De frente con el Peligro

De frente con el Peligro

Nos citamos con Mario Sánchez una tarde soleada de octubre en Barcelona, ciudad que le acogió hace ya unos cuantos meses tras su aventura en Bristol (Reino Unido). Alegre, crítico con el sector musical y algo tímido; así es el vocalista y alma mater de Pedro Peligro, esta banda a tres que intenta abrirse camino en la ciudad condal.

«Quise darle un nombre individual a pesar de que fuésemos un colectivo. Y pensé en algo que tuviese fuerza y rimara», afirma Sánchez ante la primera de nuestras preguntas. Y así fue cómo nació Pedro Peligro, de una manera casi instantánea, junto a Manuel Córdoba, el amigo de la «pandilla» de Cádiz, e Irene Solé, catalana y el último de los fichajes del grupo. «Música de cantautor», contesta seguro al preguntarle sobre sus composiciones pese a la mezcla de estilos que recorren sus canciones: desde la rumba, por su naturaleza andaluza y el uso del cajón, hasta excéntrica por la incorporación de la melódica en manos de Solé.

Sánchez se dedica a la música de manera profesional desde hace aproximadamente dos años, aunque sigue compaginando su «pasión vital» con otros muchos trabajos que le ayuden a llegar a fin de mes. «La música está muy mal pagada en este país. Las salas se aprovechan de que la gente venga a verte y paguen por escucharte. Y si luego no llenas, no cobras», comenta cuando le preguntamos sobre sus expectativas a medio plazo. «Componer y tocar es mi prioridad en la vida, por eso me volví a Barcelona, porque todo el mundo sabe que si quieres ser alguien en este mundo tienes que venir aquí o a Madrid», sentencia.

¿Una canción que no podamos dejar pasar?, preguntamos. Sánchez permanece callado y al rato suelta: «¡Muérete ya!, me define totalmente. Es una canción antipática». Y ríe mientras añade: «Es la típica canción que compones en tu cabeza mientras una persona te cuenta una historia que no te interesa. ¿Entiendes?». Ahora reímos ambos.

Mario Sánchez, o Pedro Peligro, o incluso Francisco de Utrera –como se camufla según en qué ambientes– nos cuenta que pronto tendrán un nuevo colaborador ocasional, el barcelonés Esteban Faro. También estos días sacan a la venta su primer disco, ¿Dondestá? (Sophus August Tuxen, 2017), financiado íntegramente con la recaudación de la «taquilla inversa» de los últimos conciertos, incluida la pequeña gira que este verano dieron por el norte de España.

Entre las próximas citas, el 14 de noviembre a las 21:00h en el Club Cronopios de Barcelona, la Asociación Cultural y Literaria donde empezó todo. ¿Volviendo al punto de partida?. Puedes saber más de ellos en @pedropeligromusic y en su canal de Youtube.

 

Entrevista a David Arratibel

Entrevista a David Arratibel

Hace unas semanas tuve el gusto de poder ver la nueva película documental de David Arratibel: «Converso». En ésta, el director aborda la cuasi-abrupta irrupción de la fe religiosa (católica) en su familia. Dada la particularidad de este trabajo, consideré que antes de hacer cualquier reseña sobre el mismo, sería más interesante poder hablar con su creador. Y he aquí el resultado:

  1.   Como director, has utilizado un título muy sugerente para tu obra: Converso. A decir verdad, si lo pienso bien, sería difícil encontrar una palabra más precisa para el fenómeno que se vive en tu familia. Sin embargo, quizás no acabe de ser del todo adecuada pues, en mayor o menor medida, tu madre y Raúl, cuanto menos, ya habían creído con anterioridad. ¿Has encontrado alguna explicación que te satisfaga a esta re-intensificación del sentimiento religioso?

