Festival Imposible – Segunda semana

Festival Imposible – Segunda semana

Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.

SEGUNDA SEMANA:

ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
R.E.M. en 1992

Estamos ante una de las bandas más influyentes del panorama alternativo en los ochenta y los noventa. En 1992, R.E.M. acababan de alcanzar la cima de su popularidad con sus dos discos más famosos, Out of Time (1991) y Automatic for the People (de ese mismo año).  Es en esos dos álbumes donde podemos encontrar los temas más memorables de su discografía, como Losing My Religion , Man on the Moon o Everybody Hurts. Sorprendentemente, en esa época no fueron de gira, así que el Festival Imposible sería una oportunidad única para disfrutar de grandísimas canciones acabadas de salir del horno y con la castigada voz de Michael Stipe todavía capaz de sacar un buen directo.

ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Y la Bamba en 2016

¿Qué pasa cuando mezclas el indie folk rock de Portland con el folk tradicional mexicano? La respuesta es Y la Bamba, el proyecto musical de Luz Elena Mendoza. Con su hipnótica voz, a medio camino entre la vocalista de Jefferson Airplane y un gato despellejado, la cantante de Oregón intercala canciones en inglés y en español raro. Curiosamente, las más locas y creativas son aquellas que Mendoza canta en la lengua de Cervantes. A la espera de que salga un nuevo álbum en septiembre, su concierto nos ofrecería retazos de los tres extraños discos de estudio que el grupo ha publicado hasta la fecha y de su último EP. A destacar piezas como Isla de Hierva Buena (sí, con uve), de la que tienen dos versiones, o la marciana y psicodélica Bendito.

Bajando las temperaturas: performance en el Ártico (Greenpeace)

Bajando las temperaturas: performance en el Ártico (Greenpeace)

Vamos a bajar un poco las temperaturas veraniegas hablando de un vídeo que Greenpeace publicó el 19 de junio de 2016 por su campaña ‘Save the Arctic‘ (Salvemos el Ártico).

Se trata de un vídeo tremendamente original, no solo por la manera de concienciarnos sobre el deshielo en el Ártico y la necesidad de proteger este gran espacio, sino también porque para hacerlo crearon una performance con la naturaleza en su más absoluta belleza en decadencia como maravilloso fondo visual y sonoro. El compositor y pianista italiano Ludovico Einaudi fue el encargado de interpretar en un piano Steinway sobre una plataforma flotante -la cual simula un iceberg porque cuando llegaron a esa zona comprobaron que no había hielo y tuvieron que modificar la idea original que consistía en tocar sobre un bloque de hielo- la obra que compuso para tal ocasión, esto es, Elegy for the Arctic (Elegía por el Ártico), frente al glaciar Wahlenbergbreen (en Svalbard, Noruega).

El efecto conseguido es extraordinario, sobre todo si tenemos en cuenta las condiciones en las que se realizó la grabación, lo que incluye la dificultad de interpretar una obra con semejante frío y el probable acondicionamiento también del piano para soportar tales temperaturas. Aun así, el sonido es bastante bueno, gracias al piano que dota a la interpretación de un timbre extraordinario pero en gran parte es debido a la acústica proporcionada por el glaciar.

La obra en sí no entraña una gran dificultad en su ejecución pero consigue el objetivo perseguido: dotar a este vídeo de una banda sonora emotiva incrementada por el tempo de la obra y el ostinato que además le otorga un efecto reflexivo que se ve incrementado por los primeros planos de grandes bloques de hielo, sobre todo cuando en el desarrollo de la composición se ve y se escucha cómo un trozo de glaciar cae al agua y es tal el estruendo que produce que el pianista tiene que parar de tocar porque no se escucha la música, aunque continúa después de esto, dotándolo de esta manera de un efecto sobrecogedor.

Al finalizar, Einaudi realiza algo que es necesario cuando se termina de interpretar una obra: el gesto de deslizar los dedos sobre el teclado lentamente hasta las piernas en un acto de recogimiento donde el silencio se hace imprescindible. Ese tipo de momentos después de tocar son de absoluta quietud, los cuales sirven para asimilar y recapacitar sobre lo que se acaba de escuchar, momento que aquí es aprovechado para aumentar el volumen del sonido del agua que choca contra la plataforma y para que aparezca el mensaje de Greenpeace para salvar el Ártico.

