y clavecín de las canciones folclóricas escocesas y galesas. A gusto personal, ha sido el segmento de mayor disfrute vocal. Revivir a Haydn es resurgir emociones diáfanas en la escucha, simpleza que se logra con la experiencia. Siguiendo la cronología del programa y de la locación de Haydn durante la composición de dichas piezas, nos encontramos a finales del siglo XVIII. Un encore era de esperar y Sailor’s Song concluye el concierto del trio de cámara con Koopman haciendo segundas a Mertens (a estas alturas se permite).

Bachcelona cumple la expectativa de un relato sui generis sobre la figura del genio. Los próximos días del 21 al 26 de Julio, espacios emblemáticos de la cuidad como el Palau Güell, el recinto modernista Sant Pau y L’Auditori serán sede del festival. La propuesta ampliamente interesante y ecléctica puede ser consultada en la página oficial. Sin más, para los amantes de la interpretación histórica, se podrá disfrutar de la cantata BWV94 integrada a la liturgia en la Basílica de Santa María del Pi a cargo del Coro y Ensamble del proyecto BACH ZUM MITSINGEN. Cierro con una paráfrasis de las palabras inaugurales: ¡sigamos con ésta pasión compartida!

Festival Imposible: Cuarta semana

Festival Imposible: Tercera semana

Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.

TERCERA SEMANA:

ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
The Cure en 1989

Para muchos, los años ochenta fueron un agujero negro a nivel musical y capilar, mientras que otros veneran la década con una devoción exagerada. A pesar de esto, The Cure siempre ha encontrado cierto consenso entre partidarios y detractores de aquellos años de hombreras. En 1989, la banda del chanante Robert Smith publicaba su octavo álbum, Disintegration, y alcanzaba el zénit de su fama con una imposible mezcla de punk, pop meloso y rock gótico. Su concierto, lógicamente, incluiría las pistas más famosas de ese disco, pero también sus otros éxitos anteriores, como la canción que les lanzó a la fama, Boys Don’t Cry, la romanticona Just Like Heaven o la extrañamente caribeña Close to Me.

ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Little Joy en 2008

El brasileño Rodrigo Amarante es un nombre inexplicablemente desconocido en el panorama musical internacional. Algunos lo conocerán por ser el autor de la canción que abre cada capítulo de la serie Narcos; otros por ser colaborador habitual de Devendra Banhart y miembro de la oscura banda Los Hermanos. En 2008, Amarante se unió al batería de los Strokes, Fabrizio Moretti, y a la cantante Binki Shapiro para embarcarse en una breve aventura musical. Ese año, Little Joy sacaron su único álbum, veraniego, acústico y orgullosamente retro. El tándem de voces de Amarante y Shapiro llenaría el pequeño escenario Aceitunas Liaño envuelto en esponjosas melodías de guitarra y el buen hacer de Moretti a la batería.

Porqué Santander Music Festival

Porqué Santander Music Festival

Verano: playa, leer/ver series hasta las tantas, cervecita en el chiringuito, ventilador USB al lado del portátil… ¡y festivales! Este año hemos elegido (por emplazamiento, bandas y ambiente) el Santander Music Festival, a las orillas del mar Cantábrico, no tan masificado como otros festivales y -algo que nos encanta- emergente. Seguid leyendo para descubrir sus claves:

BUNNBURY: No necesita presentación. Líder de Heroes del Silencio con siete discos en solitario y otros tantos colaborativos con Nacho Vegas o Bushido. En la redacción hay a quien le gusta más su época de Héroes pero lo que está claro es que es y será un referente en la historia del rock en español.

HINDS: Las, anteriormente llamadas Deers, son uno de los últimos fenómenos mundiales gestado en Madrid. Estas cuatro chicas que llevan tocando desde 2014 han sacado el primer disco completo de 12 temas en enero de este mismo año. Su sonido bebe del garage-pop/rock y el surf de grupos como The Vaccines o Ty Segall. Nos sorprendieron a todos con sus voces asíncronas y composiciones musicales sencillas pero efectistas. Habrá que ver si son capaces en un futuro de evolucionar su sonido y mantener la burbuja en la que nos tienen sumergidos.

SECOND: No hemos podido aún conocer la propuesta de directo que nos traen tras la publicación de se séptimo disco, «Viaje iniciático», un trabajo que sigue la línea de sus dos anteriores pero con buenos temas como «Lo único».

PAPAYA: Ya adelantamos en esta revista que este grupo capitaneado por Yanara firmaría uno de los grandes discos del 2015 y así lo han reconocido distintas publicaciones. El rey de las camas fue nuestra canción del verano pasado y su disco está repleto de «papayeo» (como a ellos les gusta decir) que, para entendernos, vendría a ser buen rollo y mucho ritmo bailable. ¡Perfecto para el verano!