Para mí el título tiene como mínimo dos significados: uno, el de las personas, ellos, que se convierten a una nueva religión; y otro, la primera persona del presente del verbo conversar. Este segundo sentido es para mí el verdadero del título, porque, para mí, ésta es una película sobre conversaciones pendientes que, por fin, en presente, frente a la cámara, se producen.

Respecto al reencuentro o re-intensificación de Raúl y mi madre con la fe, creo que ellos explican en la película cuál ha sido ese camino de vuelta. A mí, desde fuera, me cuesta mucho responder a ese tipo de cuestiones.

  1. Durante la película, mientras hablas con Paula, hay un momento en el cual comentas que el sentido de reunir a tus hermanas, tu madre y tu cuñado, está en ver qué tienen en común para entender el origen de sus “conversiones”, de su fe renovada, ¿Crees haber hallado un hilo conductor entre todos o algún tipo de respuesta? 

El capítulo en el que le pregunto eso a mi hermana Paula se titula “No se puede filmar el Espíritu Santo”. En ese capítulo recojo los momentos en los que yo intento entender cómo se cree, cómo es ese proceso de llegar a tener la certeza de que Dios existe. Y se lo pregunto a mi hermana pequeña porque ella es neuróloga y pienso que quizá me pueda dar una respuesta. Pero ni ella ni nadie me ha podido dar una explicación que no tenga un componente abstracto e inenarrable. En ese sentido, la película admite su incapacidad de documentar el proceso de tener fe.

David Arratíbel (izquierda), con su cuñado, su madre y sus dos hermanas, en un fotograma de ‘Converso’.

  1. Siguiendo con tu conversación con tu hermana Paula, tu manifiestas la sensación de lástima que sentiste al ver que la capacidad crítica de tu hermana podría verse mermada al adquirir un dogma religioso (digamos, un paquete cerrado). Sin embargo, tal y como hablan los integrantes de tu familia, no está tan claro que ellos sigan de pe a pa toda la doctrina católica sino que anteponen su fe en un ser que los reconcilia con algo a unos preceptos religiosos concretos. ¿Piensas que se puede desligar la Fe de la Iglesia (o, cuanto menos, restarla a esta última un papel crucial)? ¿Qué crees que piensa tu familia al respecto?

Con mi hermana mayor he hablado mucho sobre esto, sobre la distancia entre tener fe y una vivencia religiosa, y estar de acuerdo con los preceptos de la Iglesia católica. Ella me da una explicación que, a mí, me vale: me dice que la iglesia es el legado de Jesucristo y que, con todos sus defectos, ellos quieren estar dentro para, si se puede, mejorarla en lo que les sea posible. Para mí es algo parecido la la democracia: sabes que es imperfecta, que tiene mil vías de agua, pero no se me ocurre salir de ella para intentar cambiarla.

  1. En algún momento de tu obra, comentas la frustración que te generó ver que te quedabas “sólo”, sobre todo después de la conversión de tu hermana pequeña. ¿No te viste atraído en ningún momento por la fe de ellos o, de alguna forma, deseaste creer igual que ellos? Y al hilo de esto, ¿Cómo te explicas la conversión masiva, casi por contagio, en el seno de tu familia?

Durante el proceso de hacer la película, y también en el diálogo con el público, no he tenido momentos en los que “peligrase” mi agnosticismo (risas). Pero es curioso que, después de tanto hablar de religión, el primer momento en el que he mirado hacia adentro -o hacia el cielo- con cierta actitud de búsqueda ha sido debido a que un gran amigo mío está luchando contra un cáncer muy fuerte. Soy una persona poco espiritual pero creo que la presencia de la muerte nos hace asomarnos a todos a ese abismo que comenta Raúl en la película.

  1. Por más que yo intentara visionar el documental desde una perspectiva neutral, no me podía quitar de mi cabeza el hecho de que una película documental sobre personas que, de repente, se arraigan de nuevo a unas convicciones religiosas muy poderosas y que ocurre en Navarra tiene algo de no-casual (no podía evitar pensar en el Opus Dei y otras órdenes religiosas, lo lamento). ¿Crees que el contexto socio-religioso de la región tuvo un papel relevante en la “conversión” de tu familia?

