por Rubén Fausto Murillo | Abr 5, 2021 | Críticas, Música |
Parece ser, que tras el estreno el viernes santo de 1727, la Pasión según San Mateo le atrajo a J.S. Bach una serie de recriminaciones y castigos por parte de sus superiores jerárquicos, logrando que finalmente, el impulso creador de sus primeros años en la ciudad de Leipzig, al cual debemos los ciclos completos de cantatas sacras de los que ahora disfrutamos, se detuviera casi en seco.
Mucho se ha escrito sobre la ceguera artística de personajes como el Rector de la Escuela de Santo Tomas, Johann August Ernesti, que pasó de ser un partidario de la obra del maestro cuando este llegó a la ciudad, a ser un fiero detractor tanto de su obra como de su persona, intentando por todos los medios a su alcance, mermar sus atribuciones como cantor y malmetiendo entre sus compañeros para hacerle irrespirable el ambiente.
El principal problema que esto buenos caballeros tenían con la obra de Bach, además de varios problemas personales con el altanero y levantisco maestro, era que, literalmente, dejaba sin trabajo a los pastores de las principales iglesias de la ciudad, pues los fieles tras escuchar por ejemplo la Pasión según San Mateo aquel 11 de abril de 1727, encontraron innecesaria la homilía que acompañó el servicio vespertino de aquel día tan señalado. La hondura de la música y las reflexiones teológicas de las que está llena la obra, deslucieron el discurso que se da en una ceremonia como la de viernes santo.
La tradición protestante en Alemania había más o menos establecido en muchas ciudades la costumbre de ejecutar “La Pasión según San Juan” de Johan Walter, seguidor y amigo de Martín Lutero y que, precisamente basándose en la Biblia traducida por el reformador, había compuesto una muy breve obra musical acompañado de algún modesto poema, donde el mayor peso dramático recaía en la pura narración de los hechos de la pasión y muerte de Jesucristo. Se trataba de que el fiel rememorara los hechos que constituían las bases de la fe cristiana, correspondiendo al pastor la interpretación de ellos en la homilía. La música cumplía dijéramos, un puro acompañamiento y cebo que podía hacer más atractiva aquella terrible narración.
Bach ya con la pasión según San Juan de 1724, inició un camino de renovación absoluta, profundizando en el dramatismo que existe en la historia de los tormentos sufridos por Cristo y el impacto que en la conciencia de los fieles producían aquellos relatos. Así, otorga a la música el protagonismo ya no solo en la narración, si no que la constituye en la generadora de profundas y hondas reflexiones sobre la redención humana. Para la pasión de según San Mateo, el relato de la pasión de cristo es solo el andamio sobre el que soporta la pieza, y hace que el peso dramático de la obra recaiga en las reflexiones que de los hechos contados se pueden desprender. Este espacio de honda introspección se realiza en lo que en ese momento fue nombrado como “madrigales” y que son las arias y números vocales que llenan la obra; espacio en el que la mezcla del texto y la música que de ella emana aboca al escucha a pensamientos de muy profundo calado.
En la Pasión según San Mateo, mejor que en ninguna otra del maestro, se ve reflejada una visión del mundo en la que se apela a la conmiseración por el que sufre sin culpa, en la que el espectador casi sin quererlo termina siendo parte, horrorizado, de algo que lo supera con mucho. En ella se nos reclama mirar muy dentro de nosotros y reconocer que es imposible escuchar semejante narración, sin sentirnos mínimamente conmovidos al margen, incluso de nuestras creencias. En esta obra, la narración de la pasión y muerte de Cristo se llena de una potencia dramática inmensa, dotándola de carne y sangre viva, hurtándola de los altares donde la tradición la había colocado, lejos de la gente común y restituyéndola en su fuero más íntimo.
