por Marina Hervás Muñoz | Oct 14, 2016 | Críticas, Música, Recomendaciones |
En el East Side Gallery de Berlín hay un mural que dice que sólo cambia el mundo la gente pequeña que en sus pequeños lugares hace cosas pequeñas. Creo firmemente en esa forma de ver el cambio social. Así que me tomo muy en serio lo que a ojos desconocedores puede ser anecdótico. Por eso me parece absolutamente fundamental que la Sinfonietta de Canarias haya comenzado sus pasos y que, con su caminar, hayan de repente abierto la cuestión de porqué no había y no hay más espacios donde gente joven ponga su saber al servicio de las comunidades que no viven en el ámbito capitalino de las islas, especialmente porque la actividad musical en cada rincón de las islas es asombroso. Así que la Sinfonietta se presenta como un soplo de esperanza y, al mismo tiempo, como algo necesario que no habíamos sabido cifrar antes. Será la orquesta residente del Teatro Leal, el único teatro no privado de La Laguna, en Tenerife, y tienen un modelo de programación muy ambicioso, pues plantean combinar algunos “clásicos” de la clásica (valga la redundacia) con estrenos y obras que, si no me equivoco, aún no se han escuchado en el archipiélago, como de la compositora Gubaidulina.
El pasado 9 de octubre dieron su primer concierto: esta vez, aún sin sacar todas sus cartas. Interpretaron la Serenta para cuerdas de Tchaikovsky en la primera parte y, ya con el viento, la Sinfonía veneciana de Salieri y la Sinfonía n. 29 KV. 201 de Mozart. Aún falta trabajo grupal, empaste seccional y mejorar, sobre todo, los finales (en la afinación) y conducción de las frases (en el juego dinámico). En muchas ocasiones no terminaban de sentirse cómodos tocando, algo que redundó en la construcción de las obras. Pero creo que estos defectos tienen que ver con la juventud de su creación: conseguir un sonido empastado grupal no es algo que se consiga rápidamente, por mucho que el entusiasmo lo motive. En esto, habrá que seguir de cerca su evolución. Algo que creo que deberían tomarse en serio, ya que su simple existencia ya remueve heridas de la vida cultural canaria, sería pensar en un formato acorde a su juventud, darle también un bocanada de aire fresco a eso. Llegaron, se sentaron, tocaron, y se fueron. Serios y distantes, como lo hacen las orquestas profesionales, que nos agotan con su separación entre el escenario y el mundo. Ya que era la presentación, hubiese esperado palabras de agradecimiento, de explicación, de motivación. Hacernos sentir parte de aquello. Creo que uno de los potenciales de estas orquestas más pequeñas y de ámbitos de actuación más locales pueden permitirse el lujo y la ventaja de no caer en los mismos errores de las orquestas consagradas, que parece que nos hacen un favor al público tocando allí. Así que me gustaría ver su juventud (por fundación y por miembros, ya que muchos están apenas en la veintena) también en las formas. Ahí pueden encontrar su radical éxito. No digo que imiten las propuestas de Ara Malikian o algo así, es decir, que lo divertido se la única forma de salir de la seriedad del concierto clásico. Sino que es posible pero sólo viable cambiar ese formato desde dentro, donde los propios músicos piensan otras fórmulas. Así eso pequeño llegará a ser, seguro, algo muy grande.
por Isaac Bonilla | Oct 13, 2016 | Artículos, Evento, ReCiencia |
En los últimos días ha sido galardonado el japonés Yoshinori Ohsumi (大隅 良典 Ōsumi Yoshinori) con el Premio Nobel de Medicina 2016 por sus descubrimientos de los mecanismos de la autofagia. Este proceso, exclusivo del dominio Eukarya (que entre otros, incluye a animales y plantas), permite a la célula reciclar parte de su propio contenido mediante su digestión en compartimentos especializados. (más…)
por Irene Serrahima Violant | Oct 10, 2016 | Críticas, Música |
Per piano-forte con l’accompagnamento del violino. Así es como indica Ludwig van Beethoven la presencia del violín en sus sonatas para ambos instrumentos. Sin embargo, de forma contradictoria, es en estas sonatas donde el violín gana protagonismo en comparación con las sonatas que se compusieron anteriormente para esta formación. Por ejemplo, en las sonatas de Mozart la parte del violín es secundaria si la comparamos con la del piano, así que, podríamos decir que las sonatas de Beethoven fueron decisivas en el desarrollo del género y sin duda son un buen material de concierto para un violinista prestigioso.