Es una pregunta bastante recurrente a la que sólo puedo responder que mi familia no está dentro del Opus Dei. Podría estarlo, porque en Navarra tiene mucha presencia, pero no es el caso.

  1. En tu documental se puede apreciar un uso muy meticuloso de la estética. Y, de hecho, el tema de la estética emerge de forma recurrente en tus entrevistas. Tu madre admite, de forma directa, que ella siempre estuvo detrás de la búsqueda de la hermosura y tu hermana se “convirtió” a través de la visión interna (estetizada) de toda la pasión de Cristo. Me gustaría saber si has sacado alguna conclusión respecto a la importancia que la estética católica tiene en la fe de sus feligreses.

Es algo muy presente en la película, sobre todo en la música. Como dice Raúl, ya Santo Tomás de Aquino dijo que la música del órgano “arrebata el alma a lo celestial”. Así, en la película, vemos llegar algo abstracto, desmontado en un camión. Esa cosa va tomando forma y se crea, por la mano de hombre, un instrumento que es una metáfora de la Iglesia, porque el viento del Espíritu Santo entra en el órgano y hace que todos los tubos, como todos los miembros de la Iglesia, generen un acorde armónico. Yo estaba y estoy fuera de ese acorde del órgano-Iglesia, pero intento buscar la armonía sin pasar por el instrumento -en el sentido de doble de la palabra- cantando a capella, con sólo la voz humana.

  1. Raúl, tu cuñado, te comenta en un momento de la película que la fe es compleja porque nadie se la merece ni está preparado para recibirla, simplemente es un regalo que se da y por eso cuesta tanto hablar de ella. ¿Piensas haberte puesto en la piel de tu familia para sentir lo que ellos sienten pese a que no creas en lo que ellos creen?

Eso he intentado y, aunque no haya conseguido entender o vivir su experiencia trascendental, sí que me he he puesto en su piel para tratar de acercarme a su “sentir” religioso.

 

Patria, de Fernando Aramburu

Patria, de Fernando Aramburu

Parece que hablar de la patria estos días es peligroso. Si vives en Cataluña es ya demasiado recurrente. Pero este artículo, aunque sí tratará de Patria (Tusquets), la última novela de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), no quiero que trate de política. O no sólo eso.

Patria cayó en mis manos por casualidad mientras esperaba el vuelo que me traería de vuelta a casa tras varios meses de estancia en Bruselas. Vi la novela en el bolso que colgaba del hombro de una amiga y mi mente de pronto viajó otros tantos meses atrás, a la fecha de su publicación, en septiembre de 2016. En ese instante recordé que había leído alguna que otra crítica acerca de la grandiosa y extensa novela de Aramburu, que de nuevo se adentraba en el conflicto vasco, ahora sí para narrar los cuarenta años de fascistización de una sociedad impenetrable y hosca, anclada en el pasado, y cuyo deterioro moral contaminó hasta las propias instituciones del Estado.

Aramburu describe a lo largo un centenar de capítulos, pequeñas píldoras o casi breves cuentos aglutinados, el mundo de la lucha armada de ETA y el encarcelamiento de sus “héroes”, el sufrimiento eterno de sus víctimas y la invisibilidad y el ninguneo por parte de la Iglesia Católica y ciertos líderes políticos. La justificación de la violencia y las amenazas se erigen como sustento de una sociedad patriarcal en la que el máximo agente socializador es la “cuadrilla” de amigos del pueblo. Y también lo es la unidad familiar, en este caso custodiada por dos mujeres, Miren y Bittori, amigas inseparables desde la adolescencia, pero separadas por el conflicto. A través de sus voces, de sus hijos y de sus maridos también, Aramburu entabla una conversación entre generaciones: aquellos que no quieren mirar atrás sino idear un futuro alejado de la violencia; y los que no pueden olvidar todo el dolor y toda la muerte, y luchan por encontrar cierto sosiego.