Interpretar semejante monumento artístico es sin duda un reto para todo aquel que se aproxima a ella. El año pasado en medio de la primera ola de la pandemia, fue simplemente imposible disfrutar de todos los conciertos donde las dos pasiones del maestro de Leipzig aparecían programadas. Con lo que el público Barcelonés, esperaba, si cabe, aún con más ganas la oportunidad de disfrutar de unos conciertos que son ya tradicionales en nuestra vida musical. La cancelación de la lectura que debía presentar Sir John Eliot Gardiner de la Pasión según San Juan a causa de las restricciones de la pandemia, hizo pensar que quizás nuevamente este año nos quedáramos sin poder escuchar nada de este maravilloso repertorio. Afortunadamente para nosotros, nuestra vecindad con Francia tiene ya unos meses permitiéndonos disfrutar de grandes músicos y agrupaciones galas, y el pasado 25 de marzo pudimos escuchar por fin, la espléndida lectura que Raphaël Pichon al frente de su grupo Pygmalion, realizó de la Pasión según San Mateo.
Pichon es sin lugar a ninguna duda, un músico consumado en todos los sentidos y un director con un oficio inmenso, que aúna en su persona, una técnica logradísima con la que controla cada nota de sus músicos, con un instinto y una vena dramática que sabe crear interpretaciones con un alto impacto emocional en sus espectadores. Escuchar a Pygmalion estremece hondamente, entre otras razones porque todos los elementos musicales de las obras que interpretan están colocados en su justo lugar, para luego detonarse dentro de cada uno de nosotros de un modo tal, que acciona palancas internas que hacen imposible el no emocionarse. No se trata solo de la sola perfección técnica, que la hay y a raudales, si no que esta, está al servicio de la expresión trascendental de cada una de las piezas que abordan.
Pichon sabía muy bien a que se enfrentaba y supo construir magníficamente la obra, leyendo e interpretando cada recurso retórico, cada melodía sugerente, cada armonía significativa, todo, absolutamente todo estaba donde tenía que estar, en su justa proporción, lo que revela a un maestro de altos vuelos, a un músico que siendo aún muy joven está ya en posesión de una sabiduría musical muy especial y que promete seguir sorprendiéndonos con una brillantísima carrera.
Las partes vocales, en su conjunto, fueron simplemente deliciosas, destacándose mucho tanto por sus timbres poderosos y llenos de fuerza, como por un oficio inmenso en roles difíciles y que desgastan mucho a sus intérpretes, Julian Prégardien como el evangelista y Stéphane Degout como Jesús. Caso similar es el de Lucile Richardot, que con una voz robusta y muy bien timbrada bordó las arias a ella asignadas.
Injusto es solo nombrar a unos pocos protagonistas, cuando todos y cada uno de los participantes en la velada demostraron un altísimo nivel, realizando una interpretación que emocionó muy profundamente al público congregado esa tarde en el Palau de la Música. Aplausos que se prolongaron por más de diez minutos premiaron a los artistas que nos habían regalado semejante vivencia, y que por casi tres horas nos devolvieron a ese extraño gozo de estar en contacto con obras tan estimadas por todos los ahí congregados. Esperemos que poco a poco la oportunidad de disfrutar de estas experiencias sea cada vez más frecuente, pues el apetito de nuestro público dista mucho de verse saciado. Seguimos.
por Rubén Fausto Murillo | Jun 28, 2019 | Críticas, Música |
Al fallecer J.S. Bach en 1750, sus hijos, como es normal, se repartieron sus bienes. Dentro de estos, se encontraban un buen número de instrumentos musicales que Bach se había encargado de ir coleccionado a lo largo de su vida. Además de estos instrumentos, tocó que muchos de sus manuscritos autógrafos, también pasarán a ser ahora custodiados por sus hijos, y seguramente, de todos sus vástagos C.P.E. Bach, segundo hijo del maestro, y de su primera esposa, fue uno de los que más cuidado puso en la conservación de semejante legado. Dentro de las obras que recibió, se encontraba una que en la portada del manuscrito tenía escrito “die große catholische Messe” (gran misa católica), nadie en ese momento la conocía, ni sabia a ciencia cierta de que se trataba. La mencionada misa, es una pieza singular, no solo porque Bach era luterano ortodoxo convencido de su fe, lo cual hacia muy extraño que hubiera escrito una misa para el rito católico, si no porque la misma elaboración de la obra, le llevó al maestro dentro de lo que tradicionalmente se ha contado, varias décadas de trabajo.