Se trata de una manera más de utilizar la música, en este caso la música clásica, en un lugar único y espectacular en pos de una causa que conciencie tanto a la población como a organismos internacionales -baste recordar el concierto realizado hace tan solo unas semanas por la orquesta sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo en el teatro romano de Palmira (Siria)- donde el paisaje sonoro aparece representado en todo su esplendor pero a su vez, como en esta singular interpretación, en toda su decadencia, lo que causa un efecto sobrecogedor en el espectador que escucha cómo la naturaleza se está descomponiendo en ese preciso instante.

La pregunta que cabe plantearnos es ¿cuál será la siguiente performance en plena naturaleza?

¿Nueva canción protesta? (I) Palito y Silvia Pérez Cruz

¿Nueva canción protesta? (I) Palito y Silvia Pérez Cruz

Si hablamos de canción protesta nos vendrán automáticamente a la mente las imágenes de las chaquetas de pana (tan maltratadas en los últimos tiempos por algunos debates políticos), las melenas, las patillas y las guitarras. Quizá algunos tengan memoria más allá y vean a Bob Dylan y a Joan Baez haciendo de las suyas, o un poco más abajo, a Nacha Guevara, Mercedes Sosa Violeta Parra cantando en algún local pequeño de un barrio obrero. Aunque ahora no puedo meterme en el debate sobre la definición de la canción protesta, parece que hay un cierto acuerdo sobre su origen temporal -en los años 60-70 del siglo XX- y más o menos sobre su objetivo -generar canciones de reflexión y de crítica al sistema-. Lo problemático comienza cuando se trata de delimitar su contenido, pues en muchos casos se da una mezcla entre la «canción de autor» -el songwriter en inglés- y la canción popular. En el caso español, aunque también en muchos compositores latinoamericanos, la canción protesta se une con la recuperación de lo prohibido o de lo reprimido (¿Sería canción protesta Silvio Rodríguez Pablo Milanés, que compusieron sus canciones siguiendo el ideario de la revolución cubana?). Paco Ibaez cantaba desde el exilio a Antonio Machado y a Lorca -y a Quevedo, León Felipe, Pablo Neruda, etc.-, reivindicando la fuerza política de lo poético; Joan Manuel Serrat, antes de volverse peor que aquello que criticaba, cantaba en catalán, al igual que Mikel Laboa, que lo hacía en euskera: ambas lenguas prohibidas por el régimen franquista. Otros músicos trataban de hablar de una cultura en extinción o de corte popular/folklórico, como es el caso de Los indios tabajara o, en España, de Jarcha.