Algunas frases escritas en primera persona se entremezclan con pasajes en estilo indirecto libre, confundiendo un tanto al lector hasta el punto de no saber quién cuenta qué, siempre desde ese tono personal y propio de Aramburu. El resultado estético de la obra parece apremiar al lector pero también al autor, que se decanta por unos diálogos lúcidos y expresivos a través de los cuales se profundiza en los submundos psicológicos de cada personaje: la dualidad de algunas expresiones, el uso alternado del castellano y el euskera, entre otros aspectos.

Hace algunas semanas, HBO España anunció que adaptaría la novela a la pequeña pantalla, a manos del productor independiente Aitor Gabilondo. Habrá que esperar a ver si en imágenes esta historia acongoja tanto como en palabras.

 

The Deuce: 42nd Street

The Deuce: 42nd Street

El tándem Simon – Pelecanos ha vuelto a la acción con una nueva ficción televisiva para HBO: The Deuce. Ficción cuyo cuarto capítulo se estrenará el 1 de Octubre y cuya producción ya ha renovado con HBO para una segunda temporada.

The Deuce narra el nacimiento de la industria pornográfica en el corazón de la Manhattan de los 70. Sus personajes trasladaran a la pantalla la marginalidad, la picaresca y el abuso de poder que se vivía en la 42nd Street con Broadway. Una realidad que nada tiene que ver con la actual Manhattan; donde vecinos y multinacionales han conseguido limpiar los restos de aquella Nueva York de los 70. Dentro del elenco actoral destacan James Franco haciendo doblete interpretando a los dos hermanos gemelos: Vincent Martino y Frankie Martino, y Maggie Gyllenhaal en el papel de Candy, una mujer prostituta que trata de superar las dificultades que encuentra entre su vida laboral y personal.

Según una crónica de The New York Times, ni Simons ni Pelecanos estaban convencidos de poder desarrollar una ficción basada en el lado este de la 42nd Street de Manhattan. Sus famosas historia de burdeles, clubs de striptease y salas XX ambientadas en esos años eran demasiado recurrentes y usadas.

Fue un técnico de localizaciones de Treme quien instó a Simons y a Pelecanos a que visitasen a un viejo amigo suyo de Manhattan cuyas vivencias podrían inspirarles. Esta persona (que falleció poco antes de que se estrenara la serie y cuyo nombre se mantiene en el anonimato) fue quien les desentrañó las historias de chulos, prostitutas, policías y mafias que se movían en los años 70 alrededor de aquella industria naciente del porno.

Crear una narración coral, basada en relatos reales, para sacar a relucir los secretos de una industria de poder, como puede ser el porno, era algo que sí coincidía con el modus operandi del tándem Simons- Pelecanos.

Después de los tres primeros capítulos de la serie, y a juzgar por las entrevistas realizadas a David Simon, James Franco y Maggie Gyllenhaal, podemos deducir lo que nos deparará The Deuce: Simon y Pelecanos escanean y retratan la Manhattan de los años 70 de forma similar a como lo hicieron con el Baltimore de los 90 en The Wire y el Nueva Orleans post Katrina en Treme.

Además, en The Deuce el centro narrativo vuelve a girar entorno “la ilegalidad” y el abuso de poder, con toda la violencia y desesperanza que ello conlleva. El propio Simon en una entrevista mencionaba como estéticamente se habían inspirado en films oscuros como Report to the commissioner (1975), Serpico (1973) o Taxi Driver (1976), consiguiendo retratar esos años setenta no con nostalgia, sino con un aire de decadencia y desasosiego.