Se calcula que la Misa en si menor BWV 232 fue escrita aproximadamente entre 1724 y 1749 faltando solo un año para el fallecimiento del maestro. De los 27 números que la integran, la mayor parte están construidas mediante la reutilización de obras ya existentes, y que el adaptó paulatinamente a lo largo de los años. Esta técnica, muy socorrida en la época y llamada “parodia”, lejos de ser algo que demerite el resultado final, al continuar pensando, que solo las obras de nueva creación merecen ser consideradas valiosas, las hace piezas que muestran nítidamente el alto grado de perfección técnica que Bach había alcanzado como compositor. Nuestro maestro no es un autor que se moviera por raptos de inspiración, en el más puro estilo romántico, por el contrario, Bach trabajaba desde la laboriosidad, constante y metódica, demostrando una inmensa erudición, con lo que, cuando Bach componía, lo hacia desde una postura absolutamente diferente a la nuestra: se trataba de alumbrar resultados de la más alta ciencia musical, resultados que enaltecieran el nombre de Dios, en palabras del mismo maestro.
Otras teorías mas recientes, por el contrario, nos dicen que la Misa fue el resultado de un complejo trabajo que realizó Bach no a lo largo de los años, si no en sus últimos meses de vida, en un estado físico ya muy deteriorado y casi totalmente ciego. Lo cierto es que la obra de proporciones inmensas, no fue nunca ejecutada en vida de su autor, las partes que la integran por separado seguramente si, pero la Misa como tal, fue estrena hasta 1835 y editada en 1845, producto de la iniciativa del editor suizo H.G.Nägeli que había comprado a un anticuario el manuscrito original, promocionando su empresa editorial con estas palabras: “ la más grande obra musical de todos los tiempo y de todos los pueblos”.
Por sus enormes dimensiones, es fácil descubrir que esta música sería muy complicado que pudiera ser utilizada en su totalidad en un servicio religioso. Ahora bien, si que es perfectamente posible que se utilicen los números sueltos de la obra de manera independiente, dependiendo de la confesión religiosa que las utilice. De hecho las más recientes teorías sobre nuestra pieza, van encaminadas a demostrar que Bach pensó en una obra que pudiera ser empleada tanto en la iglesia luterana, como dentro de la católica y que por ello, cuenta con el Kyrie y Gloria propios de las dos confesiones, continuando con el Credo ( Sybolum Nicenum) Sanctus y Agnus Dei propios de la iglesia católica. En Alemania, tras su estreno, la Misa en Si menor se convirtió con mucho, en la obra más celebrada del J.S. Bach, incluso por encima de la Pasión según San Mateo.
El pasado miércoles 12 de junio, el maestro Philippe Herreweghe, se presentó al frente de su Collegium Vocale Gente en el Palau de la Musica de la capital catalana, realizando una memorable lectura de esta maravillosa obra. Previo al inicio del concierto, por la megafonía, se nos avisó que Herreweghe estaba lesionado del brazo derecho y que pese a ello, saldría a dar el concierto. Minutos después, vimos salir a la coral y tras ellos apareció Herreweghe, amable y comedido como siempre. Saludó al público y a la orquesta y ya en esos breves segundos, se tocó el hombro derecho con su mano izquierda, mostrando un evidente dolor en la zona.
Iniciada la ejecución de la pieza, sus movimientos ya tradicionalmente crípticos, se redujeron al máximo, dejando casi inmóvil su brazo derecho y apoyándose para conducir al grupo orquestal y coro, en su otro brazo. Cuando percibía alguna imprecisión o algo no le satisfacía, dejaba su puesto en el centro del escenario y acudía casi al frente del atril de sus músicos y marcando pequeños gestos con la mano izquierda, solucionaba aquello que no le gustaba. Se le notaba aun más alerta y pendiente de cualquier cosa, seguramente al sentir que sus condiciones físicas podían entorpecer el transcurso del concierto. El resultado fue una interpretación maravillosa de la Misa en si menor. La enorme calidad que desde hace décadas ofrece el Collegium Vocale Gente y evidentemente Philippe Herreweghe, es inmensa, siendo sin lugar a dudas, todo un referente en la interpretación de la obra de J.S Bach.