ZAHARA: Pese a que algunos la conocemos como «la sin sangre», para su último disco parece haber descubierto la glucosa y retrocedido 30 años en su sonido. Esta nueva Zahara nos convence mucho más y resulta mucho más efectiva para un festival que antaño. Esperemos que su directo esté a la altura de la fiesta que promete en su primer videoclip.

IZAL: El fenómeno nacional de los últimos tiempos. Aunque podemos entender porqué su exito ha despegado más rápido que un cohete de la NASA, en redacción no somos especialmente fans. Salvo contadas ocasiones, ritmos que no nos dejan poso y letras algo insulsas para nuestro gusto. Esperemos que su directo puedan hacernos cambiar de opinión.

LEON BENAVENTE: Uno de los nuevos referentes de fiabilidad en el panorama nacional con temas que se convierten en himnos instantáneos. Su rock con retales de los 80 forman un sonido contundente, oscuro y pegadizo con letras ácidas y lengua filada a la hora de hablar de la situación nacional.

BELIZE: Los jovencísimos Belize, con su primer disco homónimo, nos enamoraron con «Egos», un temazo que podría haber pertenecido a una banda con mucha solera. Su directo promete mucho, sobre todo con su bailable «Ritmos de la ciudad» y la originalidad de la percusión de sus temas. Uno de las bandas más prometedoras, sin duda.

NOVEDADES CARMINHA: Los llamados por algunos «los nuevos Siniestro Total», aunque con un aire que nos recuerda también a Pony Bravo, como en «Dame veneno». No nos importan las comparaciones: Novedades Carminha nos parece una de las bandas más divertidas del cartel.

LOVE OF LESBIAN: ¡Cómo no! Elmundotoday hablaba el otro día de que harían un festival #SinLoveOfLesbian. Somos fans de Cuentos chinos para niños del Japón, 1999Maniobras de escapismoLa noche eterna nos hizo sospechar que demasiadas canciones estaban hechas cortadas por el molde de lo que gusta en los festivales (¡¡»Radio Hiimalaya»!!), aunque otras seguían sonando muy al LOL que nos gustaba, como «Nadie por las calles». El cometa Halley, de marzo de 2016, aún no ha despertado nuestra antigua pasión. A ver si lo consigue en directo. Si no: LOL, los jovencitos os están adelantando por la derecha…

FUEL FANDANGO: Sí, pero sin remixes raros. La voz de Cristina Manjón (NIta) tiene fuerza suficiente para escucharla tal cual, sin un fondo que más que cooperar, molesta. Es el caso de su hit, «Trece Lunas». o «Corazón», de su nuevo disco Autora.  Al igual que decíamos de algunas canciones de LOL, este tipo de remixes parecen hechos para la lógica de los festivales y not erminan de encajar con lo que es lo original del sonido de Fuel Fandango, más macarra («Little Pain») o uniendo estilos que parecen irrecoinciliables entre sí sin que sea una cutrada (voz aflamencada con techno).

MIAMI HORROR: ellos nos llevan a la bola de cristalitos y a las fiestas de instituto que nunca hemos vivido pero que hemos visto miles de veces en las series americanas. Tienen el sabor de la melancolía y la alegría al mismo tiempo. Nos gustan sus temas, pero tenemos dudas de si sonarán un tanto repetitivo. Eso sí, estaremos en la campa de la Magdalena dándolo todo. Su música es como unos zapatos mágicos que obligasen a bailar sin parar.

YALL: Sí, son los autores del «tinininini» que hemos escuchado sin saber quién era el autor. El temazo se llama «Hundred miles». Estamos expectantes con su directo, que es todo un montaje audiovisual. Es un grupo que no pide ser sólo escuchado, sino también visto (y también incluido en el selfie para las redes sociales). Nos romperemos con el  baile que proponen en su videoclip. ¿Te animas a venir a bailar con nosotros?