Uno de los aspectos más interesantes de The Deuce es la inclusión de una perspectiva de género que hace de esta ficción una obra muy interesante dentro de la trayectoria de Simon. Esta nueva perspectiva, construida bajo diferentes visiones, abre las puertas a la reflexión y a un debate necesario y de actualidad: ¿qué papel juega el feminismo a la hora de considerar el trabajo sexual?

La mujer que tiene necesidad de explotar su cuerpo a cambio de un beneficio económico se convierte en el punto angular de esta ficción. Para simplificar: la objetificación de la mujer, dentro de un sistema patriarcal, produce beneficio económico; y es este hecho el que mueve los intereses de chulos, inversores, mafiosos y hasta de la policía.
La narrativa de The Deuce no trata de construir un arquetipo sobre las mujeres prostitutas, tampoco se reduce a representarlas como personaje colectivo que sufre conjuntamente los mismos problemas y aplica las mismas soluciones. Por el contrario, encontramos personajes explotando su cuerpo sexualmente por diferentes motivos y en diferentes condiciones, con voz y presencia individual, algo que, dentro de la ficción televisiva jamás se había visto.
El vínculo chulo-prostituta también es retratado en la serie: chulos que velan por “sus mujeres” a cambio de un porcentaje del beneficio que estas reciben. No solo eso, sino que se encargan de sacar el máximo rendimiento económico de sus jornadas de trabajo. En el primer capítulo, Lori (interpretada por Emily Meade), la nueva prostituta de la zona, les cuenta a las chicas como prefiere trabajar para un chulo porque si no tiene esa presión se vuelve “vaga y perezosa” para trabajar. También el maltrato emocional y el sometimiento de las chicas hacia los chulos queda patente: los vínculos emocionales y de dependencia que generan ellas hacia ellos.

Dentro de esta norma general de la calle, en la que cada chica pertenece a un chulo, existen excepciones y Candy (Maggie Gyllenhaal) es el reflejo de ellas: prefiere no tener que rendir cuentas a nadie y obtener todo el beneficio económico de su trabajo a pesar del peligro que eso conlleva.

El personaje de Candy representa de una forma muy viva una parte del movimiento feminista que equipara la prostitución con cualquier otro trabajo: cada una puede obtener beneficio económico como quiera y de forma libre, y la prostitución es un modo más de hacerlo. En una secuencia, la propia Candy iguala su trabajo con el trabajador de una tienda de automóviles: la función de uno es vender automóviles y la de la otra es hacer que el cliente se corra.

A pesar de que todas estas visiones tejen un retrato diverso de la sociedad de la Manhattan de la época, aquello que late debajo de cada una de estas historias parece deslumbrar la completa incapacidad del sistema capitalista para construir una sociedad que conviva con justicia e igualdad. La corrupción, la utilización del cuerpo como producto económico, la desigualdad de clase, raza y sexo y la marginación social se consolidaran como moles inamovibles.

Todo apunta a que Simons y Pelecanos volverán a introducirnos en una ficción con una fuerte crítica a otra estructura socioeconómica de poder, consiguiendo, una vez más, hacer visible aquello que incomoda mostrar.

Joyce en el exilio

Joyce en el exilio

El connotado escritor irlandés James Joyce (1882-1941) es conocido por su singular narrativa (la cual dio paso, según muchos estudiosos, a la literatura contemporánea) y, principalmente, por su Ulises. Pocos saben, sin embargo, que entre su producción literaria existe una peculiar obra de teatro: Exiliados.

La unicidad de esta obra teatral conlleva dos aspectos dispares. Por un lado, nos encontramos ante un autor ajeno en su práctica creativa al género teatral; esto no le quita valor ni calidad a su obra, pero es cierto que si la comparamos con la de los grandes dramaturgos de su tiempo, como Ibsen, podemos observar algunas carencias estilísticas y metodológicas propias de la inexperiencia de Joyce en el género. Por otra parte, el hecho de que el irlandés haya escrito una única obra de teatro le concede no sólo cierta exclusividad a la obra, sino además, un interés añadido a la hora de su estudio y del de los motivos que impulsaron a Joyce a incursionar en la dramaturgia.