La próxima temporada será para los amantes de la obra de J.S. Bach sumamente interesante, porque tendremos la oportunidad de disfrutar de la interpretación de las dos pasiones del genio de Leipzig, justamente bajo la dirección de Philippe Herreweghe. Por ahora, nos queda aun el regusto de una lectura, llena de rigor, y precisión, pero así mismo llena de musicalidad y vida de esta sorprendente Misa en si menor. Seguimos.
por Rubén Fausto Murillo | Abr 10, 2019 | Críticas, Música |
La pascua ha llegado de nueva cuenta y con ella, en lo musical, también se nos invita a disfrutar de una muestra de “pasiones” que rememoran, vaya la redundancia, la pasión y muerte de Jesucristo. En concreto, el Palau de la Música, programó las dos canónicas obras de J.S.Bach, iniciando con la Pasión según San Juan de la que hablaremos a continuación, y una semana después la San Mateo. En ambos casos, son agrupaciones británicas de diferente adscripción musical las encargadas en este año de interpretar las obras, pero si manteniendo un modo de hacer muy “inglés”. La centenaria tradición coral de las islas británicas, tiene un peso enorme en la calidad de estas lecturas.
En el caso del Auditori, será el maestro Savall el encargado de presentar la San Mateo, en este caso, ante sus fieles seguidores del escenario barcelonés. Y llegados a este punto, y confesándome primero, un enamorado irredento de la obra de J.S.Bach, me pregunto, ¿No existen más pasiones que pudiéramos disfrutar en esta temporada? Pienso en quizás la “Pasión de Brockes”, obra juvenil pero maravillosa de G.F.Handel, por mencionar una posibilidad, no demasiado heterodoxa, pero, si nuestro deseo de profundizar en la literatura de este género fuera mucho, autores del mismo periodo como Telemann o el hijo mayor de J.S. Bach, C.P.E. Bach, cuentan con obras sumamente interesantes y que muy probablemente nunca se han escuchado en nuestra ciudad. Entiendo que los programadores lo que quieren es un auditorio lleno y apostar por las canónicas obras del maestro de Leipzig, es por decirlo así, una apuesta mas segura, pero ello incluso va en contra de la misma apreciación de estas, porque hay aficionados literalmente aburridos de escuchar cada año las mismas obras, y que estoy seguro, estarían felices, sin dejar de disfrutar de Bach, de ampliar la degustación de nuevos y deliciosos ejemplos dentro del género.
Pasando al concierto efectuado el pasado martes 2 de abril en el Palau de la Música, las sensaciones fueron mejorando conforme la interpretación de la obra se llevaba a cabo. El maestro Edward Higginbottom es toda una autoridad dentro del mundo coral británico y así lo demostró el primoroso estado de la agrupación coral que presentó: el Oxford Consort of Voices. Todos y cada uno de sus miembros son consumados cantantes y la atinada dirección del maestro Higginbottom sabe aunar en un solo cuerpo sonoro una enorme paleta expresiva a esta variedad de solistas. El conjunto instrumental Instruments of Time & Truth, pese a ser todos espléndidos intérpretes, no estuvieron siempre todo lo precisos que cabía esperar: algunas notas bajas por ejemplo en la preciosa aria “Erwäge wie sein blutgefärbter Rücken” para tenor y acompañamiento de violas de amore, o niveles demasiado altos, en el volumen del acompañamiento del clave en contados momentos, que resaltaban mucho mas debido al enorme nivel interpretativo mostrado en el resto de la obra. Son defectos más propios de una interpretación hecha en vivo, en una época en que muchos son “expertos” tras haber escuchado cientos de veces las grabaciones que existen en el mercado y que guste o no, la mayoría si no es que todas, están retocadas en estudio, lo que genera en el público que las consume compulsivamente una idea muy lejana de la realidad interpretativa cotidiana.
Lo anteriormente apuntado, es importante tomarlo en cuenta, sobre todo cuando estamos frente a música interpretada con instrumentos “antiguos”: su constitución física es mucho más frágil y en muchos casos la temperatura, la humedad del lugar, o por qué no decirlo, las misma limitaciones del instrumento, pueden jugar muy malas pasadas a los intérpretes que en la actualidad y debido al enorme nivel técnico alcanzado, son verdaderos virtuosos de instrumentos musicales a lo que hay que “mimar” aun más.