El violinista Leonidas Kavakos y el pianista Enrico Pace han presentado el ambicioso proyecto de interpretar la integral de las sonatas para violín y piano de Beethoven dividida en tres conciertos en el ciclo Palau Cambra del Palau de la Música Catalana. El primer concierto tuvo lugar el 4 de octubre. En él el dúo interpretó las sonatas del opus 12 y del 30 de forma desordenada -6, 3, 2 y 7-, seguramente para alternar estilos y para que la escucha fuera más amena y dinámica, situando las del período más romántico al inicio y al final (op. 30) y las más clásicas en la parte central (op.12).
El planteamiento y ejecución de las obras por Kavakos-Pace fue muy acertado y minucioso. Desde fuera se podía apreciar fácilmente cómo las obras habían sido previamente analizadas y estudiadas muy de cerca por los intérpretes por su ejecución detallada con sus tiempos fuertes y de tensión, articulaciones, ornamentaciones, cambios de caracteres y timbres, dependiendo del movimiento, estilo y tempo. También destacaba el trabajo de cámara como apuesta en común, con sus unísonos y juegos de voces de pregunta-respuesta en que el violín imitaba a la perfección articulaciones propias del piano hasta crear un sólo sonido compuesto por diversos timbres.
Leonidas Kavakos, demostró un gran dominio técnico, especialmente por el control del arco -peso y punto de contacto- y del vibrato, que le permitía pasar de una sonoridad muy intensa y enérgica a una ligera, sutil y dolce en muy poco tiempo. Gracias a este contacto del arco con las cuerdas, el sonido, aún estructurado en frases y con sus articulaciones, nunca se perdía y estaba constantemente en movimiento, vibrando, como elemento vivo que es la música. Los movimientos lentos sobresalieron por la delicadeza y expresividad en que fueron interpretados, que contrastaban con los rápidos que -aunque con un tempo un poco precipitado- fueron tocados con gran resolución.
La segunda parte de las tres que forman esta integral tendrá lugar el próximo 26 de enero en el Palau, con la interpretación de las sonatas 4, 5 y 10 de Beethoven. Recomiendo no perder la oportunidad de escuchar estas obras en una versión que sin duda es de referencia.
Palau de la Música Catalana, Barcelona. 4 de octubre de 2016.
Leonidas Kavakos, violín
Enrico Pace, piano
Programa: Integral de las sonatas para violín y piano de Beethoven (I)
I
Sonata para violín y piano núm. 6, en La mayor op. 30 núm. 1
Allegro
Adagio molto espressivo
Allegretto con variazioni
Sonata para violín y piano núm. 3, en Mi bemol mayor, op. 12
Allegro con spirito
Adagio con molt’espressione
Rondo (Allegro molto)
II
Sonata para violín y piano núm. 2, en La mayor, op. 12
Allegro vivace
Andante, più tosto Allegretto
Allegro piacevole
Sonata para violín i piano núm. 7, en Do menor, op. 30
Allegro con brio
Adagio cantabile
Scherzo: Allegro – Allegro
por Marian Patilla Racelis | Oct 7, 2016 | Críticas, Recomendaciones, Teatro |
El Pavón Teatro Kamikaze, dirigido por Miguel del Arco, Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxó presenta actualmente, entre otras propuestas interesantes, Idiota, de Jordi Casanovas, dirigido por Israel Elejalde.
La estética, sobria, simétrica y aséptica anticipa la atmósfera que los intérpretes, Gonzalo de Castro y Elisabet Gelabert, van a generar. En la sala hay un proyector que se enciende al inicio de la obra para presentarnos los créditos con unas ilustraciones de Lisa Cuomo en movimiento y la mítica frase de Einstein sobre la estupidez humana. Dicho proyector se apaga con la entrada de los actores y el inicio de la escena. He de reconocer que el recurso del proyector es bastante acertado ya que lo utilizan regularmente durante el transcurso de la obra de manera coherente con la historia. Las ilustraciones sin embargo, no vuelven a aparecer ni tienen mayor relevancia con el desarrollo de la obra.
Personalmente, no me gusta documentarme demasiado antes de ver un espectáculo, me atrae la idea de llegar virgen a la sala, ver y analizar por mi cuenta (aunque esto es subjetivo, ya que mi atención siempre estará ligada a lo que el director o directora haya decidido focalizar), y a la salida leer la información y comprobar si concuerda o no con lo que me han transmitido. En este caso, la obra me remite directamente al experimento de Milgram, a lo macabro de Funny Games de Haneke, y la violencia y estética de la serie Utopía de Dennis Kelly (bolsa amarilla incluída, ejem, ejem.).