Recientemente, ha aparecido un disco, Domus, de Silvia Pérez Cruz, y una cantautora, en el caso de Palito que, según mi criterio, han traído aire fresco a este asunto de la canción protesta. No se trata de que sea gente joven la que compone, pues hay buenos ejemplos de jóvenes cantautores, como Ismael Serrano Marwan, sino de lo que hacen con el género. El primer caso es, como decíamos, el disco Domus (Universal, 2016), que contiene la banda sonora de la película Cerca de tu casade Eduard Cortés, que la cantante también protagoniza. La película habla de una de las tragedias sociales más terribles de los últimos tiempos, y que han puesto en jaque mate los principios democráticos de la sociedad, en este caso, española: los desahucios. Más allá de su origen, de intención filmográfica, el disco tiene fuerza por sí mismo, aunque canciones como «Cerca de tu casa» es evidentemente música de fondo para la imagen. ¿Por qué refresca el concepto de canción protesta Domus?, se preguntará usted, ávido lector. Este disco descoloca al oyente habitual de canción protesta desde su primera canción, «No hay tanto pan», que evidentemente coge una de las frases más cacareadas en las manifestaciones, a saber, «no hay tanto pan para tanto chorizo». Tres elementos son los que llaman la atención: primero, la sencillez de su letra, que rehúsa la tendencia a la poesía hipermetafórica de la canción protesta habitual. En relación a esto llegamos al segundo aspecto, la cercanía del texto a sus protagonistas, «Mercedes, Patricia, Jaime, Juan,….», que ya no se nombran sin ser nombrados, metaforizados. Aunque hay un antecedente evidente en esto, en «Te recuerdo Amanda», de Víctor Jara, no es tan habitual el acceso directo a los interlocutores o protagonistas de la letra. Pensemos, por contra y por ejemplo, en «Hombre pequeñito», el poema de Alfonsina Storni musicado por Imanol o por Rosa León. El último elemento es que el «para tanto chorizo» nunca llega. Con la elegancia que caracteriza a SIlvia Pérez Cruz, ella modifica esta frase para explicar la situación de los desahuciados: no hay tanto pan para alimentar todas sus bocas. Aunque las frases de las protestas ya se habían introducido en las canciones, como «No nos moverán», que clamaba Joan Baez, normalmente se utilizaban literalmente, no se invertía su significado. Otra de las canciones que desplazan este concepto de canción protesta es Sí se puede, grito de guerra de la PAH (Plataforma de afectadxs por la Hipoteca), donde Silvia Pérez Cruz  añade una melodía, que es al mismo tiempo hilo conductor del disco, a grabación real de manifestaciones y protestas anti-desahucios. Nuevamente, ella invierte el protagonismo, y se deja diluir para dar voz a los que se les ha robado. Lo mismo pasa en «Todo hombre», donde oímos cantar a Lluís Homar y a Pepo Blasco, compañeros de elenco en la película, que no llegan a los agudos y a veces se les van las notas. Pero no importa, lo que prima es la sencillez, la rotundidad de su mensaje, y la sensación de que esta canción la podría cantar cualquiera, en cualquier rincón, como marca de lo que decía Blas de Otero: después de todo, «me queda la palabra» (por cierto, musicada por Paco Ibañez), en el poema «En el principio»:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

El siguiente ejemplo que he seleccionado es Palito y su disco homónimo (Chulos Records, 2014), una cantante gallega apodada así por sus piernas delgadas como palitos. Es pura explosión de energía sobre el escenario cuando -con telón de fondo spinoziano- invita al público a gritar con ella ‘¡Libertad!’. Algunos la ven como la encarnación -algo- menos alcóholica de Javier Krahe convertido en mujer. Pero yo creo que Palito no es una mera seguidora de Krahe -algo que ya, de por sí, si está bien conseguido, sería decir muchas cosas buenas de ella- sino que ha conseguido esculpir una personalidad propia. Si se parece a Krahe es porque sus canciones se ríen de la vida, tanto porque a veces más vale reír que llorar como porque en la exageración y en la ironía se esconde la fuerza de la verdad. Una lectora y seguidora de Plotino y de Mihura, licenciada en Filosofía, que hace que sus canciones tengan muchas esquinas: la de la risa fácil o la del que mira con lupa todas sus referencias. De nuevo se preguntará usted ávido lector, dónde está la protesta en esta muchacha. Pues bien, desde mi punto de vista, Palito resitúa la canción protesta por varios motivos: primero, porque destabuíza algunos de los temas habituales de la experiencia cotidiana, como la sexualidad de la gente ‘normal’, marcada, en negativo, por las revistas con chicas photoshopeizadas con chicos idem, es decir,  por relaciones heterosexuales cuyos protagonistas poseen cuerpos diez, o de la pornografía. Ella le da voz la gente mayor, como en «Esperanza, espera«, o habla de problemas comunes a la hora de ponerse al tema, como en «Tres copas de sombrero» o en «Sucumbir«. No hay tabú, no hay obscenidad, no hay objetualización del cuerpo, tampoco estratosféricas metáforas sobre el amante, sino humor desde las experiencias de una «cualquiera», en el mejor sentido de la palabra. Segundo, porque desmasculiniza la canción protesta y de la canción de autor, algo que en pocas ocasiones se toma en serio. Es importante hacer el ejercicio de reflexionar desde dentro sobre la propia práctica. Un ejemplo evidente es la angustia de las entrevistas de trabajo y todo su montaje, donde el entrevistador suele ser un proto macho alfa, como en «La entrevista», que al mismo tiempo es una protesta contra la «insoportable levedad del neceser» o, la necesidad de «disfrazarse de mujer» que vivimos muchas mujeres. Por último, al igual que señala en el caso de Silvia Pérez Cruz, se elimina el peso de las metáforas: su lenguaje es directo, pese a la finura de sus juegos de palabras. Su protesta es contra la normalidad no crítica, contra lo que asumimos que «simplemente se ha hecho así siempre», o contra aquello que nos avergüenza como colectivo social, las represiones sociales aún operantes. Es decir, en Palito no hay una afrenta contra el sistema político, sino contra aquello de ese sistema que nos creemos e interiorizamos, contra decir que sí mirando al suelo.