La ejecución de la obra, como lo mencioné al inicio de esta crónica, fue de menos a mas. Así un primer coro “Herr, unser Herrscher, dessen Ruhm”, si bien tuvo una lectura pulida y ajustada al texto musical, sonó más bien frío y sin ese sabor casi teatral que hace tan característico este número, que busca impactar y atrapar al escucha, llevándolo a un estado de contrición interna. Ahora bien, ya para la segunda parte de la obra, donde se narra el juicio y condena de Jesucristo, y que tiene en la participación del coro la piedra angular del momento, lo que antes fue frialdad ahora estuvo lleno de emoción y dramatismo. La coral logró perfectamente retratar a la turba enardecida pidiendo la ejecución del reo y segundos después, estos que antes condenaban en una escritura vocal polifónica, ahora se convertían en devotos fieles que entonaban un piadoso coral luterano.
Para terminar, me gustaría elogiar el trabajo realizado por el maestro Higginbottom, que como ya hemos apuntado no ha construido su carrera por los cauces “normales”, dentro de la dirección a nivel internacional. Su actividad durante años, ha sido la dirección de coros y la investigación musicológica en el Reino Unido. Este trabajo serio y prolongado, ha hecho que su nombre sea respetado como el de un músico serio, sin los reflectores y la celebridad que acompañan a otros nombres de su misma generación, quizá, pero que tal como demostró el pasado martes, es un artista consumado. Y llegados a este punto, creo pertinente hacer la pregunta, ¿Cuantos de nuestras estrellas actuales, pueden sostener con hechos la fama que ahora disfrutan? Querido lector, déjame ser malo, unos cuantos no pasarían la prueba del algodón. Seguimos.
por Elio Ronco Bonvehí | Abr 9, 2019 | Críticas, Música |
Juan de la Rubia inauguró el ciclo de órgano del Palau de la Música con un concierto en el que combinó hábilmente una gran variedad de estilos, desde el barroco hasta la música contemporánea. No podía faltar Bach, del que interpretó nada más empezar la Tocata y fuga en Fa mayor, BWV 540, y más tarde también el Trio super «Herr Jesu Christ, dich zu uns wend», BWV 655, demostrando con ellas su absoluto dominio del instrumento y su sensibilidad musical. El bloque barroco inicial lo completó con una obra de Gaspard Corrette, «Cromhorne en taille», de su Misa de quinto tono.
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por Rubén Fausto Murillo | Abr 18, 2018 | Críticas, Música |
Es maravilloso poder examinar el manuscrito de la Pasión según San Mateo de J.S Bach. Pese al paso de los siglos y de que el papel ha comenzado a dar señales de deterioro, es posible acceder al documento. Afortunadamente para todos, este importantísimo documento está microfilmado y a disposición del que quiera trabajar sobre él. La sola contemplación del texto es realmente impactante. Bach puso mucho cuidado en su escritura, distinguiendo con tinta roja y púrpura el texto evangélico, del poético, por ejemplo. La fina y clara caligrafía del maestro, llena cada centímetro del papel con una precisión y un cuidado extremo. Con solo pasear un poco la mirada por él, se tiene la certidumbre de que esta es una obra no solo acuciosamente compuesta, sino muy estimada por su autor. Dentro de la familia Bach era conocida como “zur gross passion” la pasión grande o su gran pasión, y es que realmente esta monumental obra es, con mucho, uno de los grandes proyectos emprendidos por Bach. Su primera audición pública tuvo efecto el viernes santo de 1727 de acuerdo con las últimas investigaciones, pero para 1736 realiza una revisión definitiva, de la que nos queda el precioso manuscrito citado.