En cuanto a este último aspecto, sabemos que Joyce fue un gran admirador del teatro ibseniano, motivo por el cual es fácil pensar que haya querido emular al maestro noruego. La obra la escribió en 1915, época en la que estaba gestando ya su Ulises. Suponemos que no habrá sido fácil compaginar la escritura de dos obras tan dispares en su forma: Exiliados es un drama en tres actos que sigue los cánones clásicos de temporalidad y diálogo, y Ulises… bueno, Ulises ya sabemos que es una afortunada suerte de experimento narrativo totalmente innovador y vanguardista.

La temática de Exiliados, por su parte, sí guarda ciertas semejanzas con Ulises. Hay mucho (o se cree que hay mucho) de biográfico en la historia que se cuenta en esta comedia de tintes dramáticos, al igual que se suponen aspectos biográficos en la gran novela de Joyce. Además, encontramos presente en ambas obras el tema de la infidelidad, muy recurrente en la producción de Joyce y que da pie, precisamente, a todo tipo de especulaciones sobre qué tanto de biográfico hay en las truculentas historias amorosas de los personajes del autor irlandés.

Exiliados nos presenta la historia de cuatro personajes. El escritor Richard Rowan y su pareja, Bertha, han estado fuera de Irlanda, en el exilio, y acaban de regresar a su país y a su casa. El periodista Robert Hand, amigo de juventud de Richard, está enamorado de Bertha y ahora que ha regresado, le confiesa tímidamente su amor. Richard sabe de los cortejos de Robert y sabe también que Bertha alberga sentimientos hacia el periodista. Así, con un sufrimiento palpable y tragicómico, Richard decide dejar que Bertha mantenga una aventura con Robert si así lo quiere. Bajo una bandera de generosidad con la que le otorga completa libertad a Bertha, Richard parece ocultar en realidad la justificación de su propia infidelidad, pues él está enamorado desde años atrás de Beatrice, prima de Robert y con la que ha mantenido ya una aventura en el pasado.

Los escarceos amorosos de estos cuatro personajes tienen como telón de fondo el contexto del exilio. Recordemos aquí que Joyce estuvo exiliado de Irlanda por muchos años y que fue una circunstancia que le causó no poco pesar (por ello el tema del exilio es también recurrente en su obra). Joyce partió de Irlanda con Nora, su pareja, a los pocos días de conocerla, igual que Richard con Bertha en la obra. Joyce ya nunca regresó a Irlanda, pero seguro imaginó y soñó con su regreso en no pocas ocasiones y una de esas ocasiones parece ser Exiliados, que se convierte en un ejercicio imaginativo del escritor irlandés sobre el posible regreso a su patria. Sin embargo, la obra va más allá de este contexto y de lo anecdótico de las aventuras de estos cuatro personajes. Exiliados, en clave metafórica, se adentra en otro tipo de exilio, el del exilio interior, el exilio de los propios sentimientos.

Con gran agudeza e ingenio, Joyce desnuda lo más profundo de los sentimientos y las pasiones humanas y construye a cuatro personajes profundamente enamorados pero a su vez profundamente atormentados por estos amores. La duda se convertirá en la verdadera protagonista, una duda sobre la posible infidelidad, una duda que no se puede disipar porque sobrevive incluso a las confesiones más íntimas. La duda, así, torna estas relaciones en trágicas, pero a su vez es sobre ella que se construye el amor entre estos personajes. En suma, Exiliados representa una obra de gran profundidad psicológica en la que Joyce diserta con profundidad y algo de humor sobre los sentimientos, las relaciones, el amor y la duda.