Aquí concluyo esta primera parte de la nueva canción protesta. El siguiente artículo versará sobre aquellos grupos que, de entrada, no se definirían como compositores de canción protesta, pero que en los últimos tiempos tienen una intención crítica o reivindicativa. Seguimos…

 

 

Festival Imposible – Segunda semana

Festival Imposible de CR – Primera semana

Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.

PRIMERA SEMANA:

ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
David Bowie en 1972

Un artista que apenas necesita presentación y que no podía faltar entre los grandes nombres del cartel. A lo largo de su dilatada carrera profesional, David Bowie adoptó varias personalidades y hemos optado por una de la más emblemáticas: la panocha y galáctica estrella de rock Ziggy Stardust. En 1972 Bowie acababa de sacar The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, así que el grueso de su setlist lo compondrían pistas del que muchos consideran su mejor álbum. Si nos fiamos de lo que solía tocar en el tour que arrancó ese año, también aparecerían por allí joyas de discos anteriores, como Changes o Space Oddity. Por si esto fuera poco, el guitarra de la banda que Bowie montó para la ocasión (los Spiders from Mars del título) era un Mick Ronson en estado de gracia. Un concierto totalmente imprescindible.

ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Midlake en 2004

Resultado de imagen de escenarioMidlake es como ese chico de tu clase que apuntaba para primera división y que ahora juega a fútbol siete con los otros cuñados del barrio. Fue en 2004, con su álbum de debut de disléxico título (Bamnan and Slivercork) cuando alcanzaron su corto zénit. El disco está repleto de texturas entrañables que recuerdan al Casio de toda la vida y las letras de Tim Smith, su vocalista de entonces, crean un imaginario cohesionado a medio camino entre 1984 y Hora de Aventuras. El paso de Midlake por nuestro festival sería antes de que el grupo cayera en el pozo de folk insulso de sus siguientes álbumes, así que su lista de canciones estaría compuesta por pistas de su magistral primer disco y de su nada desdeñable EP de presentación.

 

Refréscate – Música

Refréscate – Música

Con la llegada del verano y las vacaciones todos disponemos de algo de tiempo libre para dedicarlo en tareas que hemos ido dejado aparcadas o que no se dan en el resto del año. Con esta premisa queremos compartir con vosotros los planes que cada uno de nuestros redactores tienen para esta temporada en cada una de las áreas que componen esta revista. Hoy, música para Re-frescarte:

Marina

Yo, este verano, me voy a dedicar a poner a punto una de mis listas de Spotify, la más bizarra: «Canciones que tengo que escuchar y juzgar». Una en la que me dedico a poner lo que quiero escuchar cuando tenga tiempo. Si algo es el verano, es tiempo. Así que ya no lo retrasaré más. Esto y un mojito y lo peto:
https://open.spotify.com/user/malahierba/playlist/16iY2ESNGVNfhdpPhVcpX9″

Elio

Se dice mucho que la música clásica es elitista y durante el verano, con los indecentes precios de los festivales, lo es más que nunca. Salvo en Londres, donde cada verano se reúnen los mejores músicos para ofrecer conciertos de altísimo nivel a precios populares en el festival BBC Proms. Sin duda encontrareis algo de vuestro interés entre los 75 conciertos que se pueden escuchar en directo por la emisora BBC3 desde el 15 de julio al 10 de septiembre.