Narrar de manera dramatizada los sucesos del prendimiento y ejecución de Jesús de Nazaret, núcleo fundamental de la fe cristiana, había sido centro de los esfuerzos de varias generaciones de músicos dentro del mundo protestaste. En la ciudad de Leipzig en concreto, tal tradición la había iniciado J. Kuhnau, maestro cantor de la iglesia de Santo Tomás, al que sucedió en 1723 J.S. Bach. Instauró la representación en las diversas iglesias de la ciudad, de una modesta narración de la pasión de Cristo, siempre guardando la mesura en la forma y bajo la estricta vigilancia de las autoridades religiosas, que siempre se mantuvieron muy recelosas de que tales manifestaciones artísticas, trivializaran algo tan relevante como la pasión de Cristo. Cuando toma posesión del mismo cargo, J.S.Bach profundiza en la misma práctica y lo hace mediante las diversas versiones que escribió de la Pasión según San Juan. El centro del debate teológico que hacía desconfiar a las autoridades sobre la utilidad pastoral de la composición de una obra musical sobre la pasión del redentor, residía no en el hecho de cantar o recitar los hechos que la tradición evangélica narra, sino que, en medio de la narración, se insertaban momentos poéticos, en los que se invitaba al fiel a reflexionar sobre lo ocurrido y es justamente lo que Bach realizó, tanto en su pasión según San Juan como, y aquí de una manera muy desarrollada, en la pasión según San Mateo.
Toda la obra está llena de simbolismos que invitan al fiel a una profunda reflexión sobre la redención prometida por Cristo. Así, la obra es profundamente ambiciosa y cada elemento presentado, está ahí integrando un todo que, repito, invita a los fieles de nuestro tiempo, a unirse ya desde el primer número a un proceso de trasformación personal muy profundo a través de la vivencia de la pasión de Cristo.
Para poder construir como intérprete semejante obra, independientemente de la profesión de fe que se tenga, forzosamente ha de conocerse toda esta compleja simbología que constituye cada partícula de la obra, para poder hacer una síntesis de ella y así, presentar al público el resultado de tal proceso. Estoy absolutamente convencido de que Marc Minkowski ha transitado por este camino, a juzgar por el maravilloso concierto presentado en el Palau de la Música de la ciudad de Barcelona, el pasado miércoles 28 de marzo en que, el citado maestro francés al frente de Les Musiciens du Louvre y un puñado de extraordinarios cantantes integrados dentro de la misma agrupación, nos conmovieron con una hermosa lectura de la Pasión según San Mateo.
Ya sorprendió el hecho de ver tan solo a 13 cantantes sobre el escenario. Acostumbrados como estamos a las monumentales masas corales, que tradicionalmente hacen esta obra. La flexibilidad que dio a la interpretación una textura coral tan fina, permitió a Minkowski tomar tempos mucho más rápidos, lograr matices mucho más apurados en muchos pasajes y sobre todo, generó un color vocal que produjo ya en sí mismo una sensación muy particular entre el auditorio, porque se escuchaba la voz casi desnuda, sin engolamientos, con un color vocal limpio que permitió respirar ampliamente la música y que nos recordó a todos, que el origen de esta obra es, la profesión de fe y no solo el disfrute estético.
Sería muy injusto destacar a un solo cantante de los que 13 que integraban las fuerzas vocales de esta lectura, pero debido a la importancia que tiene una aria como «Erbame dich», sin duda uno de los momentos más conmovedores de toda la obra, la contralto holandesa Helena Rasket dio toda una demostración de cualidades vocales y musicales. Era realmente imposible no conmoverse al escuchar su profunda voz cantando con tanta verdad una aria con semejante mensaje. Por otra parte, el tenor florentino Anicio Zorzi llevó el tremendo peso del Evangelista con una suficiencia y una autoridad extraordinarias, emocionando muchas veces al público presente. A su voz, bien timbrada y llena de fuerza, se unió unas extraordinarias facultades histriónicas que construyeron un papel realmente brillante.
La importancia de la conservación del manuscrito original arriba mencionado radica en que en él están expresados los deseos de un extraordinario músico que construyó en su momento una obra artística sobre la pasión de Cristo, pero estas, solo cobran vida y se realizan de nueva cuenta, cuando músicos honestos y con tanto oficio como los que se presentaron en nuestra ciudad, lo hacen posible. La música solo existe en el aquí y el ahora, la música, básicamente, es práctica y vivencia pura.