Exiliados se estrenó en teatro en 1918, en Munich, con un gran fracaso de público y de aceptación. Tampoco los intentos que se hicieron en Nueva York en los años 30 o en Inglaterra en los 70 obtuvieron ningún éxito. Sin embargo, la historia de Exiliados en México es muy distinta.

México es un país con una amplia tradición de producción teatral de gran calidad. Actores, directores y escenógrafos de primer nivel surgen en este país en el que Joyce sí ha triunfado sobre el escenario. En 1980 Marta Luna dirigió una primera puesta en escena de Exiliados que se representó con gran éxito en el Poliforum Cultural Siqueiros, alcanzó más de quinientas representaciones y cosechó grandes críticas.

Ahora, Martín Acosta se pone al frente de un nuevo y actual montaje de la obra de Joyce que se está representando en el teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque de la Ciudad de México. Acosta, además de dirigir la puesta en escena, es el responsable de la traducción y la versión del texto utilizado para esta ocasión y, también, del diseño de la escenografía, que combina de forma magistral el minimalismo, la practicidad escénica y un curioso estilo kitsch.

El nuevo elenco se ha ganado desde la primera representación al público y a la crítica. La obra cuenta con las magníficas actuaciones de Carmen Mastache –en el tímido personaje de Beatrice–, Verónica Merchant –espléndida en su representación de Bertha–, Pedro de Tavira Egurrola –hijo del connotado director Luis de Tavira y de la actriz Julieta Egurrola y que encarna a Richard– y Tenoch Huerta –quien toma un descanso de la pantalla grande para regresar al teatro en la piel de Robert Hans–.

La maestría de los cuatro actores, combinada con la fuerza narrativa de la historia, da como resultado un poderoso montaje en el que el director se toma libertades tan inusuales como mantener un primer plano con el actor de espaldas al público principal; y si de algo adolece esta puesta en escena es de más funciones. La corta temporada termina el próximo 9 de julio, así que si nos lees desde la Ciudad de México, no dudes en disfrutar de este magnífico espectáculo joyciano, y para los asentados en otras latitudes, aprovechad que los derechos de autor de la obra quedaron liberados en 2012 y conseguid este magnífico texto que no dejará a nadie indiferente.

 

 

Cruïlla 2017…¡cuenta atrás!

Cruïlla 2017…¡cuenta atrás!

En siete semanas, más de 21.000 personas tendrán la ocasión de asistir a la octava edición del festival Cruïlla, que se celebrará los días 7, 8 y 9 de julio.

Como en las ediciones anteriores, el festival se caracteriza por la variedad musical y multicultural, con propuestas que llegan de los continentes europeo, americano y africano, y con una numerosa presencia de música del territorio español. La apuesta por cabezas de cartel como Jamiroquai, Los Fabulosos Cadillacs, The Prodigy o Pet Shop Boys es una buena noticia para todos los nacidos en los ochenta que pasaron parte de sus adolescencias escuchándolos.

Es también una buena noticia para aquellos que quedaron fascinados por la puesta en escena en 2016 de los carismáticos Seeed, contar este año con Dellé, su vocalista, que actuará en solitario.

La prolífica feminista Ani DiFranco, la barcelonesa Luthea Salom y la multicultural Jain son las únicas representantes de género femenino solistas. Del continente africano, actuará el emblemático senegalés Youssou Ndour, los surafricanos Die Antwoord, y desde Mali, Toumani Diabaté, Sidiki Diabaté i Fatoumata Diawara acompañando al francés –M-.

Se verán también los directos de Enric Montefusco, Carlos Sadness, Neuman, Ryan Adams, o el esperado Benjamin Clementine, entre otros varios artistas.

Repiten Residente, Toundra con el niño de Elche con su propuesta Exquirla, y Txarango.

La novedad de este año: las ediciones de los Cruïlla Primavera y Otoño. Propuestas que dan continuidad, tras ocho años, a una de las citas más esperadas del verano barcelonés.