Antonio

El veranos es tiempo de festivales y eventos musicales de todo tipo. Después de una racha sin pasar por uno este año apetecía y al final caerán el Festival de Ortigueira, al que llevo años queriendo ir y, uno al que repito, el Santander Music Festival. Coincidiendo, además, con los compañeros de esta misma revista: Guillermo y Marina respectivamente. Si habrá crónica o no depende estrictamente de lo que recordemos al día siguiente. ¿Y tu? ¿Vas a algún festival este año?

Daniel

Es cierto que durante el verano podemos desentendernos de la rutina habitual y proponernos a resolver algunos placeres pospuestos. Pero, siendo debidamente escéptico, muchas veces nos gana el optimismo y al final nos consideramos afortunados si llegamos a cumplir con tan sólo un tercio de los proyectos. Aun así, no quisiera ser pesimista desde el principio. Me gustaría ocupar este verano en reflexionar sobre las extensiones musicales del trabajo de tres autorxs ajenos a la música: Gaston Bachelard, Michel Foucault y Lily Litvak. La idea angular para esta relación: creación musical y libertad. A ver qué nos depara el verano.

Ainara

Cécile McLorin Salvant en el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz. Hace dos años esta cantante realizó una pequeña colaboración en el concierto del pianista Jacky Terrasson en el mismo festival y nos dejó con la boca abierta. La cantante, de formación clásica, lleva ya diez años sumergida en el jazz. Quienes no hayáis tenido la oportunidad de escucharla en directo, podéis aprovechar para descubrirla el día 16 de julio en Vitoria-Gasteiz. Una voz deslumbrante, llena de matices, con un registro y timbre alucinantes. Para más infoirmación, visitad el siguiente enlace: https://www.jazzvitoria.com/es/programa/mclorin-salvant

Carles

Zoran Predin: Este verano cumplirá un lustro de mi estancia en los balcanes, así que aprovecharé para volver a descubrir la música de este esloveno.

Guillermo 2

Todo el mundo debería tener un casette para el coche con las canciones del album La mató porque brillaba (2006) de El Gran Puzzle Cozmico, para mi uno de los artistas más originales que han entrado y salido de nuestras listas de reproducción sin pena ni gloria. Un genio de los juegos de palabras, el proto-posthumor español y la mixtura loca del bakalao con alaridos. Un estilo ya trabajadísimo por Sergio (que así se llama el señor detrás de la máquina) antes de que Las Bistecs lo publicitaran con la etiquetaelectrodisgusting. Este primer verano pepero de los 4 que se avecinan es una buena oportunidad para entregarnos sin tapujos al nihilismo musical.

Guillermo

Dios bendiga al algoritmo de recomendación de youtube. Me conoce mejor que yo mismo. Así fue como llegué a descubrir este discazo, recopilación de bandas femeninas de garage en los 60 y 70, con sonidos y timbres muy surferos para pasar el calvario mientras cae el sol. Especial mención para Only seventeen  y sobretodo Hurtin’ Kind, de la enigmática banda The Bittersweets (no confundir con la actual del mismo nombre) de la cual no encontrarás nada en la red.

Mahler cierra la temporada en Tenerife

Mahler cierra la temporada en Tenerife

Con una atrevida programación, la monumental  novena de Mahler, cerraba el pasado 24 de junio la Orquesta sinfónica de Tenerife su temporada 2015-2016. El aún joven Eiji Oue, que dirigía sin partitura, sacó de la orquesta un sonido y color excelentes y demostró la originalidad de su concepción de Mahler.