La iluminación y el ambiente sonoro son espectaculares, concretamente nos transportan al mundo de los concursos televisivos tipo “The Weakest Link”, “Who Wants to Be A Millionaire?”, etc. La trama toca un poco la parte social con el tema de la crisis, los créditos, los desahucios y el conflicto de culpabilizar a los deudores en lugar de a las entidades que concedieron préstamos sabiendo que sus clientes no podrían asumir los costes establecidos.
Y dejando a un lado algunos clichés en los que recaen los personajes, la interpretación de Gonzalo de Castro me ha parecido admirable, aportando matices muy interesantes y transitando los cambios de registro e intensidad con mucha fluidez. Elisabet Gelabert tiene una presencia magnífica, pero la contención de su personaje en contraste con el de de Castro puede generar la impresión de una descompensación en la intensidad, lo que provoca que quede en un segundo plano. Además, hay una sexualización del personaje de la psicóloga que considero innecesario y aflora mi parte feminista más reivindicativa, pero tranquilos, no me voy a explayar en ello ahora.
En general, Idiota es una obra muy complaciente con el público, es entretenida, tiene un formato muy cinematográfico y juega con ofrecer a los espectadores la oportunidad de sentirse inteligentes. Hay violencia, sí, pero como ocurre en los cuentos infantiles, puedes incluir todas las desgracias que quieras, a condición de dejar un final agradable.
Marian Patilla
por Marina Hervás Muñoz | Oct 5, 2016 | Música, Recomendaciones |
El Festival de Música Polonesa a Catalunya, vuelve tres año después con una muestra de la música clásica polaca en relación a compositores internacionales. Se celebrará del 15 al 23 de octubre. Se trata de una ocasión única para escuchar música que se mantiene silenciada para los oídos de este lado de Europa, como la que compuso Karol Szymanowski. Su música, aún por explorar, junta lo mejor del lenguaje de Bartok, de Schönberg y de Stravinsky (Algo que reluce especialmente en su Concierto de violín N. 1) y, en lugar de sonar a pastiche, adquiere un color fantasmagórico delicisoso. Es una alternativa a la música alejada de lo ya escuchado hasta la saciedad en las salas de concierto, nos cuenta de otras lenguas, de otras formas de expresión musical, de porqué la musicología se ha centrado ideológicamente en el resultado sonoro de sólo algunos lugares del mundo.
El festival se abrirá con un concierto que estaremos cubriendo desde Cultural Resuena en el Palau de la música catalana El programa incluye las Canciones de una princesa de cuento de hadas op. 31 de Karol Szymanowski, con la participación de la gran soprano polaca Iwona Sobotka, las Tres piezas en estilo antiguo de Henryk Mikołaj Górecki (otro compositor aún no suficientemente escuchado en el ámbito público) y la Sinfonía núm. 4 de Gustav Mahler. El domingo 16 de octubre, la sala para conciertos de cámara del Palau acogerá al Apollon Musagète Quartett, ganador del primer premio en el Concurso Internacional ARD de Munich, que interpretará cuartetos de cuerda de Haydn, Grieg y Szymanowski.
Como en la anterior edición, la música polaca etará presente también en otras ciudades de Cataluña. El día 22 de octubre en el Teatre de Amer, Luis Grané mostrará su alabado virtuosismo con Frederic Chopin. El domingo 23 de octubre, y como cierre del festival tendrá lugar una velada de música de cámara en l’Atlàntida, Centro de Artes Escénicas de Vic. El concierto estará liderado por el violinista Bartek Nizioł e incluirá el Quinteto para piano de Juliusz Zarębski, considerada la obra más representativa de la música de cámara romántica polaca.
Organizado por la asociación IDEA Gestión Cultural con la participación de la fundación Ogrody Muzyczne de Varsovia, el Festival de Música Polonesa está patrocinado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de la República de Polonia y cuenta con el apoyo de la Embajada de la República de Polonia en Madrid y del Consulado General de la República de Polonia en Barcelona. Desde aquí le sugerimos, aunque entendemos el riesgo, a que en futuras ediciones todo sea música polaca: para ayudarnos a abrir los oídos y para mostrar cuan equivocados estamos al enfocar nuestro interés sólo a un conjunto muy reducido de compositores.