De Idomeni a Idomeneo, la realidad como escenario

De Idomeni a Idomeneo, la realidad como escenario

La ópera Idomeneo de W. A. Mozart (1756-1791), compuesta en 1780, ha sido representada los pasado días 8 y 9 de julio en el Festival de Ludwigsburg, bajo el título De Idomeni a Idomeneo, por la orquesta BandArt en colaboración con la asociación alemana para los refugiados Zuflucht Kultur. Al título de la ópera se le ha añadido el nombre de la ciudad griega de Idomeni, situada en la frontera con Macedonia, como símbolo del éxodo de los refugiados que se concentran en esa localidad a la espera de entrar en Europa en busca de una vida más segura. Por esto, los integrantes del coro, así como algunos músicos y figurantes, son todos ellos refugiados y exiliados de Irán, Siria, Irak, Pakistán, Afganistán y Nigeria. Este artículo no pretende ser una crítica de las representaciones. En primer lugar, porque no he tenido el placer de disfrutarlas. Y, en segundo, porque creo que un acercamiento a este proyecto desde una perspectiva meramente musical no sólo le restaría valor, sino que sería, sencillamente, un error. Los medios de comunicación se han centrado en difundir la iniciativa presentándola como una especie de alegato a favor de la cultura (sea eso lo que sea) como herramienta de integración o incluso como salvadora de la humanidad en tiempos de crisis. Pero tampoco quiero sumarme a esta especie de canto a la utopía. Lo que me propongo es, simplemente, reflexionar sobre las supuestas coincidencias simbólicas, las contradicciones y las paradojas que conviven alrededor de este loable proyecto.

A Idomeneo, Rey de Creta, lo sorprendió una gran tempestad en su retorno de la Guerra de Troya. Desesperado por sobrevivir, prometió a Poseidón, dios del mar, que, si llegaba ileso a su isla, sacrificaría al primer ser vivo que le saliera al encuentro, con la mala fortuna de que tal ser fue su propio hijo. Idomeneo no escapaba de una guerra, sino que volvía triunfante de ella, cuestión no baladí si se quiere ser riguroso en los paralelismos del mito con la tragedia de los refugiados, toda vez que éstos huyen de sus hogares y arriesgan sus vidas con la esperanza de poder reconstruirlas en algún otro lugar, poniendo también en peligro las de sus propios hijos, aunque sin ninguna garantía. El privilegio del contacto directo con los dioses del que hace uso Idomeneo tampoco lo tienen los refugiados, ya que no les quedan dioses a los que suplicar y las personas que deben ayudarles les han vuelto la espalda. El título, pues, parece haber sido elegido por la simple coincidencia de nombres, más que por el trasfondo narrativo o conceptual que pudiera haber tras él. Por eso, la intención de presentar la cultura, o la música, en este caso, como una especie de Poseidón que puede salvar las vidas de estas personas resulta algo forzada. No me refiero a la propia iniciativa, que, como ya he mencionado, me parece admirable y necesaria, sino a la instrumentalización que de ella pueden hacer instituciones y medios de comunicación, valga la redundancia. Y es que Europa está aprovechando el tirón para esconder sus vergüenzas bajo uno de los mayores estandartes sobre los que se construye: la Cultura.

Además de ser una herramienta para la integración, la cultura puede utilizarse, y de hecho se utiliza, para difundir discursos ideológicos y políticos, para lanzar mensajes que no pueden sino aceptarse, ya que se apoyan en una plataforma que supone un bien superior al que nadie en su sano juicio puede oponerse. El hecho de que una iniciativa como esta no funcione como subversivo y no agite conciencias, sino que haya sido asumida y apropiada por las mismas instituciones que son responsables de la situación y a las que pretende interpelarse, debe provocar, al menos, una reflexión. Y es que, si el objetivo de este trabajo es el de alzar la voz de los refugiados y sonrojar a Europa, deberíamos considerarlo un fracaso, pues no sólo ha sido aplaudida y difundida por todas las instituciones, sino que en noviembre habrá dos representaciones más dentro de los European Cultural Days organizados por el Banco Central Europeo y el Deutsche Bundesbank en Frankfurt. Es decir, el inherente peso simbólico del proyecto está siendo, en cierta manera, neutralizado en pro de su rentabilidad política y económica. Tomando la cultura como excusa, las instituciones europeas no han dudado en aprovechar la ocasión para el lavado de cara que necesitan a causa de la lamentable gestión que de la tragedia de los refugiados han realizado.

El hecho de que este tipo de proyectos se lleven a cabo y se visibilicen sólo puede tomarse como algo positivo. Si, además, contribuye a mejorar la calidad de vida, aunque sea en el plano espiritual, de las personas que se encuentran en los campos de refugiados, sólo podemos alegrarnos, aplaudirlo e incentivarlo. Sin embargo, si la valoración que hacemos se reduce a una perspectiva cultural y artística, corremos el riesgo de estetizar y banalizar lo que ocurre detrás de estas representaciones, de confundir el escenario con la realidad, a los figurantes con las personas y a las instituciones como el BCE y el Deutsche Bundesbank con Poseidón, que salvó la vida de Idomeneo, pero sólo a cambio de un sacrificio humano.