En el primer movimiento, el tema que inician las violas y que abre el movimiento adopta  carácter estructural de pseudo tema de rondó. Oue fue edificando el movimiento como una especie de contraste entre tema y desarrollo, aunque destacando la genialidad de la mano de Mahler al modificar el tema hasta su desintegración, en la última aparición en el solo de violín. Esto demuestra la consciencia del tiempo que comenzaría a funcionar desde la prosa musical wagneriana: nada puede simplemente repetirse, el tiempo cotidiano penetra en la música y hace que ésta no pueda dominarlo, sino adaptarse a su devenir. Por eso, el tema estructural no puede simplemente reaparecer, sino que cada vez que lo hace es a costa de poner en jaque su propia existencia. Así apareció ante nuestros oídos, y así se constituyó también la dinámica. El tema, cada vez, aparecía como sin querer, de las ruinas que dejaban a su paso los pseudo desarrollos.  No sé si es verdad eso que decía Alban Berg al considerar las apariciones del tema como premoniciones de la muerte, que hacen contrastar los pasajes delicados reumáticos y la explosión de su desarrollo. Pero, sea o no la muerte la que aparece, el tema es, desde el principio, como un herido que se aferra a la esperanza más mínima para seguir viviendo. Es la batalla del que ya sabe que ha perdido. El segundo movimiento, en el que Mahler recupera su gusto por la música de banda de pueblo y el folclore, es marca también de la ironía de esa música, que parece de otro mundo. Tal toque irónico fue marca de los vientos metales. El color que adoptó la orquesta fue a là Bartók, el del sabor de lo popular modificado, de lo popular, en realidad, inexistente, en cierto modo construido para trabajar sobre la fuerza de lo perdido. Siempre pienso en este movimiento de forma gráfica. No quiero contagiarles de mi interpretación sino a invitarles a que la consideren como una forma más: para mí, siempre aparece al oír esta música una calle de algún pueblo remoto en el día de carnaval de un tiempo indeterminado, en el que bufones, brujas y brujos , trileros y juglares juegan a ser otros con máscaras que terminan siendo terroríficas. Pero este lugar remoto y sus personajes, en realidad, no existen. Se desvanecen al terminar la fiesta, como en la corte de los milagros de Víctor Hugo. El tercer movimiento, quizá uno de los más queridos, destacó por la oscuridad del color, ya de por sí en la partitura. Este movimiento está construido, según los especialistas, como un intercambio de voces solistas. Bajo la batuta de Oue, este carácter solístico adquirió el carácter fragmentario. En realidad, cada voz solista era parte de lo mismo, de una construcción común de la que solo se relataba, poco a poco, su totalidad. Una pequeña decepción supuso el cuarto, que comenzó con una sección de primeros violines muy desafinada, descoordinada en la subida glissando y con imperfecciones en el agudo. El problema de afinación no mejoró hasta los niveles esperados de la interpretación ofrecida hasta entonces a lo largo de la sinfonía, quizá por cansancio, quizá por desconcentración, espero que no por falta de estudio. En cualquier caso, fue una lástima, pues podría haber comprometido al movimiento completo y dejar un sabor agridulce tras el concierto. Sin embargo, el buen hacer del resto de secciones compensó tales problemas.

Si hay algo fundamental al dirigir a Mahler es no hacer de su música algo bonito ni recrearse en los restos románticos de algunas de sus melodías. Es extraordinariamente difícil, además, mantener la tensión en una composición tan larga, tan compleja estructuralmente. La música de Mahler es grieta, es irrupción, es ruina. Ninguna melodía es meramente bella, sino que esconde un trasfondo oscuro. Esconde su propia desintegración. Se suele citar mucho por ahí una frase de Mahler que dice que componer es crear un mundo. Yo siempre he pensado, escuchando sus composiciones, que Mahler crea muchos mundos, y cuenta su génesis, su miseria y su apocalipsis. De todo esto habló Oue con la frescura del que aún cree en lo que hace.

La interpretación de la Novena de Mahler, justo un día después del cierre del Festival de Música contemporánea protagonizado por la música para percusión, demuestra que algo está cambiando en Tenerife. En una isla que se había acomodado a programas alto insulsos y sin demasiada gracia, y que demostraba el tedio con una sala a media asta cada semana, el cambio de programación y la inclusión de gente más joven, con nuevos proyectos, ha sido -creo, eso parece- un aliciente para el público. Por supuesto, aún queda mucho para volver a situar a la sinfónica de Tenerife donde estaba hace ya unos cuantos años, pero parece que comienza a despertar de su letargo afrontando programas más atrevidos, más parecidos a los de otras salas y orquestas importantes del país, muchos nunca escuchados en las islas.